Juan Andrés al sentir la bebida helada se levantó de un solo golpe, su azulada mirada se oscureció, y la amplia sonrisa que mostraba hace minutos se transformó en una mueca de molestia, resopló enfurecido y fue tras de Luna, la tomó del brazo. —No te vas a burlar de mí, nadie le hace un desaire a Juan Andrés Duque —bramó—, no te hagas la difícil, que te mueres por volver a estar entre mis brazos —susurró aproximándose demasiado a ella. Luna abrió los ojos de par en par al sentir como la sujetó de su brazo. Movió su cabeza negando.— Eres lo peor que me ha sucedido en la vida, nadie puede tropezar con la misma piedra dos veces —mencionó.Andrew ladeó los labios con cinismo. —En cambio, vos a mí, me encantas —susurró, y la tomó de la cintura para besarla. — ¡Suéltame! —exclamó molesta—. Eres un patán, un animal —inquirió—. No vales la pena —externó—. No mereces el amor de ninguna mujer. —Hizo su cabeza hacia atrás para evitar que la besara.Norita se encontraba recogiendo conchas cu
Lo que debía convertirse en un viaje de placer para las hermanas de Óscar y su familia, se transformó en un paseo lleno de incomodidad. Las cosas estaban tensas entre los jóvenes, y para ahondar más aquellos momentos de tensión: Samuel se comportó como un patán con Andy. Andrea desconoció al joven, pues desde adolescentes fueron buenos amigos; sin embargo, el chico de un momento a otro cambió su comportamiento, al punto que Óscar tuvo que evitar que llegaran a los golpes con Juan Miguel Duque. Samantha negó con la cabeza, desconoció a su hermano. Óscar le recriminaba, por haberse atrevido a llamar a Andy como una mujerzuela. Sam se puso de pie y de inmediato fue a buscar a Andy, quien se acercaba al área de la terraza, sosteniendo su tabla de surf, se sentó a lado de Samantha.—¿Qué sucedió con Samuel? —indagó Andy hizo una mueca, luego de recordar la tremenda discusión que se suscitó.—Samuel me faltó al respeto —expresó seria—. Nunca nadie me había ofendido de la manera que lo
Samuel caminaba con la mente dispersa por los distintos antros de Zicatela, buscaba con sus ojos algo que lo calmara, de inmediato divisó afuera de una de las discotecas un grupo de chicos reunidos, y se aproximó a ellos. —¿Ustedes saben dónde puedo conseguir algo más fuerte que licor? —cuestionó y los observó con atención. Los muchachos se miraron entre ellos, pero ninguno dijo nada. Samuel sacó del bolsillo de su pantalón varios billetes de mil pesos, y de inmediato se los mostró a los jóvenes. —Puedo darles más, si me dan información. —Eres policía —cuestionó uno de ellos. —¿Tengo pinta de serlo? —indagó él señalando con su mano su atuendo. Los jóvenes volvieron a mirarse entre ellos, entonces con discreción le mostraron al sujeto que expendía lo que él venía consumiendo de años atrás. —Gracias —respondió con una sonrisa y lanzó los billetes al piso para que los chicos los recogieran. Enseguida colocó las manos en los bolsillos, y caminó con lentitud hacia el sujeto que pe
Óscar separó los labios en una gran O, presionó con fuerza sus labios. — ¡No puede ser! —exclamó y sacudió su rostro—. Siempre serás su hija —enfatizó y la abrazó, haciendo una ligera presión con su cuerpo—. Tienes que hablar con tu papá —sugirió. Samantha sollozó y se aferró a los brazos de su esposo, percibía su corazón fragmentado, y a la vez un profundo sentimiento de ira se apoderó de ella. —¡Todo es culpa de Verónica! —gruñó agitada—, yo no puedo ser hija de ese criminal, eso no es posible —gimoteó—, él… Me quería como su mujer. —Presionó sus párpados, y se separó de Óscar, corrió al baño sintiendo náuseas. Tan solo imaginar que Franco Santillán era su verdadero padre le causaba asco. Óscar acarició las hebras de su sedosa cabellera. —Tampoco creo que seas hija de ese infeliz —mencionó—. Ese infeliz es un desgraciado —inquirió. — ¿Te sientes mal? —cuestionó al ver la palidez en su rostro y sentir que temblaba entre sus brazos. Sam se puso de pie, enjuagó su boca, se mojó
