AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA que emoción!!!!!! ya casi terminamos nuestra historia, pero tranquilas que aún queda buena dosis de drama jijiji Por ciertooooo, no olviden pasarse por mi nueva novela y sería genial si me ayudan con una reseña en el perfil, eso me ayuda a llegar a más lectores. Besoooos
ValeriaEl sonido de los monitores y el leve zumbido de las máquinas me hacen abrir los ojos con lentitud. Al principio, no sé dónde estoy. Miro a mi alrededor, confundida, y cuando veo las paredes blancas y el tenue olor a desinfectante, mi corazón da un vuelco. Estoy en un hospital. Me incorporo con dificultad, sintiendo un leve mareo que me hace apoyar una mano en la cama. ¿Qué hago aquí? Mi mente está desordenada, y el miedo comienza a crecer dentro de mí.—¿Qué… qué pasó? —murmuro para mí misma.En ese momento, la puerta se abre, y un hombre entra. Lo reconozco de inmediato. Es el doctor Leonardo, el médico de confianza de Alessandro.—Doct… Doctor Leonardo, ¿qué hago aquí? —le pregunto con urgencia, mi voz temblorosa—. ¿Qué ha pasado?El doctor se acerca, su expresión es serena, pero noto una pizca de preocupación en sus ojos.—Primero, ¿cómo te sientes, Valeria? —me pregunta, estudiando mi rostro con atención.—Me siento desorientada… —respondo, tratando de poner en orden los f
Valeria“Tienes dos meses de embarazo… Casi tienes un aborto”Las palabras no dejan de repetirse en mi mente mientras me acomodo mejor en la cama, simplemente para hacer algo de tiempo e intentar procesar lo que me dicen. es que —¿Cómo es posible..? —La pregunta sale de mi en un susurro, pero sé que Alessandro, quién no se ha movido de su lugar a mi lado, me ha escuchado porque aclarandose un poco la garganta me dice:—Bueno, usualmente esto es lo que ocurre cuándo el hombre pone su miembro sin protección dentro de la vag…—¡Oh Dios, detente!—le digo, sintiendo como me pongo roja en el acto y viendo como él sonríe con burla.La frustración y los nervios empiezan a llenarme y tengo que cerrar los ojos por un segundo para no terminar gritando, pues no sé cómo manejar no sé cómo manejar todas las emociones que estoy sintiendo. Por un lado, siento algo cálido y casi reconfortante al pensar que hay una vida creciendo dentro de mí, pero, por otro lado, el miedo me envuelve, aplastando cual
AlessandroCamino hasta la camilla donde Valeria está acostada, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho, lleno de una mezcla de miedo y rabia contenida. Leonardo nos ha dejado en la expectativa, pero no puedo soportar más esta incertidumbre. Necesito respuestas. Me acerco a él, tratando de mantener la calma en mi voz, aunque por dentro soy un mar de emociones.—Leonardo, no puedes soltar algo como eso sin explicarte mejor —le digo, apretando los puños. Miro de reojo a Valeria, quien está más pálida que nunca, el miedo reflejado en sus ojos me perfora el alma. No puedo verla así, tan asustada.—Hay… hay algo mal con mi bebé? —susurra Valeria, su voz apenas un susurro, y puedo sentir cómo mi pecho se aprieta más con esas palabras.Leonardo levanta la vista de sus papeles y nos observa a ambos con una mirada calmada, pero sé que lo que va a decir no va a ser fácil de escuchar. —No, no con el bebé —dice con firmeza. Y mi cuerpo se relaja solo un poco, pero no lo suficiente. No hemos te
Salir del hospital con Valeria fue un alivio, aunque no dejo de sentir la tensión bajo mi piel. Ella está mejor, sí, pero la preocupación nunca me abandona del todo.Y por si fuera poco, ahora tengo algo más grande sobre mis hombros: Ramón caerá muy pronto. Tengo pruebas suficientes para hundirlo, y aunque me alegra que sufra las consecuencias de sus actos, no puedo compartir nada de esto con Valeria por ahora. Su salud es lo primero.Empujo la silla de ruedas en la que Valeria va sentada mientras ella se queja, como una niña pequeña.—Esto es ridículo, Alessandro. Puedo caminar, ya no soy una niña. No necesito una silla de ruedas. —Su ceño fruncido es tan tierno que no puedo evitar sonreír.—Los papeles han cambiado, mocosa. —Le devuelvo la sonrisa mientras miro hacia mis propias piernas—. Ahora soy yo el que sigue de pie. No pienso fingir más.Valeria me mira con sorpresa, pero luego esboza una pequeña sonrisa antes de dejar salir una risa ligera.—¿Cómo has aguantado tanto tiempo fi
