La noche cae sobre la manada, y el aire es denso con la tensión de los últimos días. Einar se encuentra en su despacho, frente a una mesa llena de papeles y mapas. Los problemas de la manada deberían ocupar toda su atención: disputas territoriales, alianzas inestables y decisiones que podrían marcar el futuro de todos. Pero, por más que lo intente, su mente sigue volviendo a Lía.Apoya los codos en la mesa y frota sus sienes, sintiendo un dolor punzante en su cabeza.— ¿Qué me pasa? —susurra para sí mismo, su tono cargado de frustración.Cierra los ojos e inmediatamente aparece la imagen de Lía. Su cabello oscuro cayendo en suaves ondas, su mirada que mezcla dulzura y determinación. Esa mirada que parecía atravesar las capas de arrogancia y control que ha construido durante años.Einar se levanta abruptamente, alejándose de la mesa. Camina hacia la ventana y observa la oscuridad del bosque que rodea su territorio. Por primera vez en mucho tie
El sol se oculta tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Lía está en el jardín trasero de la residencia principal, acariciando distraídamente las hojas de una planta. Desde que Einar había insistido en que se quedara bajo su protección, su vida había cambiado drásticamente. Ahora estaba en el centro de atención de la manada, y eso le pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Einar aparece detrás de ella, con la misma presencia imponente que siempre, pero hay algo en su mirada que refleja cansancio. Se detiene a unos metros, observándola en silencio antes de hablar. — ¿Por qué estás aquí sola? —pregunta, su voz grave y firme. Lía se gira lentamente, cruzándose de brazos. — Porque es el único lugar donde puedo respirar tranquila. —su respuesta es suave, pero hay un dejo de reproche en sus palabras. Einar frunce el ceño y da un paso hacia ella. — ¿Qué quieres decir con eso? Lía suspira, apartando la mirada hacia el horizonte. — Quiero de
El aire en la residencia principal de la manada está cargado de tensión. Einar camina de un lado a otro en su oficina, sus pasos firmes resonando contra el suelo de madera. Las palabras de Lía en el jardín siguen repitiéndose en su mente: “Quiero poder elegir, Einar.”Su mandíbula se tensa mientras golpea la superficie de su escritorio con el puño. ¿Cómo podía siquiera considerar dejarlo? Ella no lo entiende. Él no es un hombre cualquiera, no puede permitirse perder el control, y mucho menos perderla a ella.La puerta se abre de golpe, y Ragnar, su beta, entra con cautela.— ¿Todo bien, Einar? —pregunta Ragnar, notando la furia contenida en los ojos del alfa.— No. Nada está bien —gruñe Einar, su voz baja pero cargada de peligro—. Lía… está hablando de irse.Ragnar arquea una ceja, sorprendido.— ¿Irse? ¿Adónde?— No importa adónde —responde Einar, su tono cortante—. Lo que importa es que no lo permitiré.Ragnar asiente lentamente, aunque una pequeña sonrisa se forma en sus labios.—
El amanecer tiñe el horizonte de un tenue anaranjado, pero Einar apenas ha dormido. Sentado en su oficina, con una copa de licor en la mano, repasa mentalmente los eventos de las últimas semanas. La imagen de Lía llena sus pensamientos, su mirada desafiante, su sonrisa suave, y la inexplicable calidez que siente cuando está cerca de ella.La puerta se abre lentamente, y Ragnar entra con cuidado, consciente de que el humor de Einar es tan volátil como una tormenta.— ¿Estás bien, Einar? —pregunta Ragnar, observándolo con curiosidad.Einar aprieta los labios antes de responder.— Estoy intentando hacer lo correcto —admite en voz baja, como si le costara pronunciar las palabras.Ragnar arquea una ceja.— Eso es nuevo. ¿Tiene algo que ver con Lía?Einar no responde de inmediato. Se levanta y camina hacia la ventana, mirando el bosque que rodea la residencia de la manada.— Ella… merece algo mejor. Pero no puedo simplemente dejar de ser quien soy.— Nadie te está pidiendo que dejes de ser
