El sol apenas comienza a teñir el cielo con tonos dorados cuando Caleb se detiene en el límite de Stormwood, con su mochila de cuero colgada al hombro. El aire fresco de la mañana envuelve el bosque, y la brisa suave acaricia las hojas, como si la naturaleza misma se despidiera de él.Lía lo observa desde la distancia, con el corazón encogido. Sabía que este momento llegaría, pero eso no lo hace más fácil. Caleb siempre había sido su roca silenciosa, el amigo que estuvo a su lado incluso cuando el destino los obligó a tomar caminos diferentes.Con pasos lentos, se acerca a él. Caleb, con la mirada clavada en el horizonte, se gira al sentirla. Sus ojos oscuros la recorren con una mezcla de nostalgia y resignación.—¿De verdad tienes que irte? —susurra Lía, rompiendo el silencio.Caleb suspira, pasando una mano por su cabello desordenado.—Stormwood nunca ha sido mi hogar… y lo sabes. Mi lugar siempre ha estado con mi propia manada. Pero… —Hace una pausa, como si las palabras le pesaran
El sol comienza a ocultarse tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos ámbar y púrpura. El aire huele a tierra húmeda y leña encendida mientras la manada Stormwood se reúne en el claro central, el corazón del territorio. Las cicatrices de la batalla aún son visibles en algunas cabañas dañadas y en los cuerpos de aquellos que lucharon, pero la esperanza palpita en el ambiente, más fuerte que nunca.Lía observa desde la cima de una pequeña colina, con su hijo en brazos. El bebé duerme acurrucado contra su pecho, ajeno a las tensiones que han marcado los últimos días. Su cabello oscuro es una copia del de Einar, pero su pequeña nariz respingada y la curva suave de sus mejillas le recuerdan a Caleb. Ese pensamiento le arranca una punzada de melancolía, aunque la oculta rápidamente. Esta noche no hay espacio para el pasado… solo para lo que viene.Einar camina hacia ella con paso firme, sus heridas aún visibles bajo la camisa de lino blanca que viste. Aunque su cuerpo no ha sanado por co
El sol despuntaba sobre los bosques de Stormwood, bañando la manada con su luz dorada mientras el aire fresco de la mañana traía consigo la promesa de un nuevo comienzo. Aunque las cicatrices de la reciente batalla seguían marcando la tierra y los corazones, la vida continuaba. El instinto de supervivencia que los mantenía unidos ahora los impulsaba a prepararse para lo que pudiera venir.Desde lo alto de la colina, Einar observaba el claro donde los jóvenes de la manada se reunían en círculo. Sus ojos fríos y calculadores recorrían cada rostro con una mezcla de orgullo y determinación. Sabía que la paz era frágil… y que solo con preparación podrían mantenerla.—¡Formación! —rugió con voz firme.Los jóvenes se movieron rápidamente, adoptando las posiciones que habían aprendido en los entrenamientos básicos. Algunos aún tambaleaban, torpes en sus movimientos, pero la voluntad de aprender ardía en sus ojos.Lía lo observaba desde la distancia, con su hijo en brazos. Aunque su papel en l
Promesas Bajo la LunaLa noche envolvía Stormwood con su manto oscuro, bañando el bosque en una luz plateada que se filtraba entre las copas de los árboles. El viento silbaba suavemente, llevando consigo los ecos lejanos de la naturaleza que volvía a reclamar su paz después de tantas batallas.El campamento dormía, pero en la cabaña principal, dos almas permanecían despiertas.Lía se encontraba sentada junto a la ventana, con su hijo dormido entre sus brazos. Sus dedos acariciaban suavemente los mechones oscuros del bebé, mientras su mirada se perdía en la inmensidad de la noche. La tranquilidad que los rodeaba era frágil, como si cualquier sonido pudiera romperla.Detrás de ella, Einar permanecía en silencio, recostado contra el marco de la puerta. Su cuerpo aún mostraba las cicatrices del duelo con el alfa rival, pero la herida más profunda era la que no se veía… la que había quedado en su corazón después de poner en riesgo a su familia.El silencio se prolongó entre ellos, pesado p
