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AlessandroMientras Lucas y yo nos subimos al auto, siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo. Algo no está bien con él, pero no puedo permitirme confiar en este instante. Tengo que jugar con astucia si quiero sacar la verdad.—Solo voy a hablar contigo —dice Lucas mientras cierra la puerta—. No quiero a nadie más presente y eso incluye a tu amigo, el imbécil.La rabia burbujea dentro de mí al escuchar su tono despectivo hacia Matteo, pero respiro hondo. Conozco a mi primo, si lo presiono demasiado, terminará por no decirme nada. Tengo que ir con cuidado. Entonces, hago un pequeño gesto de asentimiento y arranco el auto, dirigiéndome a un terreno alejado donde solo estaremos nosotros dos.Por mucho que me cueste admitirlo, sé que no puedo dejar que esta conversación suceda sin alguien más escuchando. Aprovechando un momento en el que Lucas no está prestando atención, saco mi teléfono y le envío un mensaje a Matteo en el que solo pongo “No vayas a hablar” y entonces marco el número
ValeriaHan pasado varios días desde que me dieron de alta del hospital. He estado siguiendo las indicaciones del médico al pie de la letra, lo que significa descansar mucho, alimentarme bien y evitar cualquier tipo de estrés. Me he dado cuenta que Alessandro parece distraído desde el día que fue a encontrarse con Matteo, ese mismo en el que salí del hospital, sin embargo cada vez que le pregunto me dice que no es nada.Él no se separa de mi lado, y aunque me hace sentir más segura, hay algo que me inquieta constantemente.Miro la pantalla de mi teléfono una vez más, repasando los tres mensajes que recibí en los últimos días. El primero llegó hace cuatro días, justo después de salir del hospital: “Cuídate y mantente alerta, las cosas solo están empezando”. En ese momento, lo atribuí a alguna mala broma, alguien que tenía mi número y quería asustarme, pero no lo mencioné a nadie. Pensé que lo mejor era ignorarlo.El segundo mensaje fue más específico: “No confíes en todos a tu alreded
AlessandroHan pasado cinco días desde mi última conversación con Lucas, cinco días en los que Matteo y yo quedamos colgando de sus palabras. El detective no se ha movido sin verificar las nuevas pruebas, pero necesitamos a Lucas, su testimonio es crucial. Sin embargo, parece que la tierra se lo tragó. Nadie ha visto ni oído nada de él, y eso empieza a preocuparme. No porque me importe mi primo, sino porque lo necesitamos. Es frustrante, pero no puedo detenerme ahora.Por si fuera poco, los malditos mensajes que Valeria recibió durante dos días han desaparecido sin dejar rastro. Estamos en un limbo, sin saber quién los manda ni qué busca. El número es desechable y no hemos podido rastrear nada. Pero hoy no tengo tiempo para pensar en eso; Hoy llevaremos a cabo el plan contra Ramón, y nada puede fallar.No le dijo nada a Valeria. Es mejor así. No quiero preocuparme. Prefiero que descanse y se recupere sin más sobresaltos. Me levanto temprano, preparo todo en silencio y le digo a Rosa
ValeriaLas imágenes en la televisión me tienen hipnotizada. Todos los canales están transmitiendo la misma noticia: Alessandro Rossi, el hombre que había fingido estar en una silla de ruedas durante cinco años, camina de nuevo. La revelación fue un shock, pero no tanto como la captura de Ramón Rossi, su propio tío, acusado de orquestar el accidente que mató al padre de Alessandro .Me siento inquieta, nerviosa. Desde que todo esto comenzó, no pudo ponerme en contacto con Alessandro. He llamado decenas de veces, pero mi teléfono sigue sin recibir respuesta. A mi lado, Rosa me observa con preocupación. Puedo sentir su mirada comprensiva, casi maternal.—Tienes que tranquilizarte, niña —me dice suavemente, colocando una mano firme sobre mi hombro—. Estresarte no le hará ningún bien al bebé.Me tomo el abdomen con ambas manos, como si pudiera proteger a mi bebé del caos que parece desbordarse a mi alrededor. Intento calmarme, respirar hondo, pero siento una opresión en el pecho que no s