AlessandroMientras Lucas y yo nos subimos al auto, siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo. Algo no está bien con él, pero no puedo permitirme confiar en este instante. Tengo que jugar con astucia si quiero sacar la verdad.—Solo voy a hablar contigo —dice Lucas mientras cierra la puerta—. No quiero a nadie más presente y eso incluye a tu amigo, el imbécil.La rabia burbujea dentro de mí al escuchar su tono despectivo hacia Matteo, pero respiro hondo. Conozco a mi primo, si lo presiono demasiado, terminará por no decirme nada. Tengo que ir con cuidado. Entonces, hago un pequeño gesto de asentimiento y arranco el auto, dirigiéndome a un terreno alejado donde solo estaremos nosotros dos.Por mucho que me cueste admitirlo, sé que no puedo dejar que esta conversación suceda sin alguien más escuchando. Aprovechando un momento en el que Lucas no está prestando atención, saco mi teléfono y le envío un mensaje a Matteo en el que solo pongo “No vayas a hablar” y entonces marco el número
ValeriaHan pasado varios días desde que me dieron de alta del hospital. He estado siguiendo las indicaciones del médico al pie de la letra, lo que significa descansar mucho, alimentarme bien y evitar cualquier tipo de estrés. Me he dado cuenta que Alessandro parece distraído desde el día que fue a encontrarse con Matteo, ese mismo en el que salí del hospital, sin embargo cada vez que le pregunto me dice que no es nada.Él no se separa de mi lado, y aunque me hace sentir más segura, hay algo que me inquieta constantemente.Miro la pantalla de mi teléfono una vez más, repasando los tres mensajes que recibí en los últimos días. El primero llegó hace cuatro días, justo después de salir del hospital: “Cuídate y mantente alerta, las cosas solo están empezando”. En ese momento, lo atribuí a alguna mala broma, alguien que tenía mi número y quería asustarme, pero no lo mencioné a nadie. Pensé que lo mejor era ignorarlo.El segundo mensaje fue más específico: “No confíes en todos a tu alreded
AlessandroHan pasado cinco días desde mi última conversación con Lucas, cinco días en los que Matteo y yo quedamos colgando de sus palabras. El detective no se ha movido sin verificar las nuevas pruebas, pero necesitamos a Lucas, su testimonio es crucial. Sin embargo, parece que la tierra se lo tragó. Nadie ha visto ni oído nada de él, y eso empieza a preocuparme. No porque me importe mi primo, sino porque lo necesitamos. Es frustrante, pero no puedo detenerme ahora.Por si fuera poco, los malditos mensajes que Valeria recibió durante dos días han desaparecido sin dejar rastro. Estamos en un limbo, sin saber quién los manda ni qué busca. El número es desechable y no hemos podido rastrear nada. Pero hoy no tengo tiempo para pensar en eso; Hoy llevaremos a cabo el plan contra Ramón, y nada puede fallar.No le dijo nada a Valeria. Es mejor así. No quiero preocuparme. Prefiero que descanse y se recupere sin más sobresaltos. Me levanto temprano, preparo todo en silencio y le digo a Rosa
ValeriaLas imágenes en la televisión me tienen hipnotizada. Todos los canales están transmitiendo la misma noticia: Alessandro Rossi, el hombre que había fingido estar en una silla de ruedas durante cinco años, camina de nuevo. La revelación fue un shock, pero no tanto como la captura de Ramón Rossi, su propio tío, acusado de orquestar el accidente que mató al padre de Alessandro .Me siento inquieta, nerviosa. Desde que todo esto comenzó, no pudo ponerme en contacto con Alessandro. He llamado decenas de veces, pero mi teléfono sigue sin recibir respuesta. A mi lado, Rosa me observa con preocupación. Puedo sentir su mirada comprensiva, casi maternal.—Tienes que tranquilizarte, niña —me dice suavemente, colocando una mano firme sobre mi hombro—. Estresarte no le hará ningún bien al bebé.Me tomo el abdomen con ambas manos, como si pudiera proteger a mi bebé del caos que parece desbordarse a mi alrededor. Intento calmarme, respirar hondo, pero siento una opresión en el pecho que no s