Capítulo 8: Einar se entera del embarazo y exige que Lía se quede bajo su protección.Einar está en su despacho, revisando informes de la manada, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Todo está en orden, pero su mente está distraída. Desde aquella noche con Lía, no ha podido sacarla de su cabeza, aunque se niega a admitirlo. Para él, ella sigue siendo una omega más, aunque algo en su interior lo contradiga con cada pensamiento.De repente, la puerta se abre bruscamente. Es uno de los betas, con una expresión de incertidumbre en el rostro.— Alfa, Lía está aquí. Quiere hablar contigo. Dice que es importante.Einar alza la mirada con frialdad, aunque por dentro una chispa de interés lo invade. ¿Qué podría querer Lía?— Hazla pasar.El beta asiente y se retira. Instantes después, Lía entra al despacho. Está nerviosa, lo nota de inmediato por la forma en que sus manos tiemblan y sus ojos evitan los suyos. Lleva un vestido sencillo, que resalta aún más su naturaleza de omega. Einar
Capítulo 10Lía se encontraba en el borde de la sala, la mirada fija en la ventana, tratando de ignorar la creciente sensación de ansiedad en su pecho. Las sombras de la noche se cernían sobre ella, y el sonido distante del viento la mantenía anclada en la realidad, pero su mente no podía escapar de la presencia de Einar, que parecía seguirla a cada paso. Cada vez que él entraba en la habitación, la temperatura se volvía más densa, más cargada. No sabía cómo lidiar con la mezcla de emociones que él despertaba en ella: una confusión imparable entre el deseo y la necesidad de liberarse.Einar siempre estaba cerca, siempre observándola, con esos ojos oscuros que parecían leer sus pensamientos, que nunca la dejaban sola. A veces, Lía sentía que el aire a su alrededor se volvía más denso, como si estuviera rodeada por una red invisible que él tejía a su alrededor sin que ella pudiera evitarlo. Había momentos en los que pensaba que lo conocía, que entendía sus intenciones, pero cuando estab
La tensión en la manada es palpable. Desde el momento en que Einar llevó a Lía a su casa, los rumores se han extendido como fuego en el bosque. Los miembros de la manada se reúnen en pequeños grupos, susurrando y especulando sobre lo que realmente sucede entre el alfa y la omega.Einar entra al salón principal de la manada como una tormenta, su imponente figura y su aura dominante silenciando cualquier conversación. Sus ojos recorren la sala con frialdad, pero incluso él puede sentir las miradas cargadas de curiosidad y, en algunos casos, de desaprobación.— ¿Por qué todos están tan callados? —pregunta con voz grave. Nadie se atreve a responder.Uno de los betas, un hombre llamado Darek, da un paso adelante, intentando mostrar respeto pero con un atisbo de desafío en sus ojos.— Alfa, algunos de nosotros nos preguntamos… —Darek duda por un momento, pero se obliga a continuar—. ¿Por qué la omega, Lía, está viviendo en tu casa?Einar lo observa con intensidad, su mandíbula apretada. Por
La mañana comienza con un silencio incómodo en la casa. Einar, como siempre, está despierto temprano, revisando documentos en su despacho. Su rostro está sereno, pero su mente está llena de pensamientos contradictorios. No entiende por qué, a pesar de su intención de mantener las cosas bajo control, Lía ocupa cada rincón de su mente.— Necesito mantenerme firme. Esto no cambia nada. —murmura para sí mismo, cerrando un expediente con más fuerza de la necesaria.Pero el aroma de café que llega desde la cocina lo distrae. Sin quererlo, sus pensamientos se desvían hacia Lía, imaginándola en su pequeño delantal, moviéndose con suavidad por la cocina. Esa imagen, aunque simple, despierta algo en él que le resulta incómodo.En la cocinaLía está preparando el desayuno, concentrada en cortar unas frutas. Su semblante es tranquilo, pero por dentro lucha con la incomodidad de estar bajo el techo de Einar. Cada vez que lo ve, su presencia la abruma, una mezcla de miedo y algo más que no puede id
El sol comienza a ocultarse tras los árboles, bañando la casa con una luz cálida y dorada. Lía se encuentra en la sala de estar, hojeando un viejo libro que encontró en una de las habitaciones. Intentaba distraerse, pero no puede evitar recordar la tensión constante entre ella y Einar. Lo había visto irse temprano en la mañana, con su semblante serio y su porte imponente, y no había regresado en todo el día. Mientras sus pensamientos vagan, escucha pasos acercándose. Levanta la vista justo a tiempo para ver a Einar entrando por la puerta principal. Está cubierto de tierra y sudor, como si hubiera pasado horas entrenando o enfrentando alguna tarea difícil. Pero lo que llama su atención no es su apariencia, sino la expresión en su rostro: cansancio. Einar rara vez muestra emociones que no sean frialdad o dominio, pero ahora parece humano. Vulnerable, incluso. — ¿Todo bien? —pregunta Lía, su voz suave pero curiosa.
