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Capítulo 4 - Una simple omega

La mañana en Stormwood comienza tranquila. El sol apenas se asoma entre los árboles altos, lanzando destellos de luz que atraviesan la bruma. Einar recorre el campamento en silencio, observando a su gente mientras entrenan y organizan sus tareas diarias. Su expresión es imperturbable, como siempre, con esa frialdad que todos conocen y temen. Es el Alfa, un líder que no muestra debilidad. La severidad es su constante, y la distancia su escudo.

Sin embargo, hay algo en él que lo incomoda, algo que ha sentido desde el evento de la noche anterior. Su mente, por más que intenta alejarla, vuelve una y otra vez a una imagen inesperada: la de Lia. La simple omega que había mirado con desdén y a la que había dirigido sus palabras más duras. No es la primera vez que ha hablado de esa forma con alguien, pero con ella… algo se siente distinto. ¿Por qué esa escena insignificante se ha quedado en su mente?

La voz de uno de sus guerreros interrumpe sus pensamientos.

—Alfa, ¿tenemos alguna instrucción especial para hoy? —pregunta el hombre, con la voz cargada de respeto.

Einar lo mira y asiente, despejando la mente. Le da órdenes, recalca detalles y supervisa las tareas en el campamento. Pero a pesar de estar completamente enfocado en su rol, un pensamiento sigue regresando con cada pausa: ¿Por qué ella? ¿Por qué se molesta siquiera en recordarla?

Horas después, mientras recorre los terrenos cercanos, sus ojos encuentran a Lia, ocupada en una de las tareas más humildes del campamento. Está lavando la ropa de los guerreros cerca del río, sus manos pequeñas frotando y enjuagando con dedicación. Su postura es la de alguien que ha aceptado su rol, que no lucha contra la simplicidad de su vida, sino que la abraza. Einar se detiene, oculto entre los árboles, observándola sin darse cuenta de que el tiempo pasa.

Por un momento, sus pensamientos se tornan más personales, y eso lo irrita. Se dice a sí mismo que la razón por la cual está ahí es por mera casualidad, que ella no significa nada, pero… su mirada sigue fija en ella, y algo en su pecho se revuelve.

—Es solo una omega —se dice en voz baja, casi con desdén, intentando convencerse.

Sin embargo, algo dentro de él le susurra otra cosa. Observa cómo Lia se esfuerza, su expresión tranquila y determinada mientras cumple con una tarea que para él sería insignificante. Los mechones de su cabello caen sobre su rostro, y sus manos, aunque visiblemente cansadas, no se detienen. En ese instante, Einar percibe una paz en ella que rara vez encuentra en su propio interior. No comprende por qué le importa eso. Tal vez, incluso, le molesta.

Con una resolución repentina, Einar decide acercarse. No tiene ninguna razón lógica para hacerlo, pero su cuerpo actúa por su cuenta. Cuando Lia levanta la vista y lo ve acercarse, sus ojos se agrandan por un instante, reflejando una mezcla de sorpresa y temor. Ella baja la mirada de inmediato, retomando su tarea como si quisiera pasar desapercibida.

—Alfa… —murmura en un tono apenas audible, sin mirarlo.

Einar se cruza de brazos, observándola desde arriba. Sus ojos escudriñan cada detalle de su postura, de su forma de moverse. Quiere encontrar algo que justifique su interés, alguna razón para su inexplicable fascinación.

—¿Sigues aquí? —pregunta con un tono que pretende ser despectivo, aunque por dentro algo en él lo contradice.

Lia asiente sin levantar la vista. —Es mi tarea, Alfa —responde con suavidad.

—Me parece que podrías hacer algo más útil —insiste Einar, con la misma dureza de la noche anterior—. Todo el día perdida en estos quehaceres sin sentido… ¿no tienes nada más que aportar a la manada?

Lia traga saliva, su voz es apenas un susurro cuando responde. —Hago lo que me piden… lo que se espera de mí.

Einar frunce el ceño. La simplicidad de su respuesta, su aceptación casi resignada, le causa una extraña irritación.

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