―¿Qué te gustaría pedir? ―preguntó Daniel, sonriendo mientras revisaba el menú.Valeria lo miró, la emoción brillando en sus ojos.―Definitivamente quiero un brownie de chocolate y un café con leche. Y quizás… un trozo de tarta de chocolate.Daniel se echó a reír.―¿Estás segura de que no quieres pedir toda la repostería del lugar?Ella se sonrojó, divertida por su comentario.―Bueno, si pudiera, lo haría.Cuando el camarero se acercó, Valeria hizo su pedido con entusiasmo, y Daniel pidió un café negro y un croissant.Una vez que los platos llegaron, Valeria no perdió tiempo en hundir su tenedor en el brownie, disfrutando de cada bocado como si fuera un regalo divino.―Esto es increíble ―murmuró, con la boca llena.Daniel la observaba con una mezcla de cariño y admiración.―No puedo creer cuánto disfrutas de la comida. Es contagioso.Valeria levantó la vista, con un trozo de brownie suspendido en el aire.―¡Tienes que probarlo!Él tomó un pequeño bocado, y sus ojos se iluminaron.―Est
Poco después, llegaron a la cafetería. Daniel estacionó y se apresuró a abrir la puerta de Valeria.―Vamos, reina. El licuado de galleta está a solo unos pasos.Valeria sonrió, sintiéndose más animada. Mientras caminaban hacia la entrada, un aire fresco les envolvió, y la idea de disfrutar de algo delicioso le devolvió la energía.Al entrar, el aroma del café fresco y los productos horneados llenó el aire, y Valeria sintió que su malestar desaparecía poco a poco.―Aquí está, el licuado de galleta te espera ―dijo Daniel, guiándola hacia el mostrador.Valeria no podía esperar para pedirlo, y en ese instante, supo que, sin importar lo extraño de sus antojos, siempre tendría a Daniel a su lado, listo para hacer cualquier cosa por ella.Valeria se acercó al mostrador, su entusiasmo renovado mientras observaba el menú. Las opciones eran tentadoras, pero su mente solo se centraba en el licuado de galleta.―¡Hola! Quisiera un licuado de galleta, por favor ―dijo con una sonrisa a la barista.L
Daniel se levantó y la ayudó a levantarse, dándole un pequeño beso en la frente.―Vamos, te conseguiré agua y luego hablaré con los chicos. No te preocupes, te apoyaré en lo que necesites.Valeria sintió una oleada de gratitud mientras caminaban juntos hacia la puerta del baño. Sabía que, a pesar de los desafíos, siempre podría contar con Daniel para enfrentar cualquier cosa que viniera.Valeria regresó a su escritorio, la mente aún aturdida por la experiencia en el baño. Intentó concentrarse en los documentos frente a ella, pero las palabras comenzaron a desdibujarse. Era como si sus párpados tuvieran vida propia, pesados y listos para cerrarse.Con un suspiro, movió la carpeta de asuntos a un lado y apoyó la cabeza en el escritorio, buscando un breve momento de descanso. Sin darse cuenta de cuándo, el cansancio la superó y se quedó dormida, la oficina alrededor de ella continuando con su ritmo habitual.Unos minutos después, sintió una suave presión en su hombro. Abrió los ojos con
―¿Estás lista? ―preguntó, sus ojos brillando de amor y emoción.Ella sonrió, sintiendo mariposas en el estómago.―Listísima. Solo quiero que todo salga perfecto.Daniel tomó su mano, dándole un suave apretón.―Ya lo es, porque estamos juntos.Los padres de Valeria llegaron, seguidos de los padres de Daniel y los hermanos, Héctor, Diego, Gabriel, Mateo y Tyler, quienes no dejaban de intercambiar sonrisas y risas nerviosas entre ellos. Natalia, la mejor amiga de Valeria, llegó con una mirada de emoción y un ramo de flores en las manos.La ceremonia comenzó, y Valeria caminó hacia el altar, sintiendo el amor y la felicidad en cada paso. Los ojos de todos estaban fijos en ella y en Daniel, quien no podía apartar la vista de su novia.Después de intercambiar votos y promesas, el oficiante pronunció las palabras que tanto habían esperado.―Puedes besar a la novia.Daniel la tomó entre sus brazos, y en ese momento, el mundo desapareció. Su beso fue profundo y lleno de pasión, un símbolo de t
