Segundooooo mis cariñitoooos!!! Besoooooos
RamónEstoy sentado en mi sillón de cuero, en el salón de mi casa, con una copa de whisky en la mano. La noche es cálida, pero la ansiedad que me consume es mucho más intensa. Hoy es uno de esos días en los que siento que todo está a punto de estallar, y la única cosa que me calma es la sensación del poder que tengo en mis manos.En cuanto escucho el timbre, una sonrisa maliciosa asoma en mis labios. Sé que es ella. La secretaria de Valeria. Una chica nerviosa y débil, fácil de manipular, especialmente cuando tienes en tus manos la vida de alguien que ama.Me levanto y abro la puerta para recibirla. Laura entra al salón con pasos vacilantes, nerviosa, como siempre. El miedo en sus ojos es palpable, y eso es justo lo que más disfruto. Me acerco a ella con calma, midiendo cada uno de mis pasos. Ella no levanta la vista hasta que estoy prácticamente frente a ella.—Espero que esta vez me traigas algo que valga la pena, Laura —digo, en tono frío y autoritario—. Ya sabes lo que está en jue
Estoy observando a través del parabrisas cómo Ramón empuja a Laura, la secretaria de Valeria, fuera de la casa. Puedo ver cómo la pobre mujer se derrumba, sollozando desconsolada en medio de la calle. Es casi irónico; Aquí estamos, viendo cómo ese desgraciado trata a la gente como basura mientras planeamos su caída. Pero no puedo evitar sentir una punzada de algo más cuando veo la expresión de Valeria. Está sentada a mi lado, muy callada. Su postura tensa me lo dice todo, y la confirmación llega cuando, con voz baja, me dice:—No me parece estar viendo a una villana, parece... otra víctima.Tiene razón, pero no me dejo llevar por la empatía tan fácilmente como ella. Mi instinto me dice que primero debo asegurarme de que esa mujer no esté jugando en ambos lados. No puedo permitirme cometer errores.—Tal vez lo sea —le contesto, sin apartar la mirada de la escena—, pero antes de dejarnos llevar por lo que vemos, quiero estar seguro.Saco mi celular de inmediato y le mando un mensaje a Ma
ValeriaEs el día siguiente y siento como si todo el mundo estuviera girando a mi alrededor, literalmente. Me he levantado con mareos y náuseas, lo que achaco al estrés y a todo lo que ha estado ocurriendo últimamente. Trato de mantenerme firme mientras paso la mañana en la oficina fingiendo que todo está en orden. Laura, mi secretaria, ha estado comportándose como siempre, aunque noto un cierto nerviosismo en ella, tal vez porque ha comenzado a sospechar que algo anda mal. No ha mencionado nada que me alerte, pero sé que hoy tendremos nuestra oportunidad para descubrir la verdad.A media mañana, Lorenzo pasa a recogerme de la empresa para llevarme al despacho de Matteo, donde Alessandro ya me espera. Al entrar, lo primero que veo es su sonrisa, esa sonrisa enorme que ilumina su rostro en cuanto me ve. Mi cuerpo reacciona al instante, siento cómo el calor sube por mi piel y el corazón se me acelera. No puedo evitar recordar la cena de anoche, lo atento y romántico que fue... Sé que
AlessandroEl odio que siento hacia mi tío Ramón ha crecido más allá de lo imaginable. Saber que este monstruo estuvo cerca de mí toda mi vida, manipulando todo a su antojo, me revuelve el estómago. Mientras veo cómo Matteo se lleva a Laura, la secretaria, hacia el detective, mi mente está en otro lugar. Solo puedo pensar en el dolor, en la traición, en cómo hemos estado a merced de Ramón sin darnos cuenta.Me giro para mirar a Valeria, que ha estado inquietantemente callada desde hace rato. Algo no está bien. La veo, frunciendo el ceño, y me doy cuenta de que está más pálida de lo normal. Hay sudor en su frente. Frunzo el ceño.—Valeria, ¿Estás bien?—ella lejos de contestarme aprieta los ojos con fuerza. Algo está mal, y mi preocupación crece por lo que nono dudo ni un segundo en levantarme de la estupida de ruedas,—¿Mocosa? —mi voz sale con una mezcla de urgencia y miedo.Ella finalmente abre los ojos y levanta la vista hacia mí, pero su mirada está apagada, adolorida. Apenas par
