Jack Bradford había llegado casi diez minutos antes, necesitaba repasar lo que quería hablar con Emma, se llevó su mano a su pecho cuando sintió una opresión, arrugó su ceño, extrañado como alertado, tomó un poco de aire y lo retuvo un par de segundos para después soltarlo lentamente entre los dientes. ¿Qué era? ¿Una señal de que tiene que hacerse otro chequeo? —Señor Bradford, ¿Necesita algo más? —preguntó el manager del restaurante, pero no obtuvo una respuesta de inmediato, un momento después se dio cuenta Jack que le habían preguntado algo. —Oh, perdón, —Jack suspiró — ¿Decías? —Si necesita algo más. —respondió amablemente. —Sí, todo bien, espero a alguien. Es más, quisiera más agua fría, por favor. —En un momento, señor Bradford. —se retiró dejándolo a solas. Jack miró el reloj y ya era exactamente las siete de la noche, y no había señal de Emma. Marcó al secretario Min. — ¿Sí, señor?—contestó Min al otro lado de la línea. — ¿No has visto a Emma por ahí?—Min se asomó por el
Emma despertó poco a poco, sintió un fuerte dolor de cabeza y cuando enfocó, vio a Max a su lado, estaba aferrado a su mano, lo contempló en silencio mientras él tenía fija su mirada en el vientre de ella, aunque aún no se veía un bulto, él sabía que estaba ahí, aferrándose a mamá. Levantó su mano y acarició el vientre por encima de la sábana, suavizó su mirada y sus ojos se cristalizaron de nuevo, intentó retener las lágrimas.— ¿Estamos… bien? —la voz de Emma era ronca, Max se exaltó y de inmediato le puso una gran sonrisa, siguió aferrado a su mano y comenzó a besar sus nudillos.—Están bien, —Emma, al escuchar esas palabras, cerró sus ojos y suspiró, se llevó su otra mano a su vientre y la puso encima de la mano de él.—Estamos bien, —susurró, luego abrió sus ojos y miró a Max. — ¿Qué ha pasado?—Has tenido una amenaza de aborto, pero es un milagro, dice el doctor, se ha aferrado a ti, —Emma alzó sus cejas con sorpresa—Se aferró a nosotros.—Dios mío, —sollozó.—Tranquila, tranqui
Emma tomó un bocado pequeño de gelatina, Max esperó a que comiera mientras la observó detenidamente, se veía tranquila, había dormido hasta las cuatro de la madrugada, tenía mucha hambre así que él había conseguido algo ligero.— ¿Estás bien? No has dormido. —preguntó Emma al verlo callado y con la mirada cansada.—Estoy bien—susurró, luego llevo la cuchara con más gelatina a su boca, ella sonrió antes de abrirla, se sentía cuidada por parte de Max y eso le encantó.— ¿Por qué estás tan callado? ¿Ha pasado algo que no sé?—Max claramente se tensó, había repasado todo lo que le había contado Emma acerca del tema de su padre y era casi nulo. Emma terminó de comer y siguió mirando a Max que se había quedado con la cuchar, perdido en sus pensamientos. — ¿Amor?Max salió de su nube y sonrió débilmente.—Está todo bien, —se aclaró la garganta —Por cierto, ha vendió Jack Bradford, se ha enterado de que estabas en urgencias, y ha venido a verte, pero ya no aceptaron después de mí a qué alguien
Elaine suspiró una vez que entró al auto. Cerró sus ojos y sintió una tranquilidad que no se esperó. No pensó encontrarse con el jefe de Emma, ahora, claramente no era solo el jefe, aquel que se presentó en el departamento cuando vivió temporalmente con ella, sintió que había algo más, pero por supuesto que sí era así. La forma sobre protectora al darse cuenta de su presencia, y la forma en que la había buscado hasta el estacionamiento. El hombre no era cualquiera, él estaba en la vida de su hija por aquel destino. — ¿Ya podemos irnos? —preguntó el hombre de traje que estaba sentado frente a ella, Elaine tomó un poco de aire y lo dejó escapar entre dientes. Abrió sus ojos y lo miró fijamente sin decir nada unos momentos. — ¿Qué tanta urgencia tienes? —le espetó, irritada. —Sé qué tienes un pasado, pero este pasado está empezando aburrirme, Elaine. —contestó el hombre retirándose la bufanda que tenía alrededor de su cuello, y luego se ajustó el marco de sus lentes de aumento. —Tenem
