Buenooo buenoooo, que ya Valeria está casi convencidaaaa!! jajaja Mis amores, quiero agradecer a las que han ido a pasarse por mi nueva historia, son un sol!! muchas gracias. Besooooos.
ValeriaEs el día siguiente y siento como si todo el mundo estuviera girando a mi alrededor, literalmente. Me he levantado con mareos y náuseas, lo que achaco al estrés y a todo lo que ha estado ocurriendo últimamente. Trato de mantenerme firme mientras paso la mañana en la oficina fingiendo que todo está en orden. Laura, mi secretaria, ha estado comportándose como siempre, aunque noto un cierto nerviosismo en ella, tal vez porque ha comenzado a sospechar que algo anda mal. No ha mencionado nada que me alerte, pero sé que hoy tendremos nuestra oportunidad para descubrir la verdad.A media mañana, Lorenzo pasa a recogerme de la empresa para llevarme al despacho de Matteo, donde Alessandro ya me espera. Al entrar, lo primero que veo es su sonrisa, esa sonrisa enorme que ilumina su rostro en cuanto me ve. Mi cuerpo reacciona al instante, siento cómo el calor sube por mi piel y el corazón se me acelera. No puedo evitar recordar la cena de anoche, lo atento y romántico que fue... Sé que
AlessandroEl odio que siento hacia mi tío Ramón ha crecido más allá de lo imaginable. Saber que este monstruo estuvo cerca de mí toda mi vida, manipulando todo a su antojo, me revuelve el estómago. Mientras veo cómo Matteo se lleva a Laura, la secretaria, hacia el detective, mi mente está en otro lugar. Solo puedo pensar en el dolor, en la traición, en cómo hemos estado a merced de Ramón sin darnos cuenta.Me giro para mirar a Valeria, que ha estado inquietantemente callada desde hace rato. Algo no está bien. La veo, frunciendo el ceño, y me doy cuenta de que está más pálida de lo normal. Hay sudor en su frente. Frunzo el ceño.—Valeria, ¿Estás bien?—ella lejos de contestarme aprieta los ojos con fuerza. Algo está mal, y mi preocupación crece por lo que nono dudo ni un segundo en levantarme de la estupida de ruedas,—¿Mocosa? —mi voz sale con una mezcla de urgencia y miedo.Ella finalmente abre los ojos y levanta la vista hacia mí, pero su mirada está apagada, adolorida. Apenas par
ValeriaEl sonido de los monitores y el leve zumbido de las máquinas me hacen abrir los ojos con lentitud. Al principio, no sé dónde estoy. Miro a mi alrededor, confundida, y cuando veo las paredes blancas y el tenue olor a desinfectante, mi corazón da un vuelco. Estoy en un hospital. Me incorporo con dificultad, sintiendo un leve mareo que me hace apoyar una mano en la cama. ¿Qué hago aquí? Mi mente está desordenada, y el miedo comienza a crecer dentro de mí.—¿Qué… qué pasó? —murmuro para mí misma.En ese momento, la puerta se abre, y un hombre entra. Lo reconozco de inmediato. Es el doctor Leonardo, el médico de confianza de Alessandro.—Doct… Doctor Leonardo, ¿qué hago aquí? —le pregunto con urgencia, mi voz temblorosa—. ¿Qué ha pasado?El doctor se acerca, su expresión es serena, pero noto una pizca de preocupación en sus ojos.—Primero, ¿cómo te sientes, Valeria? —me pregunta, estudiando mi rostro con atención.—Me siento desorientada… —respondo, tratando de poner en orden los f
Valeria“Tienes dos meses de embarazo… Casi tienes un aborto”Las palabras no dejan de repetirse en mi mente mientras me acomodo mejor en la cama, simplemente para hacer algo de tiempo e intentar procesar lo que me dicen. es que —¿Cómo es posible..? —La pregunta sale de mi en un susurro, pero sé que Alessandro, quién no se ha movido de su lugar a mi lado, me ha escuchado porque aclarandose un poco la garganta me dice:—Bueno, usualmente esto es lo que ocurre cuándo el hombre pone su miembro sin protección dentro de la vag…—¡Oh Dios, detente!—le digo, sintiendo como me pongo roja en el acto y viendo como él sonríe con burla.La frustración y los nervios empiezan a llenarme y tengo que cerrar los ojos por un segundo para no terminar gritando, pues no sé cómo manejar no sé cómo manejar todas las emociones que estoy sintiendo. Por un lado, siento algo cálido y casi reconfortante al pensar que hay una vida creciendo dentro de mí, pero, por otro lado, el miedo me envuelve, aplastando cual
