Irina estaba sentada en la cama de aquella habitación del hospital. Su mirada estaba perdida en algún punto de la pared frente a ella. Se repitió una y otra vez que había hecho bien, debía de quitar las piedras de su camino, y aunque sintió un pequeño remordimiento, este se esfumó de inmediato.Se llevó su mano de manera inconsciente a su vientre y cerró los ojos, había conseguido chantajear a una enfermera con una cuantiosa cantidad de dinero para interrumpir el embarazo.Había aprendido que debía de hacer lo que fuese para conseguir su objetivo, y el bebé, solo sería un obstáculo, no necesitaba deformar su cuerpo, no tenía el instinto materno, y no le gustaba para nada los niños. Además, no debían de enterarse de que el hijo, no llevaba la sangre de la familia de los Müller. La puerta se abrió y apareció Horacio, te tenía el rostro descompuesto, sus ojos rojos e hinchados, señal de haber llorado. Se aclaró la garganta, y se enderezó, cerró la puerta detrás de él y miró en silencio
Emma había devorado su plato de comida, se sintió tan satisfecha que sintió que podría dormir el resto del día. Max sonrió cuando una mesera puso el plato de postre frente a ella, y sus ojos se abrieron con sorpresa.—Yo no he pedido postre—murmuró Emma, luego miró a Max quién sonreía. —Fuiste tú. —él asintió.—Es bajo en azúcar, así que puedes comerlo, pero no será a diario, quiero que se alimenten sanamente. —tomó un tenedor y partió un poco de aquel cheescake de queso con fresa, se le hizo agua a la boca. Emma no pudo más y se llevó un poco en su tenedor, cerró los ojos y gimió, estaba delicioso. Al abrirlos, notó como la mirada de Max había cambiado.—Está delicioso. —le explicó, y sonrió. — ¿De aquí a dónde iremos? Me tienes intrigada.—Iremos de compras, necesito comprar unas cosas que necesito, y tú necesitarás ropa nueva, en unos meses, no te cerrarán los pantalones.—Puedo ir después, no es necesario hacerlo ahora.—Quiero hacerlo contigo hoy, ¿Para qué esperar más?—Emma acep
Emma miró alrededor de la habitación que compartía con Max, se sorprendió al ver que eran muchas bolsas de compras, se sentó en la alfombra y comenzó a sacar ropa de maternidad de una, sus dedos acariciaron la tela de aquel vestido morado, no se imaginó en qué lugar o evento podría usarlo, pero lo que si se imaginó fue la barriga que estaría cubriéndolo, este pensamiento, hizo que se llevara la mano a su vientre plano, empezó a preocuparse por qué no se le notaba aún, ya estaba saliendo del primer trimestre de embarazo y aún no resaltaba algo por ahí. El sonido de una llamada de su celular, la distrajo de sus pensamientos. Con su mano buscó dentro del bolsillo de su pantalón, al ver la pantalla, una sonrisa apareció en sus labios, era Jack Bradford. Debía de pensar que estaba trabajando a estas horas. Deslizó el botón para contestar.—Emma Spencer—anunció.—Emma, buenas tardes, espero no molestar en tus horas laborales...—Hola, Jack, no se preocupe, no estoy trabajando en este moment
Jack Bradford había llegado casi diez minutos antes, necesitaba repasar lo que quería hablar con Emma, se llevó su mano a su pecho cuando sintió una opresión, arrugó su ceño, extrañado como alertado, tomó un poco de aire y lo retuvo un par de segundos para después soltarlo lentamente entre los dientes. ¿Qué era? ¿Una señal de que tiene que hacerse otro chequeo? —Señor Bradford, ¿Necesita algo más? —preguntó el manager del restaurante, pero no obtuvo una respuesta de inmediato, un momento después se dio cuenta Jack que le habían preguntado algo. —Oh, perdón, —Jack suspiró — ¿Decías? —Si necesita algo más. —respondió amablemente. —Sí, todo bien, espero a alguien. Es más, quisiera más agua fría, por favor. —En un momento, señor Bradford. —se retiró dejándolo a solas. Jack miró el reloj y ya era exactamente las siete de la noche, y no había señal de Emma. Marcó al secretario Min. — ¿Sí, señor?—contestó Min al otro lado de la línea. — ¿No has visto a Emma por ahí?—Min se asomó por el
