El malvado esposo ríe a carcajadas al escuchar las amenazas vanas del indigente que ahora viste de traje.
—Lárgate de mi vista y vuelve a la calle a recoger basura para que te alimentes. —arrojó con los dientes apretados.
Jandé se quedó con la boca abierta por la forma en que su esposo se dirige hacia su jefe Imanol. Ella está temblando de miedo y no se atreve a decir una palabra para evitar la batalla de miradas entre ambos hombres, bueno, en sí no puede pronunciar palabra alguna porque su garganta está presionada con los dedos del esposo.
—¿Qué esperas? ¡Vete antes de que te eche a patadas! —volvió a ordenar con autoridad.
Imanol no se detuvo y le soltó un puñetazo en el rostro. El hombre malvado alejó sus manos de la chica y quiso acercarse a Imanol para agarrarlo a golpes, sin embargo, este otro fue más listo y lo detuvo a tiempo, logrando lanzarlo al suelo y estabilizarlo.
―Escúchame bien, cabrón de m****a. Si tú le vuelves a poner un dedo encima a esta chica, te vas a arrepentir por el resto de tu vida. ―Le amenazó Imanol.
Seguidamente, lo tomó del cuello para levantarlo y lo echó fuera de la casa, no sin antes decirle que tienen un tema pendiente de que hablar del que no le puede mencionar una palabra a Jandé.
Imanol cerró de golpe la puerta, ha descubierto el secreto de esa pareja y ahora su sangre hierve de rabia por culpa del hombre que quiere dañar la reputación de su espléndida asistente.
Desde hace un tiempo él se siente atraído por Jandé, pero no se atreve a decirlo porque teme ser rechazado. Además, un suceso del pasado no le permite relacionarse de manera sentimental con las mujeres.
Ahora siente la necesidad de protegerla a toda costa y está dispuesto a ayudarla en lo que ella le pida con tal de alejarla de su malvado esposo.
―¿Te encuentras bien? —preguntó —Si lo prefieres, puedo llevarte al médico ― propuso, con hartas ganas, de abrazarla y consolar el nerviosismo que se le nota.
―Sí, estoy bien, jefe, afortunadamente no pasó a más. Le agradezco su inesperada visita, le juro que me ha salvado la vida y he de agradecerle por el resto de esta. Cualquier favor que necesite, no dude en hacérmelo saber y yo le ayudaré.
―Oh, no, no lo hagas. He llegado por casualidad, vine a dejarte tus cosas que dejaste olvidadas en el auto y para ser sincero no me ha gustado el acto que presencié.
―Gracias, jefe, por algo se me olvidaron, de lo contrario usted no habría venido y quizá ya estuviera lamentando haber llegado temprano a casa. ― Comentó con su voz entre cortada.
―Ni en broma digas eso, pero, ¿quién es ese hombre y por qué ha llegado aquí?
―Ese hombre… ese maldito es mi esposo. ― Mencionó Jandé con la mirada puesta en el suelo y llena de vergüenza.
―¿Esposo? ―preguntó, haciendo como si estuviera sorprendido.
En realidad, él no sabía que su asistente estaba casada. Fue hasta la noche anterior que él reconoció a Jandé en una fotografía que el hombre le mostró con el fin de que viera lo hermosa que era la chica con la que se acostaría por un buen pago. Por obvias razones, Imanol no molestó a Jandé y, cuando lo llevaron a la casa, solo pudo recostarse a su lado en silencio.
―Perdón, no sabía que estabas casada, tu apariencia te hace ver muy joven.
―Y lo soy, pero cometí el error de casarme a temprana edad y ahora lo estoy lamentando. Hoy en día me arrepiento de haber hecho caso omiso a las advertencias de mis padres, ellos tenían razón al decirme que Darío no se veía buena persona y yo me dejé llevar por las apariencias del hombre que me pretendía y juraba estar enamorado de mí incondicionalmente.
―¿A qué te refieres con advertencias? —consulta con interés.
―Oh, no, eso es algo muy personal y no creo que a usted le importe.
Jefe, disculpe que no le haya ofrecido nada, del susto que tuve me he quedado con la mente en blanco. ¿Quiere agua o le gustaría que le prepare un café?
―No te preocupes, ya yo tengo que marcharme a la empresa, aún me quedan unos pendientes. Espero que tu esposo no vuelva a aparecer, en su estado puede hacerte daño. ¿Si sabes que está borracho, verdad?
―De eso no hay duda, él aquí vive y no puedo hacer nada para impedir que en unas horas vuelva.
Imanol se marchó, pero no se confió y envió a varios hombres de seguridad para que vigilaran y no le permitieran la entrada al esposo de Jandé. Ella es su asistente y no va a permitir que un vividor se esté aprovechando de ella.
