Narra Dalila:Esa noche, sentí como el frio desaparecía, mientras las manos fuertes y firmes del Rey Elikai Kingsley, acariciaban la desnudez de mi espalda…la desnudez de mi cuerpo. Susurré su nombre una vez, y sentí como un escalofrió recorrió mi piel, erizando cada poro, cada sutil vello, mientras las yemas de ese hombre me recorrían entera en un toque suave, pasmoso y lento, como si no quisiera perder detalle de cada relieve y surco de mi existencia.—Tu…Dalila…eres todo para mi…así que jamás vuelvas a decir que no eres hermosa… —Elikai me susurró aquello…y al menos por ese momento, no quise pensar nada más, no quise sentir nada más, ni vivir nada más que en ese instante en donde las manos del Alfa que me tomaría, seguían recorriendo cada sendero de mi piel desnuda haciéndome dejar de lado la natural timidez.—Elikai… — lo nombré en un débil susurró que me brotó del alma mientras me estremecía ante su sutil y casi pecaminoso toque.Me miré en el espejo que me devolvía mi reflejo s
Narra Elikai: El sonido de dos golpes en la puerta interrumpieron aquel momento tan sublime…tan intimo. Gruñí por lo bajo, enormemente molesto con quien fuera que estuviese del otro lado de la puerta. Entonces, sentí cada vello de mi piel erizarse por completo ante aquella presencia que había invadido mis tierras, y el ventanal principal de mis aposentos, se abrió de par de par por la fuerza del viento, y aquel aroma repugnante llegó hasta mi…un vampiro.—¿Que es eso? — escuche que Dalila cuestionó con voz trémula, y la vi cubrirse su delicada desnudez con las sabanas. Instintivamente me posé delante de ella, esperando que aquel intruso mostrara su rostro. Los golpes en la puerta se volvieron mas insistentes, y en un santiamén la misma había quedado derribada dejando ver la figura pálida y casi fantasmal de mi tío, Giles Levana. —Maldito monstruo…dime, ¿Que es lo que estas haciendo tan lejos de casa, Nehemías Sallow? — Giles cuestionó mirando fijamente hacia los ventanales.Una ris
Narra Dalila:Vi como el Rey Kingsley me observó confundido, como si mi pregunta lo hubiese tomado por sorpresa. Aquel ser…aquel vampiro, ya estaba dentro de la mansión, podía olerlo, pues su estela de acónito me estaba mareando, tal y como sus palabras me habían mareado. Aquel ser, Nehemías Sallow, había dicho algo sobre mi que me resultaba desconocido, que me resultaba inquietante. No tenia muchos recuerdos sobre mi padre, en realidad, no recordaría ni siquiera su rostro a no ser por aquella vieja fotografía…sin embargo, algo en mi mente parecía haberse desbloqueado, y algunos recuerdos que ya había olvidado, brotaban como lo hacían las margaritas en la nieve. Aquella vieja mansion de color gris, sus blancas paredes al interior con remaches dorados y los viejos cuadros de personajes ilustres que alguna vez habían pertenecido a la familia Alcalá, decoraban cada muro en ella…y yo, corría de un lado a otro mientras jugaba con mi padre al calor del fuego en la chimenea. Esos recuerdos
Narra Elikai: El ambiente en aquella habitación, se sentía tenso, lúgubre y pesado; nada extraño ante el inesperado visitante, quien se había quedado en completo silencio. Aquella guerra entre lobos y vampiros que dio comienzo con mis padres, aun perduraba y ambos lados de la moneda habíamos perdido mucho en las décadas en conflicto que ya habían transcurrido. Nehemías Sallow no era un non muerto común y corriente; en vida había nacido como un descendiente de la familia del cuarto principe vampiro: el temible Nicholas Sallow, quien entre los cuatro príncipes, destacaba por su fiereza y crueldad, así como por su inocente y hermosa apariencia que se mantuvo intacta ante el paso de los siglos desde que fue convertido cuando era apenas un niño. No podría confiar en Nehemías…en realidad, no confiaba en ningún non muerto. — Veo que este lugar se ha revitalizado…la vieja mansión entre las montañas que perteneció a los Kingsley…es un buen lugar para esconderse, lo admito, de difícil acces