Cuando finalmente fue el turno de Daniel, él también abrazó a su familia, intercambiando sonrisas y promesas de que pronto se volverían a ver.―Nos vemos pronto, familia ―dijo, con una mirada brillante. ―Estamos listos para comenzar nuestra nueva vida juntos.Una vez que se despidieron de todos, Daniel tomó la mano de Valeria, llevándola hacia su auto. Ella miró hacia atrás, sintiendo una mezcla de nostalgia y emoción por lo que estaba por venir.Mientras conducían, la ciudad se desvaneció detrás de ellos, y el paisaje cambió a campos verdes y montañas majestuosas. Valeria sintió que su corazón latía con más fuerza a cada kilómetro que pasaban.―¿A dónde me llevas? ―preguntó con una sonrisa traviesa.Daniel la miró con complicidad.―Te prometí una sorpresa, y creo que te va a encantar.Finalmente, llegaron a un hermoso resort junto al mar. Las olas rompían suavemente en la playa, y las palmeras se mecían con la brisa. Valeria se quedó sin aliento ante la belleza del lugar.―Esto es… i
El edificio corporativo de Montero Enterprises era un coloso de vidrio y acero que dominaba el corazón de la ciudad. Los elevadores, cápsulas de cristal que se deslizaban silenciosamente entre los pisos, transportaban a los empleados con una eficiencia casi mecánica. En uno de estos elevadores, estaba a punto de ocurrir un encuentro que cambiaría el destino de dos vidas.Valeria Sánchez, con una carpeta de documentos en una mano y un café en la otra, se apresuró para entrar en el elevador en el último segundo. El sonido de las puertas cerrándose marcó el inicio de su ascenso, pero antes de que pudiera presionar el botón de su piso, la puerta se abrió de nuevo.Un hombre alto, de apariencia impecable y vestido con un traje hecho a medida, entró en el elevador con una confianza innata en cada paso. Su cabello oscuro, perfectamente peinado hacia atrás, reflejaba una meticulosidad envidiable. Sus ojos, profundos e intensos, recorrieron el interior del elevador antes de posarse en Valeria.
A medida que exploraban las obras de arte y compartían sus propias interpretaciones, Valeria se dio cuenta de que aquel encuentro inesperado estaba lejos de ser una simple coincidencia. Había algo en la forma en que Daniel la desafiaba e intrigaba que la mantenía cautivada.La visita a la galería culminó en una animada conversación frente a una pintura abstracta que parecía capturar la esencia de su interacción. Daniel le explicó cómo el artista había intentado transmitir la idea de conexiones imprevistas y momentos fugaces que pueden cambiar el curso de nuestras vidas. Valeria, completamente absorta en la conversación, conectó la pintura con su propio encuentro con Daniel en el elevador.—Es interesante cómo el arte puede reflejar experiencias tan personales y únicas —comentó Valeria, observando la pintura con nuevos ojos.—Exactamente. Y creo que eso es lo que hace que la vida sea tan fascinante, ¿no? —respondió Daniel con una sonrisa.Con el pasar de las horas, ambos se dieron cuen
Después de semanas de intenso trabajo y emociones compartidas, Valeria y Daniel decidieron tomarse un tiempo para ellos mismos. Querían celebrar la relación que habían construido, marcada por una conexión cada vez más profunda. Con ese objetivo en mente, planearon una cena romántica en un exclusivo restaurante de la ciudad.El restaurante estaba ubicado en un edificio histórico, con vistas panorámicas de la ciudad iluminada por la noche. Las luces brillantes y las velas en las mesas creaban un ambiente cálido y acogedor. Valeria llegó temprano, vestida con un elegante vestido rojo que realzaba su belleza natural, haciendo que cada mirada se centrara en ella.Cuando Daniel entró, se quedó sin aliento. La forma en que Valeria lo esperaba, radiante y envuelta en ese vestido rojo, lo dejó sin palabras. ¿Cómo había pasado de ser su secretaria a convertirse en la mujer que ocupaba todos sus pensamientos?Se acercó a ella con una sonrisa y admiración en los ojos.—Valeria, estás... impresiona