Ayyyyyyy que mis niños se merecen un respiroooooo!!! les traigo uno más en seguida!!! no se me despeguen jeje Besooooos
AlessandroLa sostengo en mis brazos mientras subo las escaleras, sin prestarle atención a sus débiles intentos de soltarse. Valeria está claramente cansada, y aunque sus manos descansan sobre mi pecho, sé que no está del todo cómodo con mi gesto.Pero no me importa. Hoy más que nunca, la necesito cerca de mí, asegurame de que está bien. No me gusta verla enferma. No me gusta que esté mal en ningún sentido.—Alessandro, estoy bien. Puedes soltarme —murmura, con una leve risa entre dientes, como si intentara desviar la atención.Pero no la suelto. Noto que su tono suena más débil de lo habitual, y no me convence. No, esta noche no la dejo sola. "Ni hoy, ni ninguna otra noche si por mí fuera" grita mi mennte yd arme cuenta de ello hace que me tense.¿Cómo pude estar tan ciego?—Te llevaré a la cama y quiero que descanses, mocosa —le digo con firmeza, asegurándome de que no hay margen para discusión.Sus ojos verdes me miran con una mezcla de cansancio y sorpresa, y aunque no dice nada, s
ValeriaLos documentos están frente a mí, esparcidos en la mesa como un rompecabezas que no consigo resolver. Mi cabeza está en todas partes, menos aquí. Llevo ya varios minutos intentando concentrarme, pero las palabras de Alessandro siguen dando vueltas en mi mente. Te quiero, mocosa. Lo dijo con esa seguridad que tanto lo caracteriza, pero yo… aún no sé qué hacer con eso.Sus gestos, su mirada, incluso la forma en que me sostiene cuando estoy a punto de caer, todo me hace pensar que lo dice en serio. Pero aún hay una parte de mí que sigue dudando, que teme entregarse completamente para después descubrir que fue solo otro truco, otra manipulación en este juego sucio que ha sido nuestra vida juntos.Suspiro y cierro los ojos por un momento. Mi corazón late fuerte cada vez que pienso en él, lo que me confunde aún más. ¿Cómo puedo seguir sintiendo todo esto por un hombre que empezó siendo mi enemigo? Lo que está claro es que la indiferencia ya no es una opción. Pero tampoco puedo confi
Alessandro Entro en la empresa de Valeria con una sensación de urgencia que no puedo sacudirme. Lo último que necesito es perder el control por algo tan básico como unos celos, pero cada vez que pienso en Giorgio rondándola, mi paciencia se tambalea. La última vez que vi cómo la miraba… Sé que lo hace. No es solo su amigo. Lo peor es que creo que Valeria no lo ha notado, o peor aún, que lo esté considerando.Llego al piso de presidencia y la primera persona que veo es la secretaria de Valeria. Está hablando por teléfono en voz baja, su mirada va de un lado a otro, casi como si estuviera nerviosa por algo. Apenas me ve, cuelga de inmediato, como una niña pillada en una travesura.—Buenas tardes, señor Rossi —dice recomponiéndose rápidamente, con una sonrisa forzada. Es gracioso, aunque algo me dice que aquí hay más de lo que parece.—Buenas tardes —le respondo con calma—. Vengo a ver a mi esposa.—Oh… ella no está en la oficina en este momento. Salió a almorzar con el señor Vanucci —di
ValeriaEstoy sentada en mi oficina, mi corazón martilleando contra mis costillas. Las luces cálidas parecen más brillantes de lo normal, y cada sonido se magnifica. Alessandro y yo estamos a punto de hacer algo arriesgado, algo que podría exponer al topo que tiene Emilia dentro de mi empresa. Me remuevo en mi silla y siento cómo las manos me sudan un poco mientras lo espero, él ha salido hace unos segundos de la oficina, con una expresión de rabia absoluta, fingiendo estar al teléfono, solo para asegurarnos de que la atención de la secretaria esté en nosotros..La puerta de la oficina se abre y lo veo entrar en su silla de ruedas, aunque sé que podría caminar. Alessandro es un hombre complejo, pero en este momento, es parte de nuestro plan, de nuestra trampa. Nos miramos por un breve segundo antes de que ambos asentimos. Es hora de empezar el show.—Valeria —dice con voz áspera, casi cortante—, tenemos que hablar.Mi estómago da un vuelco, y aunque sé que todo es parte del plan, me
