Mientras tanto, afuera de la oficina, Kim colocó una de sus manos sobre la puerta y pegó su oído, al no haber nadie entonces, su respiración se agitó al escuchar la forma en la que esa mujer gemía, se dirigió a cerrar la puerta que conectaba con las oficinas, para no ser sorprendida y luego presionó con fuerza sus ojos imaginando que era ella a quien Óscar tenía sometida, dándole placer.
Sin poder evitarlo, colocó una de sus manos a su intimidad y se dejó llevar por el momento, pensando que la calidez de unos fuertes brazos la tocaban, además que era poseída por ese imponente semental.
—Te deseo tanto, Óscar Rodríguez —susurró jadeando bajito.
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Óscar sujetaba por las caderas a Sam, mientras su lengua la devoraba, disfrutando de oírla gemir,
Luego de aquella charla, la segunda parte del plan de Samantha, se puso en marcha, abandonó la oficina de su esposo con una amplia sonrisa en los labios, y el cabello alborotado, miró a Kim sentada en una silla. —Kimberly, no sabía que estabas acá. ¿Esperaste mucho tiempo? —indagó mordiendo los labios para no mofarse de ella luego de que evidenció en las cámaras de seguridad como la mujer se tocaba al escuchar los gemidos que salieron de sus labios cuando estuvo con Óscar en la oficina. Kim se aclaró la garganta para responder. —Acabo de llegar —contestó mientras se acomodaba su larga cabellera, sobre uno de sus hombros. —¿Se encuentra Óscar? —cuestionó. Samantha presionó sus labios. —Por supuesto que está en la oficina —respondió—. Aprovecha que lo dejé de muy buen humor. —Guiñó uno de sus ojos y se dirigió al elevador, antes de meterse a la cabina volvió a
Óscar ayudó a cambiarse de ropa a su pequeña. Estuvo a punto de retirarse, si no es porque su hija salió, lo hubiera hecho. Entonces decidió esperar a que Sam se calmara y decirle que iba a investigar sobre el asunto para dar con el responsable; sin embargo, tenía que ir a una reunión con su papá, para arreglar algunas cosas sobre su negocio. Samantha sirvió el desayuno en la mesa, estuvo en silencio mientras se alimentaban, casi no probó bocado, angustiada, aunque no quería sugestionarse, le era imposible. —Ve a cepillarte los dientes, no demores, que vamos a llegar tarde a la escuela —advirtió Sam a Norita. La pequeña asintió con la cabeza, y obedeció. Sam empezó a recoger la vajilla para llevar los platos a la cocina. —Voy a tomar cartas en el asunto —informó—. No pararé hasta saber quien demonios nos quiere separar —refirió con firmeza—, espero que se prepare porque no v
Horas más tarde.Samantha fue autorizada por el médico a ingresar a visitar a Óscar, caminaba detrás de una enfermera por los oscuros pasillos, su corazón palpitaba con gran fuerza, entrelazaba sus manos con ansiedad.—Aquí es —dijo la enfermera.—Gracias —respondió Sam, entonces giró la perrilla, y su mirada cristalina se enfocó en la camilla.Se aproximó deglutiendo la saliva con dificultad. Notó que tenía un yeso en el brazo izquierdo, un collarín en el cuello, y una venda en la cabeza, se aproximó a la cama, y deslizó su mano con delicadeza en el rostro de él, mientras liberaba las lágrimas que estaba conteniendo.—Debes despertar —susurró—, recuperarte, Norita te necesita, no pod&
Sam presionó sus párpados, y aquel sentimiento de resentimiento en contra de su verdadera madre, apareció quemándole el pecho, ya que ella fue la que trajo a Franco a sus vidas, también pensó en Renato, y en el odio que sentía por Óscar, gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas. —Quizás Óscar no correría peligro, si no nos hubiéramos reencontrado —expresó con la voz temblorosa. Gaby sacudió su rostro al escucharla. —Qué cosas dices. —La tomó por los hombros—. No es vida vivir alejada del hombre que amas, no puedes culparte por las acciones de otros, si no es Flavio es Renato, siempre alguien ahí —expresó—. Depende de ustedes como los enfrenten y se cuiden, no permitas que nada te robe la felicidad, lucha y quítate culpas que no te corresponden, eso dice la terapeuta ¿Ya lo olvidaste? —sonrió con cariño. Sam abrazó a Gaby y sollozó en el hombro de su amiga, inhaló profundo. 