Emma despertó poco a poco, sintió un fuerte dolor de cabeza y cuando enfocó, vio a Max a su lado, estaba aferrado a su mano, lo contempló en silencio mientras él tenía fija su mirada en el vientre de ella, aunque aún no se veía un bulto, él sabía que estaba ahí, aferrándose a mamá. Levantó su mano y acarició el vientre por encima de la sábana, suavizó su mirada y sus ojos se cristalizaron de nuevo, intentó retener las lágrimas.— ¿Estamos… bien? —la voz de Emma era ronca, Max se exaltó y de inmediato le puso una gran sonrisa, siguió aferrado a su mano y comenzó a besar sus nudillos.—Están bien, —Emma, al escuchar esas palabras, cerró sus ojos y suspiró, se llevó su otra mano a su vientre y la puso encima de la mano de él.—Estamos bien, —susurró, luego abrió sus ojos y miró a Max. — ¿Qué ha pasado?—Has tenido una amenaza de aborto, pero es un milagro, dice el doctor, se ha aferrado a ti, —Emma alzó sus cejas con sorpresa—Se aferró a nosotros.—Dios mío, —sollozó.—Tranquila, tranqui
Emma tomó un bocado pequeño de gelatina, Max esperó a que comiera mientras la observó detenidamente, se veía tranquila, había dormido hasta las cuatro de la madrugada, tenía mucha hambre así que él había conseguido algo ligero.— ¿Estás bien? No has dormido. —preguntó Emma al verlo callado y con la mirada cansada.—Estoy bien—susurró, luego llevo la cuchara con más gelatina a su boca, ella sonrió antes de abrirla, se sentía cuidada por parte de Max y eso le encantó.— ¿Por qué estás tan callado? ¿Ha pasado algo que no sé?—Max claramente se tensó, había repasado todo lo que le había contado Emma acerca del tema de su padre y era casi nulo. Emma terminó de comer y siguió mirando a Max que se había quedado con la cuchar, perdido en sus pensamientos. — ¿Amor?Max salió de su nube y sonrió débilmente.—Está todo bien, —se aclaró la garganta —Por cierto, ha vendió Jack Bradford, se ha enterado de que estabas en urgencias, y ha venido a verte, pero ya no aceptaron después de mí a qué alguien
Elaine suspiró una vez que entró al auto. Cerró sus ojos y sintió una tranquilidad que no se esperó. No pensó encontrarse con el jefe de Emma, ahora, claramente no era solo el jefe, aquel que se presentó en el departamento cuando vivió temporalmente con ella, sintió que había algo más, pero por supuesto que sí era así. La forma sobre protectora al darse cuenta de su presencia, y la forma en que la había buscado hasta el estacionamiento. El hombre no era cualquiera, él estaba en la vida de su hija por aquel destino. — ¿Ya podemos irnos? —preguntó el hombre de traje que estaba sentado frente a ella, Elaine tomó un poco de aire y lo dejó escapar entre dientes. Abrió sus ojos y lo miró fijamente sin decir nada unos momentos. — ¿Qué tanta urgencia tienes? —le espetó, irritada. —Sé qué tienes un pasado, pero este pasado está empezando aburrirme, Elaine. —contestó el hombre retirándose la bufanda que tenía alrededor de su cuello, y luego se ajustó el marco de sus lentes de aumento. —Tenem
Una semana después, fue la tercera revisión y había sido totalmente positiva, esto hizo que Emma pudiese respirar finalmente con tranquilidad, después de todo lo que había pasado. Max pareció también estar tranquilo pero esto fue después de que el doctor respondiera muchas preguntas acerca de dudas que tenían sobre qué hacer y no. Esta noche lo celebrarían comiendo en un restaurante, pero aunque por Max, preferiría cenar en casa, quería que ella pudiese hacer algo distinto después de estar en semanas de reposo encerrada en el ático.— ¿Quieres ensalada? —preguntó Max mirando aun el menú en sus manos, Emma levantó la mirada del suyo y arrugó su ceño, él cuando la miró, notó el desconcierto. — ¿No?— ¿Crees que se me antoja una ensalada? Ensalada en la casa, —Max sonrió, divertido. —Quiero carne. Mucha carne. —la sonrisa de él se esfumó.—Moderadamente.—Tu hijo o hija, quiere carne. No quiero ensalada, es más, quiero papas fritas, —se le hizo agua a la boca solo de imaginar muchas papa