Narra Dalila:Vi como el Rey Kingsley me observó confundido, como si mi pregunta lo hubiese tomado por sorpresa. Aquel ser…aquel vampiro, ya estaba dentro de la mansión, podía olerlo, pues su estela de acónito me estaba mareando, tal y como sus palabras me habían mareado. Aquel ser, Nehemías Sallow, había dicho algo sobre mi que me resultaba desconocido, que me resultaba inquietante. No tenia muchos recuerdos sobre mi padre, en realidad, no recordaría ni siquiera su rostro a no ser por aquella vieja fotografía…sin embargo, algo en mi mente parecía haberse desbloqueado, y algunos recuerdos que ya había olvidado, brotaban como lo hacían las margaritas en la nieve. Aquella vieja mansion de color gris, sus blancas paredes al interior con remaches dorados y los viejos cuadros de personajes ilustres que alguna vez habían pertenecido a la familia Alcalá, decoraban cada muro en ella…y yo, corría de un lado a otro mientras jugaba con mi padre al calor del fuego en la chimenea. Esos recuerdos
Narra Elikai: El ambiente en aquella habitación, se sentía tenso, lúgubre y pesado; nada extraño ante el inesperado visitante, quien se había quedado en completo silencio. Aquella guerra entre lobos y vampiros que dio comienzo con mis padres, aun perduraba y ambos lados de la moneda habíamos perdido mucho en las décadas en conflicto que ya habían transcurrido. Nehemías Sallow no era un non muerto común y corriente; en vida había nacido como un descendiente de la familia del cuarto principe vampiro: el temible Nicholas Sallow, quien entre los cuatro príncipes, destacaba por su fiereza y crueldad, así como por su inocente y hermosa apariencia que se mantuvo intacta ante el paso de los siglos desde que fue convertido cuando era apenas un niño. No podría confiar en Nehemías…en realidad, no confiaba en ningún non muerto. — Veo que este lugar se ha revitalizado…la vieja mansión entre las montañas que perteneció a los Kingsley…es un buen lugar para esconderse, lo admito, de difícil acces
Narra Cyrus: — Tenemos que hacer algo, se han visto vampiros en la frontera norte de nuestras tierras, y solo es cuestión de tiempo hasta que se atrevan a entrar en nuestro territorio. Alfa Cyrus, si no damos una respuesta contundente a esto, nos mostraremos débiles y vulnerables, y no necesito recordarle que usted ha decidido por todos nosotros, el renunciar al apoyo de los Kingsley y del Rey Elikai…estamos solos ante un posible ataque. — dijo el beta Kaius con seriedad. Todos en aquel salón, parecían estar a la expectativa de mi respuesta. Por supuesto, tenia ya el conocimiento de que aquellos malditos pútridos estaban en las fronteras, acechándonos desde las sombras esperando una oportunidad para entrar a nuestros dominios, sin embargo, aquellas eran mis tierras; el legado que heredé de mi padre y mis ancestros, y las protegería a toda costa…aun y sin la ayuda de ese miserable rey. — Redoblen la seguridad de todas las fronteras y manden a la mayoría de los esbirros. Los mas fuer
Narra Antonia: La luna brillaba en lo alto, y yo esperaba impaciente en la cama a mi Alfa Cyrus…pero, nuevamente, el no se aparecía a pesar de que ya era tarde. Desde que Dalila se había marchado con el Rey Elikai, Cyrus había mostrado un comportamiento errático; permanecía en un estado que iba desde lo iracundo, a una melancolía que comenzaba a cansarme, y no me había tocado desde la noche en que la sucia mestiza se fue. Dos golpes sonaron en la puerta de mis habitaciones conyugales, y pude oler que no era nadie mas que la sirvienta a la que había mandado a buscar a mi hombre. — Pasa. — ordené impaciente. Vi como aquella simple loba entraba y me daba una mirada pesada, como si no quisiera decirme lo que sea que hubiese visto o escuchado. — Lamentó interrumpirla mi señora, pero no he encontrado al Alfa Cyrus en ninguna parte; pero algunos niños me aseguraron que lo vieron hablando con aquella bruja que se refugia en nuestros bosques. — dijo la criada con voz trémula. No pude evi