La luz de la mañana se filtra a través de las ventanas, iluminando suavemente el pequeño cuarto donde Lía pasa la mayor parte de sus días. Aunque el sol brilla con fuerza, ella siente un peso oscuro sobre su pecho, una sensación de encierro que no puede ignorar. Desde que Einar supo del embarazo, su presencia ha sido más sofocante que reconfortante.Está sentada en una vieja silla junto a la ventana, mirando el bosque que rodea la residencia de la manada. Sus dedos acarician inconscientemente su vientre, donde una nueva vida comienza a formarse. Debería sentirse feliz, emocionada por el futuro, pero en lugar de eso, solo siente inquietud.—No puedo seguir así —susurra para sí misma, su voz apenas un murmullo.Einar, el alfa controladorA lo lejos, Lía escucha los pasos firmes de Einar acercándose. Su corazón da un vuelco, no de emoción, sino de anticipación nerviosa. La puerta se abre sin previo aviso, y él entra con su imponente presencia, su figura llenando la habitación como una so
El sol se alza sobre los territorios de la manada, bañando los campos en un cálido resplandor. Es un día de reunión entre varias manadas vecinas, un evento anual para fortalecer alianzas y resolver disputas. Lía observa desde las sombras mientras los miembros más importantes de su manada reciben a los visitantes con la formalidad que exige la ocasión.— Lía, ven conmigo —ordena Freya, su amiga, tirando suavemente de su brazo.Lía, que suele evitar este tipo de reuniones, no tiene muchas opciones. Freya insiste en que salga de su zona de confort, al menos por un rato.El encuentro con CalebEntre la multitud de alfas, betas y omegas, Lía distingue a un hombre de porte imponente, pero su presencia no intimida como la de Einar. Este hombre sonríe con calidez mientras estrecha manos y conversa con facilidad. Su cabello castaño claro refleja el sol, y sus ojos verdes parecen observar cada detalle con atención.Freya, emocionada, se acerca
La noche está en calma, pero dentro de Lía se libra una tormenta. Sentada en la pequeña habitación que ha sido su refugio desde que llegó a Stormwood, observa el bolso que descansa a sus pies. Lo empacó hace una hora, metiendo solo lo necesario: ropa sencilla, documentos, y un par de recuerdos que no podía dejar atrás. La decisión está tomada, pero su corazón todavía lucha contra ella.Lía acaricia su vientre, sintiendo la suave curvatura que empieza a marcar su embarazo. En ese momento, su mente regresa a las palabras de Caleb, al encuentro que lo cambió todo.El ofrecimiento de CalebEsa tarde, Lía había salido a recoger algunas hierbas para la cocina de la manada. Había buscado un momento de tranquilidad lejos de la mirada constante de Einar, que en los últimos días parecía más intensa, más cargada de sospechas. Fue entonces cuando Caleb apareció, su figura destacándose entre los árboles como un espectro del destino.— No esperaba verte aq
El amanecer en el territorio de la manada Riverstone es distinto. Los rayos de sol no parecen atravesar un aire cargado de tensión como en Stormwood; aquí, el cielo es más amplio, la luz más cálida. Lía abre los ojos en su nueva cabaña y, por primera vez en mucho tiempo, siente una paz que le resulta extraña pero bien recibida.El espacio que ahora llama hogar es modesto pero acogedor. Caleb le asignó una cabaña cerca de las montañas, con ventanas grandes que dejan entrar la brisa fresca del bosque. En un rincón descansa un pequeño sillón donde ha comenzado a leer antes de dormir, algo que no hacía desde que era niña.Lía pasa los días explorando el territorio. Riverstone es una manada menos estricta, más abierta a la individualidad de sus miembros. Aquí, nadie la mira como si estuviera fuera de lugar, como si su existencia dependiera de un rol específico que debía cumplir.En su primer día, Caleb la acompaña al mercado comunitario, donde conoce a algunos miembros de la manada.— Todo