El aire en la residencia principal de la manada está cargado de tensión. Einar camina de un lado a otro en su oficina, sus pasos firmes resonando contra el suelo de madera. Las palabras de Lía en el jardín siguen repitiéndose en su mente: “Quiero poder elegir, Einar.”Su mandíbula se tensa mientras golpea la superficie de su escritorio con el puño. ¿Cómo podía siquiera considerar dejarlo? Ella no lo entiende. Él no es un hombre cualquiera, no puede permitirse perder el control, y mucho menos perderla a ella.La puerta se abre de golpe, y Ragnar, su beta, entra con cautela.— ¿Todo bien, Einar? —pregunta Ragnar, notando la furia contenida en los ojos del alfa.— No. Nada está bien —gruñe Einar, su voz baja pero cargada de peligro—. Lía… está hablando de irse.Ragnar arquea una ceja, sorprendido.— ¿Irse? ¿Adónde?— No importa adónde —responde Einar, su tono cortante—. Lo que importa es que no lo permitiré.Ragnar asiente lentamente, aunque una pequeña sonrisa se forma en sus labios.—
El amanecer tiñe el horizonte de un tenue anaranjado, pero Einar apenas ha dormido. Sentado en su oficina, con una copa de licor en la mano, repasa mentalmente los eventos de las últimas semanas. La imagen de Lía llena sus pensamientos, su mirada desafiante, su sonrisa suave, y la inexplicable calidez que siente cuando está cerca de ella.La puerta se abre lentamente, y Ragnar entra con cuidado, consciente de que el humor de Einar es tan volátil como una tormenta.— ¿Estás bien, Einar? —pregunta Ragnar, observándolo con curiosidad.Einar aprieta los labios antes de responder.— Estoy intentando hacer lo correcto —admite en voz baja, como si le costara pronunciar las palabras.Ragnar arquea una ceja.— Eso es nuevo. ¿Tiene algo que ver con Lía?Einar no responde de inmediato. Se levanta y camina hacia la ventana, mirando el bosque que rodea la residencia de la manada.— Ella… merece algo mejor. Pero no puedo simplemente dejar de ser quien soy.— Nadie te está pidiendo que dejes de ser
La luz de la mañana se filtra a través de las ventanas, iluminando suavemente el pequeño cuarto donde Lía pasa la mayor parte de sus días. Aunque el sol brilla con fuerza, ella siente un peso oscuro sobre su pecho, una sensación de encierro que no puede ignorar. Desde que Einar supo del embarazo, su presencia ha sido más sofocante que reconfortante.Está sentada en una vieja silla junto a la ventana, mirando el bosque que rodea la residencia de la manada. Sus dedos acarician inconscientemente su vientre, donde una nueva vida comienza a formarse. Debería sentirse feliz, emocionada por el futuro, pero en lugar de eso, solo siente inquietud.—No puedo seguir así —susurra para sí misma, su voz apenas un murmullo.Einar, el alfa controladorA lo lejos, Lía escucha los pasos firmes de Einar acercándose. Su corazón da un vuelco, no de emoción, sino de anticipación nerviosa. La puerta se abre sin previo aviso, y él entra con su imponente presencia, su figura llenando la habitación como una so
El sol se alza sobre los territorios de la manada, bañando los campos en un cálido resplandor. Es un día de reunión entre varias manadas vecinas, un evento anual para fortalecer alianzas y resolver disputas. Lía observa desde las sombras mientras los miembros más importantes de su manada reciben a los visitantes con la formalidad que exige la ocasión.— Lía, ven conmigo —ordena Freya, su amiga, tirando suavemente de su brazo.Lía, que suele evitar este tipo de reuniones, no tiene muchas opciones. Freya insiste en que salga de su zona de confort, al menos por un rato.El encuentro con CalebEntre la multitud de alfas, betas y omegas, Lía distingue a un hombre de porte imponente, pero su presencia no intimida como la de Einar. Este hombre sonríe con calidez mientras estrecha manos y conversa con facilidad. Su cabello castaño claro refleja el sol, y sus ojos verdes parecen observar cada detalle con atención.Freya, emocionada, se acerca
