Promesas y Decisiones

Un suave rayo de luz se colaba por la ventana de la habitación del hospital cuando Valeria comenzó a agitarse. Su respiración se volvió más profunda, y lentamente abrió los ojos, parpadeando mientras trataba de acostumbrarse a la claridad de la habitación. Lo primero que vio fue a Daniel, sentado a su lado, su rostro reflejando una mezcla de alivio y preocupación.

—Valeria… —susurró Daniel, acercándose un poco más—. ¿Cómo te sientes?

Valeria lo miró con ojos aún adormilados, tratando de recordar lo que había pasado. Luego, la realidad la golpeó de lleno, y sus recuerdos del accidente volvieron como un torrente.

—¿Qué… qué sucedió? —preguntó, su voz un poco débil—. Recuerdo que íbamos a cruzar la calle… y luego… todo se volvió borroso.

Daniel tomó su mano con delicadeza, su expresión cargada de una preocupación que no podía ocultar.

—Tuvimos un accidente, donde creo que me iban a matar a mí, pero tú me salvaste —le explicó con suavidad—. Un coche nos embistió cuando cruzábamos. Tú… tú
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