Esas palabras que había escuchado Emma de la boca de Max, hizo que algo en ella emergiera, no sabía lo que era, pero le gustó como le hizo sentir. Puso su mano encima de la suya y acarició sus nudillos, luego, extendió su mano y acarició su mejilla, barriendo después la línea húmeda de las lágrimas.—Oh, Max, —la voz de Emma se quebró, —Eres lo mejor que me ha dado la vida, y créeme, es algo que no puedo explicar con palabras, tengo miedo, —se llevó la mano al vientre—Tengo un sentimiento que me abruma aquí—señaló su pecho—y no sé si pueda, tengo mucho, pero mucho miedo, Max—él negó.—No tienes por qué tener miedo, amor, aquí estaré a tu lado, estamos en esto los dos, jamás me iré, te lo prometo, —ella asintió lentamente con lágrimas de nuevo cayendo por sus mejillas, luego tiró de él para abrazarlo, y él correspondió, —Te amo, Max, te amo como nunca pensé qué podría hacerlo. —escuchar lo acababa de decir Emma, lo llenó de emoción, alegría, ella no solía expresar de esa manera sus sen
“—Tienes aproximadamente doce semanas de gestación.” Las palabras de la doctora Palmer hicieron que el cerebro de Max trabajara a marcha dura, buscando la fecha en la que aproximadamente habían concebido al pequeño milagro.—En tu luna de miel y en mi despedida de soltero. —susurró Max mirando la pantalla, luego miró a Emma, quien tenía el ceño arrugado.— ¿Qué? —dijeron al mismo tiempo la doctora y Emma en dirección a Max.—Lo concebimos aquella noche de…—Emma lo interrumpió.—No es apropiado hablar de esto en este momento. —sus mejillas se habían sonrojado, Emma se había sorprendido por la sacada de cuentas exprés de parte de Max, ella apenas estaba asimilando que tenía un milagro creciendo en su vientre.—Lo siento, lo siento, puede seguir revisando, queremos saber más. —dijo Max de inmediato, siguió tomando la mano de Emma y luego regresaron su mirada hacia la pantalla.—Bueno, déjenme felicitarlos, es un verdadero milagro, —la doctora pareciera estar aún sorprendida, pero al mism
Emma había despertado finalmente de su siesta, pareció ser eterno, pero ahora sabía el motivo por el cual tenía sueño. Sonrió débilmente y adormilada, aun cuando descansó su mano sobre su vientre aún plano, se levantó y fue en busca de Max, pensó que estaría a su lado durmiendo, pero no era así. Se arregló. Bajó las escaleras y vio la espalda de Max caminando hacia el elevador, arrugó su ceño. Al llegar al último escalón, miró que había bajado hasta el lobby. — ¿A qué irá al lobby? —se preguntó, curiosa. Se arregló con sus dedos el cabello medio alborotado, para después alisar su pantalón, luego su blusa, tenía puesto sus zapatillas deportivas. Miró, el comedor listo para una cena. Sonrió, sintió como su estómago hizo ruido en señal de tener mucha hambre. Se mordió el labio y miró hacia el elevador, decidió ir en su búsqueda. Así que bajó hacia el lobby, cuando las puertas se abrieron, se quedó con sus ojos muy abiertos, aterrorizada con la escena que estaba viendo, había gente intent
Adler al escuchar aquellas palabras de la boca de Emma, lo conmovieron. Cerró los ojos y las lágrimas llegaron a él, un sentimiento abrumador se expandió por todo su pecho, finalmente tendría el privilegio de conocer a un nieto antes de partir de este mundo. — ¿Qué pasa? —preguntó Max alertado, se levantó y se acercó a él para abrazarlo. —Tranquilo, tranquilo, no quiero que te pongas mal, padre. —Es emoción, es felicidad, —sollozó Adler, Emma hizo un puchero con sus labios intentando no llorar con él, tenía los sentimientos a flor de piel y más ahora que había aceptado tener un bebé, ser una madre, y ahora es cuando entendió que realmente no estaría sola, Max y su padre, eran de buenos sentimientos, ellos cuidarían de ella y del bebé, sin duda. Emma ya empezó a llorar sin hacer ruido, solo se cubrió la boca para evitar soltar un sollozo, no quería interrumpir la escena frente a ella, el padre y el abuelo de su bebé. Se llevó una mano a su vientre bajo, aun plano, y siguió en silencio