Óscar permaneció en silencio, observó atento la charla que tuvieron Sam y su suegro, su corazón se tranquilizó al percibir más tranquila a su esposa. Dentro de él confiaba en lo que decía Francisco, esperaba que su mujer también lo hiciera para que le diera la paz y la tranquilidad que necesitaba.—¿Cómo me encontraste? —cuestionó Sam a su papá, ya más tranquila de hace minutos. Francisco se aclaró la garganta, y dirigió su mirada a Óscar. —Tu esposo estaba muy preocupado por vos —expresó. Samantha giró su cuerpo entonces sus cristalinos ojos se encontraron con los de Óscar, se aproximó a él y lo abrazó con fuerza. —Gracias —susurró. Óscar extendió sus brazos y la tomó por la cintura.—Te amo, estaba muy inquieto —mencionó—. Sabes que los problemas debemos enfrentarlos de frente —dijo y retiró un mechón de su castaña cabellera.La mirada de Sam se iluminó, ladeó los labios. —Sabes bien que te amo —expresó—, lamento darte preocupaciones —expresó con pesar—, te prometo que estarem
En horas de la noche, una vez que todos se fueron a dormir. Angélica se acomodó junto a su esposo. Recargó su cabeza en el pecho de él. —Estoy muy angustiada por nuestros hijos —comentó suspirando y con una opresión en el pecho. Francisco le acarició el cabello, inspiró profundo. —Yo también —contestó pasando la saliva con dificultad—. Me aflige la situación de Samantha y Samuel —respondió con tristeza—, siento que todo es culpa mía. ¿Crees que le presté más atención a mi hija? —indagó sintiendo su pecho agitado. Angélica elevó su rostro y lo miró a los ojos. —Pienso que siempre fuiste más condescendiente con Samantha, en especial cuando era niña y adolescente —indicó—, la mantuviste en una burbuja, y te comprendo, pero muchas veces te he repetido que tú no tienes la culpa de la muerte de Verónica, esa mujer escogió su destino —habló con sinceridad—. Es hora de que hables con la verdad, Sam ya no es una niña a la que puedes engañar con el recuerdo de una madre abnegada, nues
Samantha y Óscar decidieron pasar unos días en Colombia, llevaron a Norita a visitar la Momposina, y también a saludar a Carlos y Ely, además visitaron el Parqué temático Café entre montañas. Sin embargo, la pareja no había tenido tiempo de pasar a solas, por lo que Sam decidió darle una sorpresa a su esposo. Las notas de «Mi princesa by David Bisbal» acompañaban la travesía, tan solo las estrellas del firmamento guiaban a los viajantes en ese inhóspito y desolado camino.Óscar conducía extrañado al no saber exactamente hacia dónde se dirigían, su mujer tan solo se había limitado a informarle que le tenía una sorpresa. Después de casi dos horas de viaje. Óscar miró sorprendido el paraje, no tenía ni la más remota idea de dónde estaba, ayudó a su chica a bajar las cosas del vehículo mientras subían varios metros a través de un graderío de piedras y madera, hasta que el joven se sorprendió al ver una especie de domo de cristal en medio del bosque a una altura impresionante.—Bienvenid
Óscar abrió los ojos completamente, sorprendido, su vista se nubló por aquel mensaje que llegó en lo más profundo de su alma.—Yo también te amo… Mamá. —Óscar limpió sus lágrimas, sin dejar de mirar al cielo sintiendo como su corazón latía agitado—. Muchas gracias —expresó a su esposa—; su mensaje fue recibido y respondido —refirió con la voz fragmentada.Samantha no pudo contener las lágrimas al ver a su esposo tan conmovido, se arrodilló frente a él para abrazarlo con fuerza.— No me agrada verte llorar —susurró mientras lo consolaba—. A tu mamá no le va a gustar verte triste —suspiró, acariciando su espalda—. Además, sé que Nora, está feliz de saber que va a ser otra vez abuela, y que una de sus nietas lleva su nombre. Estoy segura de que se emocionó tanto cuando lo supo, que nos mandó dos regalitos: Norita y nuestro nuevo hijo. —Sonrió, besando una de las mejillas de Óscar.—Estoy muy conmovido. —La miró con ternura—, no tengo muchos recuerdos de ella —confesó—, me hubiera gustado