EmiliaTodo se desmorona ante mis ojos. El maldito Alessandro ha vuelto a caminar, ¡maldita sea! Y ahora, después de tantos años manteniendo todo bajo control, mi cómplice, Ramón, se ha dejado capturar como el idiota que es. Lo veo en las noticias, una y otra vez, repitiendo la misma imagen: Ramón siendo escoltado por la policía, esposado y con el rostro pálido, mientras la prensa se arremolina a su alrededor como una jauría hambrienta. Esto no puede estar pasando, no después de todo lo que he sacrificado para llegar aquí.Siento una presión en el pecho, como si no pudiera respirar. Clara está junto a mí, su rostro desencajado, con los ojos llenos de terror. Siempre ha sido débil, siempre ha necesitado que la guía, que le muestre el camino. Pero ahora, incluso yo siento cómo la desesperación me ahoga.— ¿Qué vamos a hacer, mamá? —susurra Clara, su voz temblorosa, casi un sollozo—. ¡Si Ramón habla, lo perderemos todo! ¡Nos delatará!Le lanzó una mirada furiosa. A veces, la estupidez d
AlessandroCinco horas, ese es el tiempo que ha pasado desde que Emilia se llevó a Valeria. Toda la ciudad está movilizándose en su búsqueda, están revisando cámaras, haciendo retenes, de todo. Pero nada ha resultado.El nudo en mi estómago parece crecer con cada segundo que pasa. Las palabras de Emilia resuenan en mi cabeza una y otra vez, como una m*****a pesadilla de la que no puedo despertar. Sé que ella tiene a Valeria, sé que está jugando conmigo, y la furia que arde en mi interior amenaza con desbordarse en cualquier momento. Cada fibra de mi ser grita por encontrar a mi esposa, por salvarla, pero cada pista que tenemos parece llevarnos a un callejón sin salida.Mi teléfono ha estado sonando sin parar, pero no me importa. Solo hay una persona que puede tener las respuestas que necesito, y esa persona está en una celda,seguro riéndose de mi desesperación.—¡Quiero hablar con él! —le exijo al detective, sin molestarse ni siquiera en bajar la voz. El hombre me observa con una me
¡MINI MARATÓN! AQUÍ LES DEJO EL TERCERO DEL DÍA! ValeriaDespierto lentamente, mi cabeza tarde con un dolor sordo que se extiende hacia mi cuello. Me siento confusa y aturdida, como si estuviera emergiendo de un sueño febril. Cuando abro los ojos, me recibe la oscuridad. Parpadeo varias veces, tratando de enfocar, pero la luz que entra por una rendija en el techo es tenue, apenas suficiente para distinguir lo que me rodea.Mi respiración se acelera al darme cuenta de dónde estoy. Un sótano, frío y húmedo. Las paredes están sucias, cubiertas de moho, y el suelo es un amasijo de tierra y piedras que parecen clavarse en mi piel. Intento moverme, pero algo me detiene; mis muñecas están atadas con cadenas que resuenan en un eco metálico cuando tiro de ellas. Siento un nudo en el estómago, y no es solo por el hambre. Es miedo, miedo puro y crudo.Mi mente se acelera tratando de recordar. Lo último que veo es el rostro desencajado de Emilia y la oscuridad que me tragó después del golpe.
AlessandroEstoy sentado en mi despacho, tamborileando los dedos contra el escritorio, con la mente al borde del colapso. Ha amanecido jorder, es la m*****a madrugada. Pasan ya casi 12 horas desde que Valeria desapareció y cada minuto sin saber de ella me está matando. Matteo tiene a todo su equipo analizando las cámaras de la ciudad, buscando el rastro del maldito coche que se llevó a Emilia de la mansión, pero el tiempo pasa y no hay noticias. Ni una sola pista. Y yo me siento impotente, atrapado en mi propia rabia y desesperación.El teléfono en mi mano no ha dejado de sonar; llamadas de los socios, del detective, pero ninguna de la única persona a la que quiero escuchar. Valeria. Mi pecho se siente como si fuera a explotar, y la presión en mi cabeza es constante, casi insoportable. La voz del detective resuena en mi cabeza: “Haremos lo posible, pero estas cosas llevan tiempo”. Tiempo que Valeria y mi bebé no tienen.Matteo me llamó más temprano para informarme que mi abuelo se h