La noche cae sobre la manada, y el aire es denso con la tensión de los últimos días. Einar se encuentra en su despacho, frente a una mesa llena de papeles y mapas. Los problemas de la manada deberían ocupar toda su atención: disputas territoriales, alianzas inestables y decisiones que podrían marcar el futuro de todos. Pero, por más que lo intente, su mente sigue volviendo a Lía.Apoya los codos en la mesa y frota sus sienes, sintiendo un dolor punzante en su cabeza.— ¿Qué me pasa? —susurra para sí mismo, su tono cargado de frustración.Cierra los ojos e inmediatamente aparece la imagen de Lía. Su cabello oscuro cayendo en suaves ondas, su mirada que mezcla dulzura y determinación. Esa mirada que parecía atravesar las capas de arrogancia y control que ha construido durante años.Einar se levanta abruptamente, alejándose de la mesa. Camina hacia la ventana y observa la oscuridad del bosque que rodea su territorio. Por primera vez en mucho tie
El sol se oculta tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Lía está en el jardín trasero de la residencia principal, acariciando distraídamente las hojas de una planta. Desde que Einar había insistido en que se quedara bajo su protección, su vida había cambiado drásticamente. Ahora estaba en el centro de atención de la manada, y eso le pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Einar aparece detrás de ella, con la misma presencia imponente que siempre, pero hay algo en su mirada que refleja cansancio. Se detiene a unos metros, observándola en silencio antes de hablar. — ¿Por qué estás aquí sola? —pregunta, su voz grave y firme. Lía se gira lentamente, cruzándose de brazos. — Porque es el único lugar donde puedo respirar tranquila. —su respuesta es suave, pero hay un dejo de reproche en sus palabras. Einar frunce el ceño y da un paso hacia ella. — ¿Qué quieres decir con eso? Lía suspira, apartando la mirada hacia el horizonte. — Quiero de
El aire en la residencia principal de la manada está cargado de tensión. Einar camina de un lado a otro en su oficina, sus pasos firmes resonando contra el suelo de madera. Las palabras de Lía en el jardín siguen repitiéndose en su mente: “Quiero poder elegir, Einar.”Su mandíbula se tensa mientras golpea la superficie de su escritorio con el puño. ¿Cómo podía siquiera considerar dejarlo? Ella no lo entiende. Él no es un hombre cualquiera, no puede permitirse perder el control, y mucho menos perderla a ella.La puerta se abre de golpe, y Ragnar, su beta, entra con cautela.— ¿Todo bien, Einar? —pregunta Ragnar, notando la furia contenida en los ojos del alfa.— No. Nada está bien —gruñe Einar, su voz baja pero cargada de peligro—. Lía… está hablando de irse.Ragnar arquea una ceja, sorprendido.— ¿Irse? ¿Adónde?— No importa adónde —responde Einar, su tono cortante—. Lo que importa es que no lo permitiré.Ragnar asiente lentamente, aunque una pequeña sonrisa se forma en sus labios.—