Al día siguiente, Jandé se presentó a trabajar. Su cuello está lleno de maquillaje para tratar de ocultar las huellas que dejaron los dedos de su esposo cuando le mantuvo presionado con el fin de que ella cediera a darle el dinero que él le estaba pidiendo para irse a sus juegos.
Imanol le informó que esta mañana irán a la reunión que desde hace unos días tienen programada con varios inversionistas. Es fuera de la ciudad y es probable que regresen hasta el día siguiente, es por eso que le pidió que llevara un poco de ropa por si eso sucede.
Sin imaginarse que ese viaje se vería interrumpido por un suceso inesperado que les obligará a sumergirse en una gran mentira que pronto les cambiará la vida.
Ahora que va en el auto, Jandé se siente muy apenada por el episodio que su jefe presenció ayer. Mientras que a Imanol le carcomen las ganas de preguntarle cuál es el problema que tiene con su esposo para que él la odie tanto y así ofrecerle su ayuda en lo que ella necesite.
Sumido en sus pensamientos estaba cuando le entró una llamada de la empleada doméstica de su casa, en la cual le informa que a su madre la han traslado hasta la clínica por problemas graves de salud y que se necesita su presencia con urgencia.
Imanol se quedó en silencio por un momento, está perturbado, pues su madre se veía en perfectas condiciones esta mañana y ahora le dan esa lamentable noticia. Luego de unos segundos que su mente se quedó en blanco, le dijo a la empleada que enseguida llegará a la clínica para estar a su lado. Su mundo se ha desmoronado, su madre es todo lo que él tiene y ahora se encuentra mal de salud y teme perderla. En sus manos se nota el miedo, estas tiemblan mientras presiona con mucha fuerza el timón. ―¿Qué ha pasado, jefe?—preguntó la chica que lo acompaña en el asiento de copiloto. ―Discúlpame, Jandé, sé que solo eres mi asistente en el trabajo. Pero ahora necesito desviarme porque mi madre me necesita, aunque si te sientes capaz de reunirte con los inversionistas, dímelo y te doy dinero para que te vayas en un taxi y al rato envío un chofer para que te traslade hacia el lugar de la reunión. ―No, señor, bueno, sé que soy capaz de dialogar con ellos sin ningún problema. Pero en este momento
Imanol está consciente de que se está metiendo en terreno peligroso y también está orillando a su asistente, que ha sido muy educada durante el periodo que ha trabajado en la empresa y ahora él mismo la ha metido en serios aprietos al presentarla como su novia. Esa acción lo hace sentir un perdedor, pero en realidad la situación grave de su madre lo obligó a tomar esa decisión precipitada. —Jandé, responde si estás dispuesta a darme un hijo, por favor. —pregunta con mucha desesperación porque teme que ella no esté de acuerdo con sus locuras de hombre inestable. ―Jefe, está loco si cree que aceptaré acostarme con usted solo para darle un hijo y engañar a su madre, eso no es correcto. Además, es la primera vez que interactuamos con escenas que no sean de trabajo, ¿no cree usted que es muy absurdo hacer lo que propone? ―Entiendo tu preocupación. Y precisamente a ese punto quiero llegar, no será necesario que siquiera nos toquemos en privado. Lo que necesito es alquilar tu vientre para
El hombre que acaba de entrar los observa con mucho interés, muestra una sonrisa de burla, mientras que Imanol lo fulmina con la mirada. —¿Qué haces en mi empresa? —Cuestiona acercándose a él y colocando a la chica detrás de su espalda. —¿No me vas a presentar a esta belleza? —dice el hombre con tono de picardía sin despegar la mirada que ha puesto con interés en Jandé. —Vete, sal de mi oficina en este momento y no vuelvas a poner un pie en mis empresas. Luego de una fuerte disputa entre Imanol y el hombre que llegó sin invitación, finalmente y gracias a la intervención de Jandé, los aires se calmaron. Ese es uno de los contrincantes de Imanol. Desde que estaban en la universidad estudiando, se convirtieron en rivales y todo por problemas entre los padres de ambos. —He regresado al país, me haré cargo de las empresas de mi padre y créeme que te haré pedazos en los negocios. —le advirtió el hombre antes de marcharse. Imanol le explicó a la chica el motivo de su enemistad, también
