Finalmente, la Oficial Martínez se inclinó hacia adelante, su voz firme pero calmada.—Eva, ¿sabe usted quién robó el dinero?Eva dudó por un segundo, sus ojos se desviaron ligeramente antes de responder.—Si, fue Valeria una de las empleadas de Daniel, ella robo dinero —dijo, pero su voz temblaba y el detector de mentiras marcó un pico abrupto.—¿Usted vio que fue ella? —Dijo con determinación.—No, es que a mi me mandaron un video anónimo, donde salía ella —dijo Eva.—Pero no se le ve la cara. ¿Cómo esta tan segura que es Valeria la del video? —Pregunto la oficial.—Porque es una mujer ambiciosa —dijo Eva.La Oficial Martínez se recostó en su silla, cruzando los brazos. El silencio en la habitación era abrumador.—Bien, eso es todo por ahora —dijo la oficial, quitando los sensores de los dedos de Eva—. Puede regresar a la sala principal.Eva salió de la habitación, sus piernas apenas sosteniéndola. Sabía que algo no estaba bien, pero intentó mantener la compostura mientras se unía a
La ambulancia llegó al hospital en tiempo récord. Los médicos la llevaron rápidamente a la sala de emergencias, y Daniel se quedó fuera, incapaz de hacer más que esperar, su corazón latiendo con fuerza y su mente llena de una mezcla de miedo, culpa y un amor que se había vuelto innegable.Mientras Daniel caminaba de un lado a otro en la sala de espera, recordó cada momento que había compartido con Valeria, desde sus primeras interacciones llenas de tensión hasta los recientes días de incertidumbre y peligro. La realidad lo golpeó con fuerza: Valeria había arriesgado todo por él, y él había estado a punto de perderla para siempre.Finalmente, un doctor salió de la sala de emergencias, su rostro serio, pero no desesperado. Daniel corrió hacia él, su corazón a punto de estallar.—¿Cómo está? ¿Va a sobrevivir? —preguntó, casi sin aliento.El doctor respiró hondo antes de responder.—Está muy grave, pero estable. Tiene múltiples fracturas y una hemorragia interna que hemos logrado controla
El vuelo transcurrió en un silencio tenso para Eva. Cada ruido, cada movimiento de los pasajeros a su alrededor, la mantenía al borde del pánico. Pero, por suerte, nadie parecía prestarle atención. Era solo una más entre los viajeros que se dirigían a Nueva York.Cuando el avión aterrizó, Eva sintió un alivio momentáneo. Se levantó rápidamente, agarrando su bolso con fuerza mientras esperaba para desembarcar. El aeropuerto JFK estaba lleno de vida, con personas moviéndose en todas direcciones, y Eva se permitió pensar que ese caos podría jugar a su favor. Aquí, en medio de la multitud, era menos probable que alguien la reconociera o que la policía la encontrara tan rápido.Pasó por el control de pasaportes sin problemas y recogió su maleta en la cinta transportadora. Su siguiente paso era desaparecer por completo, y para eso, necesitaba un lugar donde nadie pudiera encontrarla. Salió del aeropuerto y tomó un taxi, dándole la dirección de un pequeño hotel en Queens, lejos del bullicio
Un suave rayo de luz se colaba por la ventana de la habitación del hospital cuando Valeria comenzó a agitarse. Su respiración se volvió más profunda, y lentamente abrió los ojos, parpadeando mientras trataba de acostumbrarse a la claridad de la habitación. Lo primero que vio fue a Daniel, sentado a su lado, su rostro reflejando una mezcla de alivio y preocupación.—Valeria… —susurró Daniel, acercándose un poco más—. ¿Cómo te sientes?Valeria lo miró con ojos aún adormilados, tratando de recordar lo que había pasado. Luego, la realidad la golpeó de lleno, y sus recuerdos del accidente volvieron como un torrente.—¿Qué… qué sucedió? —preguntó, su voz un poco débil—. Recuerdo que íbamos a cruzar la calle… y luego… todo se volvió borroso.Daniel tomó su mano con delicadeza, su expresión cargada de una preocupación que no podía ocultar.—Tuvimos un accidente, donde creo que me iban a matar a mí, pero tú me salvaste —le explicó con suavidad—. Un coche nos embistió cuando cruzábamos. Tú… tú
