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La Traición de Eva y la Injusticia Contra Valeria

Eva negó con la cabeza y sacó su teléfono móvil. Mostró a Daniel un video donde una figura femenina, con el cabello largo y oscuro, similar al de Valeria, entraba en la sala de archivos de la empresa y parecía manipular los documentos financieros.

—Mira esto, Daniel. La ropa, el cabello... todo coincide con Valeria. No quería creerlo, pero no puedo ignorar lo que vi —dijo Eva, intentando sonar compasiva, apenas la conoces, no sabes si es un ratera o no.

Daniel observó el video con detenimiento. La figura en el video se movía rápidamente, y aunque la calidad de la imagen no era perfecta, la ropa y el cabello coincidían inquietantemente con los de Valeria.

—No puede ser... —murmuró Daniel, tratando de racionalizar lo que veía.

Eva, sintiendo que su plan avanzaba, continuó con su discurso.

—Lo siento mucho, Daniel, pero todos en la oficina están hablando de esto. Han notado las coincidencias y están pidiendo que se investigue. Incluso sugieren que Valeria debería ser despedida por esto —añadió Eva, fingiendo pesar en su voz.

La mente de Daniel estaba en conflicto. Sabía que amaba a Valeria, que confiaba en ella, pero las pruebas que tenía ante sí sembraban dudas. El rostro de Valeria, su risa, su honestidad, todo pasó por su mente mientras miraba el video una vez más.

—Necesito hablar con Valeria sobre esto. No puedo tomar una decisión basada en un video que podría estar malinterpretado —dijo Daniel finalmente, tratando de mantener la calma.

—Entiendo que esto sea difícil para ti, pero debes actuar con rapidez. La reputación de la empresa está en juego, y no puedes permitir que algo así pase desapercibido —presionó Eva, intentando que Daniel tomara una decisión apresurada.

—Lo sé. Pero primero, necesito averiguar la verdad. Gracias por informarme, Eva —respondió Daniel, con una mezcla de frustración y determinación.

Eva asintió y salió de la oficina, dejando a Daniel solo con sus pensamientos. Mientras ella se alejaba, una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro. Había sembrado la semilla de la duda, y ahora solo tenía que esperar a que creciera.

Daniel, por su parte, sentía un nudo en el estómago. Amaba a Valeria y no quería creer en su culpabilidad, pero las circunstancias lo obligaban a enfrentar una situación difícil. Sabía que tenía que confrontar a Valeria, pero el solo pensamiento de hacerlo le partía el corazón.

Al día siguiente, la tensión en la oficina era palpable. Valeria, ajena a lo que estaba ocurriendo, notó las miradas extrañas y los murmullos a su alrededor. Cuando finalmente entró en la oficina de Daniel, la expresión en su rostro era de pura confusión.

—Daniel, ¿qué está pasando? ¿Por qué todos me están mirando así? —preguntó Valeria, con voz preocupada.

Daniel la miró a los ojos, buscando alguna señal que le indicara que todo era una confusión, que la mujer que amaba no podía ser capaz de lo que Eva insinuaba.

—Valeria, necesito que me digas la verdad. ¿Has estado involucrada en algo inapropiado en la empresa? —preguntó Daniel, tratando de mantener la calma.

Valeria lo miró, sorprendida y herida por la pregunta.

—¿Qué? Daniel, ¿de qué estás hablando? ¡Jamás haría algo que pusiera en peligro tu empresa! —exclamó Valeria, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Entonces, ¿cómo explicas este video? —dijo Daniel, mostrando la grabación que Eva le había dado.

Valeria observó el video con atención, su rostro reflejando una mezcla de incredulidad y confusión.

—Daniel, esa no soy yo. ¡Mira la calidad del video, ni siquiera se ve claramente el rostro! —respondió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Daniel quería creerle, quería aferrarse a la confianza que había tenido en ella desde el principio, pero las circunstancias lo hacían dudar.

—Valeria, te amo y quiero creer en ti, pero necesito pruebas de que no eres culpable. La junta directiva está presionando para que se tomen medidas. Por favor, ayúdame a esclarecer esto —pidió Daniel, con un tono desesperado.

Valeria, sintiendo las lágrimas acumulándose en sus ojos, asintió con firmeza.

—Lo haré, Daniel. Haré lo que sea necesario para demostrar mi inocencia. Esto es un malentendido, y juntos vamos a descubrir la verdad —respondió Valeria, con determinación.

A partir de ese momento, Daniel y Valeria se unieron en la búsqueda de la verdad, sabiendo que la relación y la reputación de ambos estaban en juego. Mientras tanto, Eva observaba desde las sombras de sus mismos ojos con oído y rencor, convencida de que su plan había dado resultado, sin darse cuenta de que la verdad, tarde o temprano, siempre sale a la luz.

