Un Beso Inesperado y Un Momento de Peligro

La tarde estaba fresca y agradable cuando Valeria y Daniel decidieron dar un paseo por el parque cercano. Las hojas crujían bajo sus pies mientras caminaban, inmersos en una conversación animada. Hablaban de sus planes para el fin de semana y compartían anécdotas divertidas del trabajo. La atmósfera era relajada y cómoda, como si hubieran hecho esto durante años.

Mientras seguían caminando, llegaron a un mirador que ofrecía una vista panorámica de la ciudad al atardecer. Las luces comenzaban a encenderse en los rascacielos, creando un ambiente mágico. Valeria se apoyó en la baranda, admirando el paisaje urbano.

Daniel se acercó a su lado y permaneció en silencio por un momento, observando la ciudad junto a ella. Luego, dirigió su atención a Valeria, con una expresión intensa, pero llena de suavidad.

—La vista desde aquí es impresionante, ¿verdad? —comentó Valeria con una voz tierna y nerviosa, aunque le sonreía.

—Definitivamente lo es. Pero ¿sabes qué es aún más impresionante? —respondió Daniel, también nervioso.

Valeria levantó una ceja, intrigada por su comentario. Antes de que pudiera preguntar, Daniel tomó suavemente su rostro entre las manos y la miró a los ojos con una intensidad que le recorrió la columna vertebral.

Sin previo aviso, Daniel inclinó la cabeza y capturó los labios de Valeria en un beso tierno pero apasionado. El mundo pareció detenerse por un instante mientras Valeria se dejaba llevar por la sorpresa y la emoción del momento.

Cuando finalmente se separaron, sus ojos se encontraron, chispeando con una mezcla de asombro y deseo. Daniel acarició su mejilla con el pulgar, sus dedos rozando su piel con delicadeza.

—Valeria, desde que comenzamos a trabajar juntos en aquel proyecto urgente, supe que había algo especial entre nosotros. Esta conexión, esta chispa que compartimos, es algo que no puedo ignorar —le susurró Daniel al oído.

Valeria se quedó sin palabras, sus emociones brillando en su mirada. El beso había sido inesperado, pero tan cálido y genuino que le dejó sin aliento.

—Daniel, yo... esto también lo he sentido. No solo en el trabajo, sino en cada momento que compartimos juntos —respondió Valeria con voz suave.

—Entonces, ¿puedo interpretar que este beso fue una sorpresa agradable? —preguntó Daniel, esbozando una sonrisa.

—Definitivamente fue una sorpresa, pero una de las mejores que he tenido. Aunque va contra mis principios... si mis padres te vieran o me vieran hacer esto, me regañarían. Este es mi primer beso contigo, la primera vez que beso a un hombre como tú y que no siento ningún rechazo de parte de ti, siento que es un beso reciproco —dijo Valeria, riendo suavemente.

—Me alegra escucharlo. Valeria, quiero que sepas que estoy dispuesto a explorar lo que sea que está surgiendo entre nosotros. Nuestros padres lo entenderán, y los míos también. Nuestro amor es más fuerte —añadió Daniel, acariciando sus mejillas.

—Yo también. No sé a dónde nos llevará esto, pero estoy emocionada de descubrirlo contigo —afirmó Valeria, mientras lo besaba de nuevo, y sus labios se fundían en un abrazo.

El atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos y dorados mientras Valeria y Daniel permanecían en el mirador, con las manos entrelazadas. Habían cruzado un umbral inesperado, uniendo sus corazones en un beso que marcaba el inicio de un nuevo amor en su relación. En medio de la sorpresa y la emoción, habían encontrado un momento de conexión y sinceridad que fortalecería aún más su vínculo.

Días después, ambos decidieron tomarse un descanso después de tanto trabajo. Una tarde, mientras disfrutaban de un merecido descanso en un parque cercano, la conversación tomó un giro inesperado.

—Sabes, nunca pensé que trabajar contigo en este proyecto me llevaría a conocer una parte tan diferente de ti —comentó Valeria, mirando el cielo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Daniel, curioso.

—Descubrí que detrás de ese exterior serio y analítico, hay alguien que valora la pasión y la creatividad. Es como si hubiéramos encontrado un equilibrio perfecto —añadió Valeria, sonriendo.

—Creo que ambos hemos aprendido mucho el uno del otro en este proceso. No solo sobre trabajo, sino también sobre nosotros mismos —dijo Daniel, pensativo.

—Exactamente, y eso me hace preguntarme... ¿qué más podríamos descubrir si seguimos explorando? —dijo Valeria, asintiendo.

—¿Qué estás sugiriendo? —preguntó Daniel, mirándola fijamente.

—Sugiero que tal vez podríamos darle una oportunidad a lo que estamos sintiendo. Hemos demostrado que podemos superar desafíos juntos, ¿por qué no explorar esta conexión que hemos construido? —propuso Valeria, serena.

—Valeria, admito que esto es completamente inesperado, pero no puedo negar que siento una conexión especial contigo. Creo que vale la pena explorar lo que podría surgir entre nosotros —dijo Daniel con una suave sonrisa.

—Me alegra escuchar eso, Daniel. No estamos exentos de desafíos, pero si enfrentamos lo desconocido juntos, quién sabe qué podríamos descubrir —respondió ella, entusiasmada.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo el horizonte con tonos dorados y naranjas. Valeria y Daniel se dieron cuenta de que estaban a punto de embarcarse en una nueva fase de su relación, una que los llevaría más allá de los roles de compañeros de trabajo.

Con los días, su romance floreció en medio de las luces de la ciudad y los momentos compartidos. Descubrieron que, además de ser compañeros creativos y colaboradores eficientes, eran dos almas que se complementaban de manera hermosa.

Todos en la oficina se dieron cuenta que los rumores del romance eran verdaderos entre Valeria y Daniel.

La oficina estaba llena de susurros y miradas furtivas. Todos sabían que el romance entre Valeria y Daniel había dejado de ser un rumor y se había convertido en una realidad innegable. La chispa que había comenzado con un proyecto compartido se había transformado en una relación apasionada y evidente. Sin embargo, no todos estaban contentos con esta situación, y entre ellos, Eva, una compañera de trabajo, era la más resentida.

Eva había observado cómo Valeria se ganaba el corazón de Daniel, y la envidia se había arraigado en su corazón. Incapaz de soportar ver a Valeria prosperar tanto en su carrera como en su vida personal, decidió actuar.

Una tarde, mientras Daniel revisaba unos informes en su oficina, Eva entró con una expresión preocupada y decidida.

—Daniel, necesito hablar contigo sobre algo muy serio —dijo Eva, cerrando la puerta detrás de ella.

Daniel levantó la vista, sorprendido por el tono grave de Eva.

—¿Qué sucede, Eva? —preguntó, dejando los informes a un lado.

—Es sobre Valeria. Creo que hay algo que deberías saber —empezó Eva, con una voz temblorosa, como si estuviera debatiendo si debía continuar.

El ceño de Daniel se frunció levemente, sintiendo una incomodidad creciente.

—¿Qué es lo que quieres decir? —insistió, sin poder ocultar la preocupación en su voz.

—No sé cómo decírtelo, pero... vi algo que no debería haber visto. Vi a Valeria robando dinero de la empresa —soltó Eva, con voz temblorosa pero firme.

Daniel se quedó inmóvil, incrédulo por lo que acababa de escuchar.

—¿Qué estás diciendo? Eso no tiene sentido. Valeria jamás haría algo así —respondió con incredulidad.

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