Jandé está sensible con la parte del divorcio con Darío, ahora que Imanol le ha dado a entender que ella no es agradable. Justo entonces es cuando recuerda las veces que su esposo le mencionó que no valía nada para él ni para sus padres que la borraron de su vida. Ahora se siente mucho peor porque cree que a los ojos de todos los hombres no es la indicada. Con sus últimas palabras, se puso de pie y se dirigió a la puerta. Solo faltan unos minutos para que la hora de salida se llegue y a ella no le importa incumplir en ese detalle. Tampoco se detuvo cuando su jefe le gritaba que dejara de actuar como una niña. ―¡Jandé, he dicho que te detengas! ―exclamó Imanol y corrió tras de ella para detenerla, sin imaginar lo que sucedería. ―¡Ah! ¡Pendejo, mira bien por dónde te vas a pisar! ―rezongó Jandé, sosteniendo una parte de la blusa que ha dejado sus pechos al descubierto. ―Lo siento, Jandé, no ha sido mi intención de … ―Cierra los ojos y voltéate, me has arruinado mi blusa. ¡Maldito, p
Sentado en el sillón, cerró sus ojos y aprovechó a descansar por mientras las damas regresan. Justo en ese momento los recuerdos del pasado volvieron a su mente, siendo un niño encerrado en una oscura y tenebrosa habitación en donde se mantiene encadenado al lado del cuerpo inerte de su padre. Una mujer le sigue apuntando con el arma y amenaza con dispararle a él también si no deja de pedir ayuda para rescatar al hombre. ―¡Hijo! ―Escuchó en medio de su sueño. ―¡No! ―Grita con fuerza —. ¡No le hagas daño! —súplica. ―Hijo, estoy aquí, soy tu mamá. La anciana se acercó a él y lo abrazó para que despertara de su mundo, pues ella sabe su pasado y los ataques de ansiedad que sufre en ocasiones. ―Perdón, mamá, creo que me quedé dormido y tuve una pesadilla. ―Se disculpó de inmediato y dedicó una sonrisa al ver el rostro pálido de Jandé que lo observa asustada. ―Pasemos a la mesa, no esperemos a que la comida se nos enfríe. ―Ordenó la anciana. Imanol prefirió ir al baño a lavarse el r
Imanol sonríe y se siente satisfecho, aunque un tanto avergonzado por lo que la chica deduce sobre su sexualidad debido a su actitud en contra de las mujeres. Él mintió, sí, mintió porque reconoce que no se puede enamorar y menos de una persona tan bella como Jandé. —Ahora que ya sabes mi secreto, te pido que lo guardes en lo más profundo de tu corazón, será terrible si mamá se entera. ―Pidió Imanol. La falsa pareja regresó al comedor y mostrándose muy contentos, le anunciaron a la anciana que han acordado celebrar la boda antes del fin de semana. Jandé sigue muy triste, ahora se le nota el cambio frente a Imanol. Ella anhelaba que su jefe se fijara en ella como mujer y se diera una oportunidad en el amor. Ahora está convencida de que eso es imposible y lo justifica con que durante los años que ella lleva trabajando a su lado jamás le ha visto una novia o quizá sepa esconder muy bien sus relaciones amorosas. «¡Qué desperdicio con el jefe, él es tan guapo!» ―piensa para sí misma
Para la hermosa Jandé ha sido de gran sorpresa encontrarse con Esteban. Hace unos días Imanol los presentó, pero jamás le comentó que su amigo es ginecólogo y precisamente quien hará la inseminación. ―Ah, bienvenida, mi preciosa bambi, pero ¿dónde está el idiota de tu pareja? Pensé que te acompañaría en este momento y por eso le estaba informando que todo estaba listo ya. — Entiendo — responde—. Él… él está afuera, yo… yo ahora vuelvo. —Agregó la chica muy avergonzada y, en medio de tartamudeos, de inmediato se escapó del consultorio. ―Uf, qué susto. ―Dijo finalmente al sentirse liberada lejos del médico. ―¿Qué ha pasado, Jandé? Estás pálida, ¿has visto un cadáver allí dentro? Bromea Imanol. Imaginándose la causa. ―Imbécil, dime que es una m*****a broma lo de tu amigo. ―Reclama entre dientes y dándole un golpe en el pecho. ―No lo es. ―Se disculpó Imanol muy apenado y nervioso. Cuando le comentó a su amigo sobre esa decisión, aquel le dijo que ambos deben estar muy seguros de l
A Imanol le duele escuchar que Jandé habla muy bien de su persona, aun cuando él la trata mal en ocasiones y la mantiene confundida. ―El señor Volkover es muy guapo, señorita Jandé. Y usted también lo es, seguro por eso la eligió a usted para compartir su vida. ―Comenta una de las chicas que la están consintiendo en peinados y maquillaje por órdenes de la anciana. ―Sí, sé que soy muy afortunada de convertirme en su esposa y lo mejor es que ambos estamos muy enamorados. ―Respondió Jandé. —Les deseo que un día encuentren a un hombre que las ame como Imanol me ama a mí—agregó con una sonrisa. Imanol las escucha en silencio hasta que una de las chicas se percató de su presencia y haciendo una reverencia de inmediato los dejaron a solas. ―Gracias por lo que estás haciendo, Jandé, solo espero que lo que acabas de decir no sea cierto. Te juro que esto es muy importante para mí y prometo en un futuro cercano recompensarte, no con amor, pero sí, dándote el puesto de vicepresidencia en la em