 Eva se encontraba en su escritorio, observando cómo Daniel y Valeria salían de la oficina de él juntos, aparentemente unidos en su determinación de aclarar el malentendido. La furia ardía en su interior. No podía soportar que Daniel, a pesar de las pruebas que había presentado, todavía defendiera a Valeria. Su plan no estaba funcionando como esperaba, y la posibilidad de que Valeria pudiera salir ilesa de todo esto era intolerable.

Con el corazón lleno de resentimiento, Eva decidió tomar medidas más drásticas. Se levantó de su asiento y salió de la oficina para hacer una llamada que cambiaría todo, llamara la policía 1y exponer todo.

5 minutos después, en una sala privada, Eva marcó el número de la policía.

—¿Departamento de Policía? —respondió una voz al otro lado de la línea.

—Sí, soy Eva García, empleada de la empresa Montero & Asociados. Tengo evidencia de un robo significativo cometido por una de nuestras empleadas, Valeria Sánchez. Tengo videos que muestran claramente su implicación, y estoy solicitando que se tomen medidas inmediatas para arrestarla. Esta situación no puede esperar —dijo Eva, con voz firme y decidida.

La policía pidió que enviara la evidencia y, sin dudarlo, Eva les mandó los videos que había mostrado anteriormente a Daniel, junto con un mensaje que enfatizaba la gravedad de la situación.

—Les envío todo lo necesario. Por favor, vengan lo más pronto posible. La persona en cuestión podría intentar huir si se entera de que está siendo investigada —agregó Eva antes de colgar la llamada.

20 minutos después, se escucharon sirenas acercándose al edificio. La oficina entera quedó en silencio cuando varios policías entraron, dirigiéndose directamente hacia la oficina de Daniel.

Valeria y Daniel estaban discutiendo los próximos pasos cuando la puerta se abrió de golpe, y un grupo de policías entró con rostros serios y decididos.

—¿Qué significa esto? —preguntó Daniel, levantándose de su silla con alarma.

—Valeria Sánchez —dijo el oficial a cargo, dirigiéndose hacia ella—, queda arrestada por sospecha de robo de fondos de la empresa Montero & Asociados. Tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que diga podrá ser usado en su contra en un tribunal de justicia, si no tiene bogado, le mandaremos uno de oficio.

Valeria se quedó inmóvil, paralizada por la incredulidad.

—¡Esto es un error! ¡Yo no he hecho nada! —exclamó Valeria, mientras dos policías se acercaban para esposarla.

Daniel se interpuso, intentando detenerlos.

—¡Esperen! No pueden llevarse a Valeria, esto es una confusión. No tienen pruebas suficientes —dijo con desesperación.

El oficial jefe lo miró con calma, pero con firmeza.

—Señor Montero, hemos recibido una denuncia formal y evidencias que respaldan la acusación. La señora Sánchez debe acompañarnos a la comisaría. Si es inocente, esto se aclarará en la investigación —respondió, mientras los policías ponían las esposas en las muñecas de Valeria.

Valeria, con lágrimas en los ojos, miró a Daniel, esperando que hiciera algo para detener lo que estaba ocurriendo.

—Daniel, por favor... —susurró, con la voz quebrada.

—Voy a hacer todo lo posible para sacarte de esto, Valeria. Esto es una injusticia —dijo Daniel, tomando su mano por un breve momento antes de que los policías se la llevaran.

Los empleados de la oficina observaban con asombro y murmuraban entre sí mientras Valeria era escoltada fuera de la oficina. Eva, por su parte, observaba desde la distancia, sintiendo una retorcida satisfacción al ver a Valeria siendo llevada a la comisaría. Sin embargo, en su interior sabía que había cruzado una línea peligrosa.

Daniel, con la mandíbula apretada y los puños cerrados, se quedó mirando cómo se llevaban a Valeria. Sabía que tenía que actuar rápido, encontrar al verdadero culpable y limpiar el nombre de la mujer que amaba. Su corazón estaba destrozado, pero su determinación era firme. Valeria no permanecería en prisión ni un segundo más de lo necesario.

Mientras los policías se iban, Daniel se giró hacia Eva, quien no pudo ocultar una ligera sonrisa.

—Esto no ha terminado, Eva , de seguro tu llamaste—dijo Daniel con frialdad, comprendiendo que había algo más detrás de la supuesta evidencia.

Eva, aún saboreando su victoria momentánea, simplemente se encogió de hombros, ocultando su satisfacción detrás de una máscara de preocupación falsa.

—Solo quería hacer lo correcto, Daniel. Es lo mejor para la empresa —dijo, fingiendo un tono de inocencia.

Pero Daniel no era tonto. Sabía que las cosas no eran lo que parecían, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para desentrañar la verdad y liberar a Valeria de las acusaciones falsas que la habían llevado a la cárcel.

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