Narra Dalila:El amanecer había llegado, y con él, la incertidumbre. Al final, me puse aquel camisón para dormir y me cubrí con la sabanas y mantas buscando el calor que le hacía tanta falta a mi cuerpo.Mis sentidos, igual que siempre, estaban alerta, esperando a recibir un golpe o un baldazo de agua helada que me despertaría de mi sueño. Eso era lo normal. Sin embargo, los minutos fueron pasando y se transformaron en horas hasta que las nubes que alcanzaba a admirar por los ventanales, se colorearon de rosa, igual al color de mis ojos.No recibí maltrato alguno. Solo, hubo silencio, y una paz que me mantuvo alerta al desconfiar de ella.Sentí como se abría aquella puerta en la alcoba que desde ese momento era mi hogar, y sin abrir los ojos, sentí el peso del rey Elikai apoyarse a mi lado. Un ligero temblor me sacudió al sentir como su mano me acariciaba la espalda.—Dalila… —Elikai me nombró en un susurro, mientras sus hábiles manos violaban la castidad de aquel camisón, buscando s
—Elikai… —La escuche…escuchaba a Dalila susurrando mi nombre. Aquella voz maravillosa, me conmovió, y mis sentidos, parecieron nublarse por completo. En aquel momento, la tomé entre mis brazos, sintiendo como ella acariciaba mi masculinidad dolorida y hambrienta, con la torpeza de una hermosa virgen.El amor, era un sentimiento complicado, medité, mientras sentía las pequeñas y delicadas manos de Dalila acariciándome entero. En lo seres humanos, aquel sentimiento solía durar un instante, pues cambiaban de amores como los árboles cambiaban sus envestiduras durante las temporadas del año…pues así de cortas, así de pasajeras, eran sus vidas.Para nosotros, los inmortales y semi inmortales, el amor no era pasajero; solo ocurría una vez en nuestra longeva existencia, y, por ende, no entregamos jamás nuestros afectos a cualquiera. En aquel momento, lo entendí.Aquel aroma que emanaba del cuerpo de Dalila, aquella belleza sublime que irradiaba mientras era bañada por la luz de la luna que s
Narra Cyrus:Aquella mañana el cielo estaba nublado. Los lobos de la manada se dirigían hacia el granero en busca de comida y de leña para la abrumadora noche que se esperaba; una tormenta invernal se avecinaba, el instinto nos lo decía. Había despertado junto a Antonia, que seguía durmiendo profundamente, pues seguramente se había quedado esperándome en vela una vez más. El aroma a humedad impregnaba el ambiente, llegando desde el bosque hasta nuestro asentamiento, y había salido de la cama tan pronto como me había despertado, esperanzado a no tener que enfrentarme a la boca suelta de mi Luna una vez más.Ya no toleraba a Antonia; desde la partida de Dalila junto al Rey Kingsley, la presencia de mi Luna elegida me parecía intolerable. Todo el tiempo me encontraba pensando en Dalila, y mi ser entero tan solo anhelaba volver a verla de nuevo, y forzarla a ser mía como debía de haber hecho desde hacía mucho tiempo atrás.Caminando entre las callejuelas de mi asentamiento, observé con de
Narra Aisha, la bruja de Muniellos:El tiempo, había llegado.Hacía ya tantas lunas, desde que perdí a mi madre, la bruja roja, y a mis hermanas ante el rey Artem y su sequito. La reina Génesis, y el rey Artem, cumplieron la profecía que para ellos dos estaba destinada, y su unión trajo al mundo al hijo del sol y de la luna, para poner fin a la larga existencia de los maldecidos de la eterna noche.Los vampiros, verían su final en está era…pero no podía permitirlo.Miré al Alfa Cyrus regocijarse en la mentira que le he dicho, para manipular su frágil mente a mi conveniencia. Aquello, era risible, pero anticipado. El Alfa Cyrus y su Luna Antonia, servirían a mi propósito…acabar con el Rey Artem, la reina Génesis, y, más aun, con su hijo, el Rey Elikai Kingsley, no debía sobrevivir para enfrentar a mi señor, el primer maldecido debía prevalecer, para traer al mundo su larga noche.En el pasado, manipulé todo según los deseos de mi madre, y los deseos de mi señor que aun duerme entre las