La noche está en calma, pero dentro de Lía se libra una tormenta. Sentada en la pequeña habitación que ha sido su refugio desde que llegó a Stormwood, observa el bolso que descansa a sus pies. Lo empacó hace una hora, metiendo solo lo necesario: ropa sencilla, documentos, y un par de recuerdos que no podía dejar atrás. La decisión está tomada, pero su corazón todavía lucha contra ella.Lía acaricia su vientre, sintiendo la suave curvatura que empieza a marcar su embarazo. En ese momento, su mente regresa a las palabras de Caleb, al encuentro que lo cambió todo.El ofrecimiento de CalebEsa tarde, Lía había salido a recoger algunas hierbas para la cocina de la manada. Había buscado un momento de tranquilidad lejos de la mirada constante de Einar, que en los últimos días parecía más intensa, más cargada de sospechas. Fue entonces cuando Caleb apareció, su figura destacándose entre los árboles como un espectro del destino.— No esperaba verte aq
El amanecer en el territorio de la manada Riverstone es distinto. Los rayos de sol no parecen atravesar un aire cargado de tensión como en Stormwood; aquí, el cielo es más amplio, la luz más cálida. Lía abre los ojos en su nueva cabaña y, por primera vez en mucho tiempo, siente una paz que le resulta extraña pero bien recibida.El espacio que ahora llama hogar es modesto pero acogedor. Caleb le asignó una cabaña cerca de las montañas, con ventanas grandes que dejan entrar la brisa fresca del bosque. En un rincón descansa un pequeño sillón donde ha comenzado a leer antes de dormir, algo que no hacía desde que era niña.Lía pasa los días explorando el territorio. Riverstone es una manada menos estricta, más abierta a la individualidad de sus miembros. Aquí, nadie la mira como si estuviera fuera de lugar, como si su existencia dependiera de un rol específico que debía cumplir.En su primer día, Caleb la acompaña al mercado comunitario, donde conoce a algunos miembros de la manada.— Todo
La vida en Riverstone empieza a tomar un ritmo estable para Lía. Cada día trae una nueva rutina, una nueva sensación de calma que no había conocido antes. A pesar de las dudas y los ecos de su pasado, encuentra consuelo en la presencia constante de Caleb.Una mañana de aprendizajeEn la clínica, Lía trabaja junto a Elara, concentrándose en clasificar hierbas para los remedios. Elara observa cómo Lía se inclina sobre su vientre ya notablemente redondeado, y su mirada se suaviza.— No estás sola, querida. Caleb cuida de su manada, y ahora también cuida de ti.Lía sonríe tímidamente, pero no responde. Las palabras de Elara despiertan algo en su pecho que no sabe cómo describir.Un gesto inesperadoEsa tarde, Caleb aparece en la cabaña de Lía con una pequeña bolsa en la mano.— Pensé que esto podría ayudarte —dice, extendiéndosela.Dentro, Lía encuentra un frasco de crema para aliviar la tensión en su piel y un
La noticia llega como un golpe inesperado, un puño invisible que se estrella contra el pecho de Einar. Está en su oficina, revisando informes sobre la seguridad de la frontera de su territorio, cuando uno de sus betas más leales, Darek, entra apresuradamente, con el rostro pálido y tenso.— Alfa, tengo noticias importantes —dice Darek, con la cabeza inclinada en señal de respeto, pero con evidente preocupación en la voz.Einar lo observa con frialdad, dejando los papeles sobre la mesa.— Habla, Darek.Darek vacila un momento antes de soltar la bomba.— Es Lía. Ella… se ha ido, Alfa. Abandonó la manada.El estallido de la tormentaEinar se pone de pie de inmediato, el sonido de la silla al ser empujada llena el despacho. Su mirada, habitualmente fría, ahora arde con una mezcla de furia y desconcierto.— ¿Qué estás diciendo? —gruñe, y su voz baja y amenazante hace temblar incluso a Darek, quien apenas puede s