Einar camina por el bosque con la cabeza en alto, el pecho firme, y cada paso que da es una demostración de su fuerza y de su dominio absoluto. Para los suyos, él es mucho más que el alfa de la manada Stormwood; es la encarnación de su legado, el protector que no teme a nadie, ni siquiera a sus enemigos más mortales. Desde temprana edad, fue educado en la dureza de los inviernos y en la rudeza de la selva, en las estrategias de lucha y en la crueldad que supone ser el líder de una manada salvaje. Einar no recuerda un día de su vida en el que no haya tenido que demostrar su valor, su destreza y su autoridad.Nació para mandar, pero con el peso del liderazgo vinieron las expectativas y, con ellas, la frialdad. Ser líder no le permitía el lujo de mostrar vulnerabilidad ni debilidad. Sus padres, los anteriores alfas, se aseguraron de que cada error fuera corregido con lecciones severas, y él aprendió que cualquier indicio de compasión o duda se pagaba caro. Esa fue la clave para convertir
Lia camina lentamente por el bosque, disfrutando de la suave brisa y el aroma a tierra húmeda que flota en el aire. Sus pasos son ligeros, casi imperceptibles; se ha acostumbrado a moverse con discreción, a ser una sombra más entre los árboles, casi invisible. En el campamento, es fácil pasar desapercibida. No se trata solo de su posición como omega, sino de su propia naturaleza; siempre ha preferido el silencio y la paz por encima de la agitación y los enfrentamientos que caracterizan la vida en la manada.Con una sonrisa tenue, Lia se detiene para observar una pequeña flor blanca que crece en la base de un árbol robusto. Su madre solía decirle que estas flores eran símbolo de esperanza, de que siempre había algo bueno incluso en los rincones más oscuros del bosque. Y aunque la vida en Stormwood puede ser dura, ella se aferra a esos pequeños destellos de belleza que encuentra en su camino, como esta flor solitaria que desafía la dureza del suelo para florecer.Lia es una joven de esp
La luna brilla intensamente sobre el campamento de Stormwood, iluminando el evento que se celebra esta noche. La manada se ha reunido para conmemorar la llegada de una nueva primavera, un tiempo de renovación y esperanza. Fuegos arden en varios puntos, y las risas y los cantos de los miembros de la manada llenan el aire fresco con una energía vibrante. Sin embargo, para Lia, este festín se siente como un mar de caras desconocidas y voces lejanas.Desde la distancia, Lia observa a los otros, disfrutando de su compañía y de la música que resuena en el aire. Ella se encuentra al borde de la multitud, sintiéndose pequeña y fuera de lugar, como si la vida que se desarrolla ante ella no fuera más que un espectáculo en el que no tiene parte. Aun así, la calidez de la noche y la atmósfera festiva hacen que su corazón se llene de un ligero optimismo.Es entonces cuando su mirada se encuentra con la figura dominante de Einar. Él está en el centro del grupo, rodeado por otros alfas y guerreros,
La mañana en Stormwood comienza tranquila. El sol apenas se asoma entre los árboles altos, lanzando destellos de luz que atraviesan la bruma. Einar recorre el campamento en silencio, observando a su gente mientras entrenan y organizan sus tareas diarias. Su expresión es imperturbable, como siempre, con esa frialdad que todos conocen y temen. Es el Alfa, un líder que no muestra debilidad. La severidad es su constante, y la distancia su escudo. Sin embargo, hay algo en él que lo incomoda, algo que ha sentido desde el evento de la noche anterior. Su mente, por más que intenta alejarla, vuelve una y otra vez a una imagen inesperada: la de Lia. La simple omega que había mirado con desdén y a la que había dirigido sus palabras más duras. No es la primera vez que ha hablado de esa forma con alguien, pero con ella… algo se siente distinto. ¿Por qué esa escena insignificante se ha quedado en su mente? La voz de uno de sus guerreros interrumpe sus pensamientos. —Alfa, ¿tenemos alguna instruc