AlessandroCamino hasta la camilla donde Valeria está acostada, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho, lleno de una mezcla de miedo y rabia contenida. Leonardo nos ha dejado en la expectativa, pero no puedo soportar más esta incertidumbre. Necesito respuestas. Me acerco a él, tratando de mantener la calma en mi voz, aunque por dentro soy un mar de emociones.—Leonardo, no puedes soltar algo como eso sin explicarte mejor —le digo, apretando los puños. Miro de reojo a Valeria, quien está más pálida que nunca, el miedo reflejado en sus ojos me perfora el alma. No puedo verla así, tan asustada.—Hay… hay algo mal con mi bebé? —susurra Valeria, su voz apenas un susurro, y puedo sentir cómo mi pecho se aprieta más con esas palabras.Leonardo levanta la vista de sus papeles y nos observa a ambos con una mirada calmada, pero sé que lo que va a decir no va a ser fácil de escuchar. —No, no con el bebé —dice con firmeza. Y mi cuerpo se relaja solo un poco, pero no lo suficiente. No hemos te
Salir del hospital con Valeria fue un alivio, aunque no dejo de sentir la tensión bajo mi piel. Ella está mejor, sí, pero la preocupación nunca me abandona del todo.Y por si fuera poco, ahora tengo algo más grande sobre mis hombros: Ramón caerá muy pronto. Tengo pruebas suficientes para hundirlo, y aunque me alegra que sufra las consecuencias de sus actos, no puedo compartir nada de esto con Valeria por ahora. Su salud es lo primero.Empujo la silla de ruedas en la que Valeria va sentada mientras ella se queja, como una niña pequeña.—Esto es ridículo, Alessandro. Puedo caminar, ya no soy una niña. No necesito una silla de ruedas. —Su ceño fruncido es tan tierno que no puedo evitar sonreír.—Los papeles han cambiado, mocosa. —Le devuelvo la sonrisa mientras miro hacia mis propias piernas—. Ahora soy yo el que sigue de pie. No pienso fingir más.Valeria me mira con sorpresa, pero luego esboza una pequeña sonrisa antes de dejar salir una risa ligera.—¿Cómo has aguantado tanto tiempo fi
AlessandroMientras Lucas y yo nos subimos al auto, siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo. Algo no está bien con él, pero no puedo permitirme confiar en este instante. Tengo que jugar con astucia si quiero sacar la verdad.—Solo voy a hablar contigo —dice Lucas mientras cierra la puerta—. No quiero a nadie más presente y eso incluye a tu amigo, el imbécil.La rabia burbujea dentro de mí al escuchar su tono despectivo hacia Matteo, pero respiro hondo. Conozco a mi primo, si lo presiono demasiado, terminará por no decirme nada. Tengo que ir con cuidado. Entonces, hago un pequeño gesto de asentimiento y arranco el auto, dirigiéndome a un terreno alejado donde solo estaremos nosotros dos.Por mucho que me cueste admitirlo, sé que no puedo dejar que esta conversación suceda sin alguien más escuchando. Aprovechando un momento en el que Lucas no está prestando atención, saco mi teléfono y le envío un mensaje a Matteo en el que solo pongo “No vayas a hablar” y entonces marco el número
ValeriaHan pasado varios días desde que me dieron de alta del hospital. He estado siguiendo las indicaciones del médico al pie de la letra, lo que significa descansar mucho, alimentarme bien y evitar cualquier tipo de estrés. Me he dado cuenta que Alessandro parece distraído desde el día que fue a encontrarse con Matteo, ese mismo en el que salí del hospital, sin embargo cada vez que le pregunto me dice que no es nada.Él no se separa de mi lado, y aunque me hace sentir más segura, hay algo que me inquieta constantemente.Miro la pantalla de mi teléfono una vez más, repasando los tres mensajes que recibí en los últimos días. El primero llegó hace cuatro días, justo después de salir del hospital: “Cuídate y mantente alerta, las cosas solo están empezando”. En ese momento, lo atribuí a alguna mala broma, alguien que tenía mi número y quería asustarme, pero no lo mencioné a nadie. Pensé que lo mejor era ignorarlo.El segundo mensaje fue más específico: “No confíes en todos a tu alreded