Los padres de Valeria dejaron que ella descansara mientras trataban de idear un plan para que ella pudiera estar con ellos.El suave pitido de los monitores y el murmullo lejano del hospital eran los únicos sonidos que acompañaban el sueño de Valeria. Afuera, el día avanzaba lentamente, mientras dentro de la habitación, sus padres se mantenían en silencio, intercambiando miradas preocupadas. Sabían que la situación era delicada y que forzarla solo podría alejar a Valeria aún más.Un par de horas más tarde, Valeria comenzó a despertar. Abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz suave que se filtraba por las cortinas. Se sentía débil, pero el dolor había disminuido gracias a los analgésicos que le administraban. Sus padres, que estaban sentados cerca, se acercaron en cuanto vieron que estaba despierta.—¿Cómo te sientes, hija? —preguntó su madre, con una mezcla de ternura y preocupación.Valeria les sonrió débilmente, tratando de tranquilizarlos.—Estoy… mejor —respondió con v
Con eso, Valeria y Daniel se despidieron del hospital y de los padres de Valeria. La salida fue silenciosa, pero no incómoda. Había una especie de paz en el ambiente, una sensación de que, a pesar de todo, las cosas estaban tomando el rumbo correcto.Valeria sintió el aire fresco del exterior cuando salió del hospital, una brisa suave que le recordó lo agradable que era estar fuera después de tantos días.—Prometo que haré todo lo posible para que te sientas cómoda y puedas recuperarte pronto.Valeria le devolvió la sonrisa, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaría bien.—Confío en ti, Daniel —dijo con sinceridad.Estaba a punto de subirse al coche de Daniel cuando, de repente, un mareo inesperado la hizo tambalearse. Su cuerpo, aún débil por la operación y la falta de actividad, no estaba completamente listo para sostenerla.Antes de que pudiera reaccionar, Daniel ya estaba a su lado, sus manos firmes sosteniéndola por la cintura. La fuerza de su agarre la estabil
Finalmente cae la noche y Daniel se encuentra en su elegante habitación con un escritorio lleno de papeles importantes, sentado en su escritorio mientras el sol este a 1 minutos de que se oculte en el horizonte. Su rostro está tenso, la preocupación por la situación de Valeria es evidente. Con un suspiro profundo, toma su teléfono móvil y marca el número de la Oficial Martínez, buscando respuestas a las preguntas que lo han atormentado.La llamada se conecta, y después de unos segundos, la voz de la Oficial Martínez se oye al otro lado de la línea. — Hola, Daniel. ¿En qué puedo ayudarte? —Dijo Oficial Martínez con voz profesional pero cansada— Hola, Oficial Martínez. Quería saber si han tenido algún avance en la búsqueda de Eva —dice Daniel con una nota de frustración en su voz.— Lamentablemente, no hemos encontrado a Eva. Ella ha desaparecido y es muy difícil dar con su paradero en este momento. Aparentemente, ha logrado evadir nuestras búsquedas hasta ahora — Agrego la Oficial Ma
Valeria sonrió, sintiendo un calor reconfortante al escuchar su oferta. —Un desayuno típico con todo, suena perfecto. Aún no he tenido la oportunidad de probar las nuevas opciones del menú del restaurante cercano, o tambien venden en esta empresa, casi no me has enseñado toda tu empresa —.—Todavía tenemos tiempo para ir a un restaurante, que esta cerca de la empresa, para que comas lo que quieras yo te pagare el desayuno, por eso no te preocupes —dijo Daniel.—Esta bien, ahora entiendo porque no quisiste que desayudáramos en tu mansión —dijo Valeria con una sonrisa pícara.El aire fresco de la tarde acariciaba sus rostros mientras Valeria y Daniel caminaban juntos hacia el restaurante cercano. El bullicio de la ciudad se sentía distante, como si solo existieran ellos dos en ese momento. Las calles, normalmente llenas de gente y ruido, parecían más tranquilas, casi cómplices de la conexión que empezaba a florecer entre ellos.Valeria, todavía algo nerviosa por su regreso a la oficina,