RamónEstoy sentado en mi sillón de cuero, en el salón de mi casa, con una copa de whisky en la mano. La noche es cálida, pero la ansiedad que me consume es mucho más intensa. Hoy es uno de esos días en los que siento que todo está a punto de estallar, y la única cosa que me calma es la sensación del poder que tengo en mis manos.En cuanto escucho el timbre, una sonrisa maliciosa asoma en mis labios. Sé que es ella. La secretaria de Valeria. Una chica nerviosa y débil, fácil de manipular, especialmente cuando tienes en tus manos la vida de alguien que ama.Me levanto y abro la puerta para recibirla. Laura entra al salón con pasos vacilantes, nerviosa, como siempre. El miedo en sus ojos es palpable, y eso es justo lo que más disfruto. Me acerco a ella con calma, midiendo cada uno de mis pasos. Ella no levanta la vista hasta que estoy prácticamente frente a ella.—Espero que esta vez me traigas algo que valga la pena, Laura —digo, en tono frío y autoritario—. Ya sabes lo que está en jue
Estoy observando a través del parabrisas cómo Ramón empuja a Laura, la secretaria de Valeria, fuera de la casa. Puedo ver cómo la pobre mujer se derrumba, sollozando desconsolada en medio de la calle. Es casi irónico; Aquí estamos, viendo cómo ese desgraciado trata a la gente como basura mientras planeamos su caída. Pero no puedo evitar sentir una punzada de algo más cuando veo la expresión de Valeria. Está sentada a mi lado, muy callada. Su postura tensa me lo dice todo, y la confirmación llega cuando, con voz baja, me dice:—No me parece estar viendo a una villana, parece... otra víctima.Tiene razón, pero no me dejo llevar por la empatía tan fácilmente como ella. Mi instinto me dice que primero debo asegurarme de que esa mujer no esté jugando en ambos lados. No puedo permitirme cometer errores.—Tal vez lo sea —le contesto, sin apartar la mirada de la escena—, pero antes de dejarnos llevar por lo que vemos, quiero estar seguro.Saco mi celular de inmediato y le mando un mensaje a Ma
ValeriaEs el día siguiente y siento como si todo el mundo estuviera girando a mi alrededor, literalmente. Me he levantado con mareos y náuseas, lo que achaco al estrés y a todo lo que ha estado ocurriendo últimamente. Trato de mantenerme firme mientras paso la mañana en la oficina fingiendo que todo está en orden. Laura, mi secretaria, ha estado comportándose como siempre, aunque noto un cierto nerviosismo en ella, tal vez porque ha comenzado a sospechar que algo anda mal. No ha mencionado nada que me alerte, pero sé que hoy tendremos nuestra oportunidad para descubrir la verdad.A media mañana, Lorenzo pasa a recogerme de la empresa para llevarme al despacho de Matteo, donde Alessandro ya me espera. Al entrar, lo primero que veo es su sonrisa, esa sonrisa enorme que ilumina su rostro en cuanto me ve. Mi cuerpo reacciona al instante, siento cómo el calor sube por mi piel y el corazón se me acelera. No puedo evitar recordar la cena de anoche, lo atento y romántico que fue... Sé que
AlessandroEl odio que siento hacia mi tío Ramón ha crecido más allá de lo imaginable. Saber que este monstruo estuvo cerca de mí toda mi vida, manipulando todo a su antojo, me revuelve el estómago. Mientras veo cómo Matteo se lleva a Laura, la secretaria, hacia el detective, mi mente está en otro lugar. Solo puedo pensar en el dolor, en la traición, en cómo hemos estado a merced de Ramón sin darnos cuenta.Me giro para mirar a Valeria, que ha estado inquietantemente callada desde hace rato. Algo no está bien. La veo, frunciendo el ceño, y me doy cuenta de que está más pálida de lo normal. Hay sudor en su frente. Frunzo el ceño.—Valeria, ¿Estás bien?—ella lejos de contestarme aprieta los ojos con fuerza. Algo está mal, y mi preocupación crece por lo que nono dudo ni un segundo en levantarme de la estupida de ruedas,—¿Mocosa? —mi voz sale con una mezcla de urgencia y miedo.Ella finalmente abre los ojos y levanta la vista hacia mí, pero su mirada está apagada, adolorida. Apenas par