Una semana después, fue la tercera revisión y había sido totalmente positiva, esto hizo que Emma pudiese respirar finalmente con tranquilidad, después de todo lo que había pasado. Max pareció también estar tranquilo pero esto fue después de que el doctor respondiera muchas preguntas acerca de dudas que tenían sobre qué hacer y no. Esta noche lo celebrarían comiendo en un restaurante, pero aunque por Max, preferiría cenar en casa, quería que ella pudiese hacer algo distinto después de estar en semanas de reposo encerrada en el ático.— ¿Quieres ensalada? —preguntó Max mirando aun el menú en sus manos, Emma levantó la mirada del suyo y arrugó su ceño, él cuando la miró, notó el desconcierto. — ¿No?— ¿Crees que se me antoja una ensalada? Ensalada en la casa, —Max sonrió, divertido. —Quiero carne. Mucha carne. —la sonrisa de él se esfumó.—Moderadamente.—Tu hijo o hija, quiere carne. No quiero ensalada, es más, quiero papas fritas, —se le hizo agua a la boca solo de imaginar muchas papa
Las puertas del elevador se abrieron una vez que llegó Emma al ático, pero su inquietud pudo más, así que volvió a presionar el botón para regresar de nuevo hasta el estacionamiento subterráneo del edificio, las puertas volvieron a cerrarse mientras ella se aferró al cordón de su bolso, uno que cruzó por enfrente de su pecho, sus uñas tamborearon mientras su mirada se quedó en los números.Momentos después, las puertas se abrieron en el estacionamiento, pero ellos no estaban ahí, donde los había dejado hace unos momentos, giró su rostro y los buscó, entonces los vio. Estaban conversando, Max estaba de espalda, podía ver a Irina limpiándose las lágrimas.—Solo están conversando, paranoica. —murmuró para sí misma, se dio la vuelta y regresó al elevador, presionó el botón y se recargó en el barandal de acero sintiéndose una tonta. Ellos debían de estar hablando y arreglando sus asuntos pendientes, por lo que había visto, Irina estaba llorando, debía de ser difícil ver a tu ex prometido c
Emma se quedó fría en su lugar, como una estatua, su rostro se volvió pálido, tan pálido que podría decirse que su sangre se había drenado en ese momento totalmente. Jack salió del baño y cuando llegó a su lado, notó a Emma callada, siguió su mirada que la tenía en el celular de él, y luego miró de nuevo hacia ella.— ¿Qué es lo que…?—no terminó la oración cuando Emma lo interrumpió.—Llévame con Max, ahora por favor. —sus dientes tiritaban de un frío que la había invadido.— ¿Con…? ¿Con Max? —balbuceó, Jack. Emma giró su rostro hacia él lentamente y trató de no sobresaltarse, se llevó la mano a su vientre de manera inconsciente y se dio cuenta Jack. —Emma, por favor. —tragó saliva con dificultad.—Quiero que me lleves con Max, por favor, —Jack iba a hablar, pero ella siguió—O yo misma buscaré en cada hospital de la ciudad…—su voz era determinada, su semblante cambió a uno cargado de decisión.—Con una condición, —dijo Jack preocupado, —Tienes que intentar hacer todo lo posible para e
Las olas estrellándose se escucharon de fondo en aquella oscuridad, luego el graznido de las gaviotas, entonces sintió como los dedos de los pies se hundieron en la arena. Max abrió los ojos y sintió la brisa acariciarlo, su mirada siguió observando a su alrededor, era como estar soñando.—Max—un susurro llegó a él, era la voz de una mujer. —Max—de nuevo, miró de nuevo a su alrededor y entonces la vio. Era ella. Aquella mujer quien lo había abandonado. Ella sonreía. No entendió por qué estaba ahí, en su sueño.—Madre—susurró, como si desde esa distancia pudiese escucharlo, y fue así, ella se acercó sonriendo aún.—Has crecido, pequeño—Max sintió una opresión en su pecho, el nudo en su garganta apareció impidiendo siquiera decir algo más. La mujer levantó la mano y con cautela la acercó al rostro de él, esperó su autorización para tocarlo, él asintió como un niño. Ella suavizó su mirada y suspiró. —Sí que has crecido…Maxi. —Max cerró sus ojos y disfrutó esa caricia, una que hace muchos