Matatlán, Oaxaca.Dos semanas después.Samantha se encontraba dando un recorrido por los grandes sembradíos de maguey, explicando el proceso de la elaboración de mezcal, a un grupo de extranjeros. Dialogaban a la perfección en el idioma inglés. Atenta respondía a cada una de las preguntas de los turistas que mostraban mucho interés en el tour que les daba.La azulada mirada de la joven se llenó de orgullo al ver al grupo de turistas satisfechos en cada uno de los segmentos por lo que la guiaba. Sonrió emocionada al llegar a la prueba de las distintas denominaciones que tenían de mezcal, acompañado de botanas típicas del estado.Por su parte, mientras Samantha hacía promoción del palenque Óscar se encontraba haciendo un presupuesto para la próxima inauguración. Una vez que se r
Samantha ingresó después de finalizar su tour entonces río con las contagiosas carcajadas de Norita, la miró con extrañeza.—El que solo se ríe, de sus maldades se acuerda —externó y se acercó a su hija, quien no dejaba de carcajear.Óscar se incorporó con ellas y miró a Sam sin comprender qué ocurría.—¿De qué se ríe? —cuestionó, se escuchan sus risas en la sala de juntas.Samantha observó a la pequeña.—No tengo ni la menor idea —respondió uniéndose al concierto de risillas de su hija.—Están por llegar unos prospectos para proveedores de insumos —indicó—. En media hora los veremos en el bar, además de algunos de nuestros colab
Eran las 5:00 am, cuando Óscar se finalizaba de cambiar, colocándose unos pantalones de algodón en color kaki y una camisa de cuello y manga corta en tono beige, se colocó los mocasines cafés y aplicó su loción favorita, después de arreglarse el cabello.Desde el mueble con espejo en donde tenía sus objetos personales, espiaba atento como Sam, se retiraba la bata de baño. Inhaló profundo al revivir la forma en la que hicieron el amor en aquella ducha, hacía apenas unos minutos. El solo recordar la manera en la que su mujer jadeaba entre sus brazos lo ponían una vez más duro.Samantha, por su parte, tomó su crema con olor exquisito aroma a vainilla y comenzó a aplicarla sobre toda su sedosa piel, presionó sus labios, divertida, al saber que Óscar la miraba, segura de que él estaba atento a sus movimientos, pues no dudaba que estaba perdidamente enamorado de ella.Entonces empezó a deslizar sus manos en suaves caricias por su cuerpo, imaginando que eran los dedos de Óscar, sonreía al sa
Instantes después llegaron a la Laguna de Manialtepec. — Qué misterioso andas —comentó mientras se sostenía de él para no tropezar—. No me vayas a dejar caer —solicitó. —Jamás permitiría que te lastimaras, ten confianza en mí, que te espera un momento mágico —expresó. —Sabes que siempre confió en vos —respondió. —¿Qué tan especial? —cuestionó mordiéndose sus labios. —¿Me harás ver las estrellas otra vez? —indagó. —Ya verás que tanta magia tiene. No solo te haré ver las estrellas, sino toda una constelación. —Elevó una ceja, al tiempo que ladeaba sus labios. Sam sonrió y se abrazó a su esposo. Óscar caminó un par de metros, sosteniéndola por la cintura, cuidando de que no se fuera a tropezar con nada. La cálida brisa y el suave viento hicieron que algunas de las hojas de los árboles se agitaran. Al llegar al punto donde Óscar deseaba descubrió los ojos de Sam, apreciando aquella expresión de su azulada mirada al percatarse del hermoso empastado que había y al centro un camino de