Max esperó brevemente una respuesta de Emma, pero ella era un mar de llanto, entonces llegó el «Sí» entre lágrimas, él tomó su mano y puso el anillo en su dedo anular, ella lo miró y se abalanzó para abrazarlo por el cuello y, así se quedaron por unos minutos, él la siguió escuchando sollozar contra su hombro para después, ocultar su rostro debajo de su cuello, las lágrimas empezaron a detenerse, entonces Emma salió de su escondite y se limpió las mejillas con ambas manos, solo quedaron los suspiros entrecortados, miró el anillo y se dio cuenta de la belleza de este. —Es hermoso, cariño. —Max se estremeció al escuchar como lo había llamado, le encantaba este tipo de muestras de cariño de ella, aunque era reservada, le encantaba ver cómo poco a poco se estaba abriendo con él. —Sí, bastante, ha estado por generaciones en la familia de los Müller, —se estiró y dejó un beso en su frente. Al separarse, se quedó mirando a los ojos de Emma— ¿Preparada para pasar tu vida a mi lado?—Emma se m
Irina estaba sentada en la cama de aquella habitación del hospital. Su mirada estaba perdida en algún punto de la pared frente a ella. Se repitió una y otra vez que había hecho bien, debía de quitar las piedras de su camino, y aunque sintió un pequeño remordimiento, este se esfumó de inmediato.Se llevó su mano de manera inconsciente a su vientre y cerró los ojos, había conseguido chantajear a una enfermera con una cuantiosa cantidad de dinero para interrumpir el embarazo.Había aprendido que debía de hacer lo que fuese para conseguir su objetivo, y el bebé, solo sería un obstáculo, no necesitaba deformar su cuerpo, no tenía el instinto materno, y no le gustaba para nada los niños. Además, no debían de enterarse de que el hijo, no llevaba la sangre de la familia de los Müller. La puerta se abrió y apareció Horacio, te tenía el rostro descompuesto, sus ojos rojos e hinchados, señal de haber llorado. Se aclaró la garganta, y se enderezó, cerró la puerta detrás de él y miró en silencio
Emma había devorado su plato de comida, se sintió tan satisfecha que sintió que podría dormir el resto del día. Max sonrió cuando una mesera puso el plato de postre frente a ella, y sus ojos se abrieron con sorpresa.—Yo no he pedido postre—murmuró Emma, luego miró a Max quién sonreía. —Fuiste tú. —él asintió.—Es bajo en azúcar, así que puedes comerlo, pero no será a diario, quiero que se alimenten sanamente. —tomó un tenedor y partió un poco de aquel cheescake de queso con fresa, se le hizo agua a la boca. Emma no pudo más y se llevó un poco en su tenedor, cerró los ojos y gimió, estaba delicioso. Al abrirlos, notó como la mirada de Max había cambiado.—Está delicioso. —le explicó, y sonrió. — ¿De aquí a dónde iremos? Me tienes intrigada.—Iremos de compras, necesito comprar unas cosas que necesito, y tú necesitarás ropa nueva, en unos meses, no te cerrarán los pantalones.—Puedo ir después, no es necesario hacerlo ahora.—Quiero hacerlo contigo hoy, ¿Para qué esperar más?—Emma acep
Emma miró alrededor de la habitación que compartía con Max, se sorprendió al ver que eran muchas bolsas de compras, se sentó en la alfombra y comenzó a sacar ropa de maternidad de una, sus dedos acariciaron la tela de aquel vestido morado, no se imaginó en qué lugar o evento podría usarlo, pero lo que si se imaginó fue la barriga que estaría cubriéndolo, este pensamiento, hizo que se llevara la mano a su vientre plano, empezó a preocuparse por qué no se le notaba aún, ya estaba saliendo del primer trimestre de embarazo y aún no resaltaba algo por ahí. El sonido de una llamada de su celular, la distrajo de sus pensamientos. Con su mano buscó dentro del bolsillo de su pantalón, al ver la pantalla, una sonrisa apareció en sus labios, era Jack Bradford. Debía de pensar que estaba trabajando a estas horas. Deslizó el botón para contestar.—Emma Spencer—anunció.—Emma, buenas tardes, espero no molestar en tus horas laborales...—Hola, Jack, no se preocupe, no estoy trabajando en este moment