Narra Cyrus: — Tenemos que hacer algo, se han visto vampiros en la frontera norte de nuestras tierras, y solo es cuestión de tiempo hasta que se atrevan a entrar en nuestro territorio. Alfa Cyrus, si no damos una respuesta contundente a esto, nos mostraremos débiles y vulnerables, y no necesito recordarle que usted ha decidido por todos nosotros, el renunciar al apoyo de los Kingsley y del Rey Elikai…estamos solos ante un posible ataque. — dijo el beta Kaius con seriedad. Todos en aquel salón, parecían estar a la expectativa de mi respuesta. Por supuesto, tenia ya el conocimiento de que aquellos malditos pútridos estaban en las fronteras, acechándonos desde las sombras esperando una oportunidad para entrar a nuestros dominios, sin embargo, aquellas eran mis tierras; el legado que heredé de mi padre y mis ancestros, y las protegería a toda costa…aun y sin la ayuda de ese miserable rey. — Redoblen la seguridad de todas las fronteras y manden a la mayoría de los esbirros. Los mas fuer
Narra Antonia: La luna brillaba en lo alto, y yo esperaba impaciente en la cama a mi Alfa Cyrus…pero, nuevamente, el no se aparecía a pesar de que ya era tarde. Desde que Dalila se había marchado con el Rey Elikai, Cyrus había mostrado un comportamiento errático; permanecía en un estado que iba desde lo iracundo, a una melancolía que comenzaba a cansarme, y no me había tocado desde la noche en que la sucia mestiza se fue. Dos golpes sonaron en la puerta de mis habitaciones conyugales, y pude oler que no era nadie mas que la sirvienta a la que había mandado a buscar a mi hombre. — Pasa. — ordené impaciente. Vi como aquella simple loba entraba y me daba una mirada pesada, como si no quisiera decirme lo que sea que hubiese visto o escuchado. — Lamentó interrumpirla mi señora, pero no he encontrado al Alfa Cyrus en ninguna parte; pero algunos niños me aseguraron que lo vieron hablando con aquella bruja que se refugia en nuestros bosques. — dijo la criada con voz trémula. No pude evi
Narra Dalila:El amanecer había llegado, y con él, la incertidumbre. Al final, me puse aquel camisón para dormir y me cubrí con la sabanas y mantas buscando el calor que le hacía tanta falta a mi cuerpo.Mis sentidos, igual que siempre, estaban alerta, esperando a recibir un golpe o un baldazo de agua helada que me despertaría de mi sueño. Eso era lo normal. Sin embargo, los minutos fueron pasando y se transformaron en horas hasta que las nubes que alcanzaba a admirar por los ventanales, se colorearon de rosa, igual al color de mis ojos.No recibí maltrato alguno. Solo, hubo silencio, y una paz que me mantuvo alerta al desconfiar de ella.Sentí como se abría aquella puerta en la alcoba que desde ese momento era mi hogar, y sin abrir los ojos, sentí el peso del rey Elikai apoyarse a mi lado. Un ligero temblor me sacudió al sentir como su mano me acariciaba la espalda.—Dalila… —Elikai me nombró en un susurro, mientras sus hábiles manos violaban la castidad de aquel camisón, buscando s
—Elikai… —La escuche…escuchaba a Dalila susurrando mi nombre. Aquella voz maravillosa, me conmovió, y mis sentidos, parecieron nublarse por completo. En aquel momento, la tomé entre mis brazos, sintiendo como ella acariciaba mi masculinidad dolorida y hambrienta, con la torpeza de una hermosa virgen.El amor, era un sentimiento complicado, medité, mientras sentía las pequeñas y delicadas manos de Dalila acariciándome entero. En lo seres humanos, aquel sentimiento solía durar un instante, pues cambiaban de amores como los árboles cambiaban sus envestiduras durante las temporadas del año…pues así de cortas, así de pasajeras, eran sus vidas.Para nosotros, los inmortales y semi inmortales, el amor no era pasajero; solo ocurría una vez en nuestra longeva existencia, y, por ende, no entregamos jamás nuestros afectos a cualquiera. En aquel momento, lo entendí.Aquel aroma que emanaba del cuerpo de Dalila, aquella belleza sublime que irradiaba mientras era bañada por la luz de la luna que s