ValeriaEl sonido de los monitores y el leve zumbido de las máquinas me hacen abrir los ojos con lentitud. Al principio, no sé dónde estoy. Miro a mi alrededor, confundida, y cuando veo las paredes blancas y el tenue olor a desinfectante, mi corazón da un vuelco. Estoy en un hospital. Me incorporo con dificultad, sintiendo un leve mareo que me hace apoyar una mano en la cama. ¿Qué hago aquí? Mi mente está desordenada, y el miedo comienza a crecer dentro de mí.—¿Qué… qué pasó? —murmuro para mí misma.En ese momento, la puerta se abre, y un hombre entra. Lo reconozco de inmediato. Es el doctor Leonardo, el médico de confianza de Alessandro.—Doct… Doctor Leonardo, ¿qué hago aquí? —le pregunto con urgencia, mi voz temblorosa—. ¿Qué ha pasado?El doctor se acerca, su expresión es serena, pero noto una pizca de preocupación en sus ojos.—Primero, ¿cómo te sientes, Valeria? —me pregunta, estudiando mi rostro con atención.—Me siento desorientada… —respondo, tratando de poner en orden los f
Valeria“Tienes dos meses de embarazo… Casi tienes un aborto”Las palabras no dejan de repetirse en mi mente mientras me acomodo mejor en la cama, simplemente para hacer algo de tiempo e intentar procesar lo que me dicen. es que —¿Cómo es posible..? —La pregunta sale de mi en un susurro, pero sé que Alessandro, quién no se ha movido de su lugar a mi lado, me ha escuchado porque aclarandose un poco la garganta me dice:—Bueno, usualmente esto es lo que ocurre cuándo el hombre pone su miembro sin protección dentro de la vag…—¡Oh Dios, detente!—le digo, sintiendo como me pongo roja en el acto y viendo como él sonríe con burla.La frustración y los nervios empiezan a llenarme y tengo que cerrar los ojos por un segundo para no terminar gritando, pues no sé cómo manejar no sé cómo manejar todas las emociones que estoy sintiendo. Por un lado, siento algo cálido y casi reconfortante al pensar que hay una vida creciendo dentro de mí, pero, por otro lado, el miedo me envuelve, aplastando cual
AlessandroCamino hasta la camilla donde Valeria está acostada, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho, lleno de una mezcla de miedo y rabia contenida. Leonardo nos ha dejado en la expectativa, pero no puedo soportar más esta incertidumbre. Necesito respuestas. Me acerco a él, tratando de mantener la calma en mi voz, aunque por dentro soy un mar de emociones.—Leonardo, no puedes soltar algo como eso sin explicarte mejor —le digo, apretando los puños. Miro de reojo a Valeria, quien está más pálida que nunca, el miedo reflejado en sus ojos me perfora el alma. No puedo verla así, tan asustada.—Hay… hay algo mal con mi bebé? —susurra Valeria, su voz apenas un susurro, y puedo sentir cómo mi pecho se aprieta más con esas palabras.Leonardo levanta la vista de sus papeles y nos observa a ambos con una mirada calmada, pero sé que lo que va a decir no va a ser fácil de escuchar. —No, no con el bebé —dice con firmeza. Y mi cuerpo se relaja solo un poco, pero no lo suficiente. No hemos te
Salir del hospital con Valeria fue un alivio, aunque no dejo de sentir la tensión bajo mi piel. Ella está mejor, sí, pero la preocupación nunca me abandona del todo.Y por si fuera poco, ahora tengo algo más grande sobre mis hombros: Ramón caerá muy pronto. Tengo pruebas suficientes para hundirlo, y aunque me alegra que sufra las consecuencias de sus actos, no puedo compartir nada de esto con Valeria por ahora. Su salud es lo primero.Empujo la silla de ruedas en la que Valeria va sentada mientras ella se queja, como una niña pequeña.—Esto es ridículo, Alessandro. Puedo caminar, ya no soy una niña. No necesito una silla de ruedas. —Su ceño fruncido es tan tierno que no puedo evitar sonreír.—Los papeles han cambiado, mocosa. —Le devuelvo la sonrisa mientras miro hacia mis propias piernas—. Ahora soy yo el que sigue de pie. No pienso fingir más.Valeria me mira con sorpresa, pero luego esboza una pequeña sonrisa antes de dejar salir una risa ligera.—¿Cómo has aguantado tanto tiempo fi