10.1

Jennifer despertó cuando sintió lametones en la cara. No podía ser que Jeremy le estuviera haciendo esto, así que levantó la mano y lo alejó. Pero la cara de Jeremy estaba muy peluda.

Algo no encajaba, y Jennifer abrió al fin los ojos. No era Jeremy quien le lamía la cara, era un Golden retriever que la miraba con unos ojos llenos de adoración, y tenía sus patas delanteras sobre la cama.

— ¿Quién eres tú? —preguntó Jennifer moviéndose, y buscó su medalla. Coco Chanel, se llamaba, y luego verificó que, efectivamente, era hembra—. Coco, ¿eh? —sonrió Jennifer acariciando la cabeza de la perra, dándose cuenta de que todo esperó en esta vida, menos que Jeremy tuviera una perra, sobre todo, con ese nombre. Ésta le sacó la lengua en lo que pareció una sonrisa—. ¡Eres divina! —Coco se acercó para lamerla otra vez, pero ella se alejó, y la perra, nada molesta por su rechazo, movió la cola y se metió al baño.

Se movió suavemente en la cama. Estaba sola en ella, y una sábana la cubría. Se sentó
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