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Capítulo 5 - Desprecio

Lía está concentrada en la tarea que le asignaron: recolectar hierbas para el sanador de la manada. Es una tarea humilde, pero a ella no le importa; al contrario, disfruta de la calma y el tiempo en el bosque. La brisa fresca, los sonidos de los pájaros y el aroma de la tierra la relajan, haciéndola olvidar por un momento su posición como Omega.

Al regresar, mientras atraviesa el patio principal con el cesto lleno de plantas, se cruza inesperadamente con Einar, quien va acompañado de varios miembros de su círculo cercano. La intensidad de su presencia la hace detenerse en seco. El Alfa impone respeto con solo su presencia, y sus ojos fríos y serenos la observan con esa dureza que siempre la hace sentir pequeña. Sin embargo, cuando Lía baja la cabeza en señal de respeto y trata de pasar rápidamente, su cesto se engancha en una rama baja, haciendo que varias hierbas se derramen al suelo frente a él.

Einar la observa, sus ojos brillando con un destello de irritación. Ella se apresura a agacharse, tratando de recoger todo rápidamente, pero el Alfa ya parece molesto.

—¿De verdad eres tan inútil, Omega? —la voz de Einar es firme, implacable, y cada palabra cae como un peso sobre ella—. Ni siquiera puedes llevar unas hierbas sin causar un desastre.

Lía siente el calor subiéndole a las mejillas, pero se obliga a no responder. Mantiene la mirada baja y sigue recogiendo las hierbas en silencio, mordiéndose los labios para no temblar. Sabe que cualquier palabra de su parte solo empeoraría la situación.

Einar, en cambio, no está dispuesto a dejarlo pasar tan fácilmente. Cruza los brazos y la observa desde arriba, sus labios curvados en una mueca de desdén.

—¿Es que ni siquiera tienes la decencia de disculparte? —su tono se vuelve aún más gélido, cada palabra cargada de desprecio—. No deberías estar aquí, contaminando el espacio de los que realmente hacen algo útil por la manada.

Las palabras le duelen a Lía, pero trata de ignorarlas. Sabe que él es el Alfa y que no tiene derecho a contradecirlo, así que solo asiente rápidamente, intentando recuperar lo que queda de su orgullo.

—Lo siento, Alfa. No era mi intención… —su voz es un susurro, y evita mirarlo a los ojos mientras sigue recogiendo las plantas dispersas.

Einar suelta un bufido y se aparta un poco, como si su sola presencia le resultara desagradable.

—Tal vez si fueras más competente, no tendrías que disculparte tan seguido, ¿no crees? —dice, y los otros miembros de la manada que están cerca contienen las risas, reforzando el peso de su humillación.

Lía siente las miradas sobre ella, cada risa ahogada es como una daga que atraviesa su orgullo. En su mente, se repite que debe mantenerse tranquila, que no puede permitirse caer en su provocación. Pero el dolor y la vergüenza son demasiado intensos, y en sus manos temblorosas, apenas logra recuperar todas las hierbas.

Finalmente, Einar pierde el interés en ella y hace un gesto para que los demás lo sigan. Sin siquiera mirarla una vez más, se aleja con el mismo aire de arrogancia. Lía, quedándose sola en medio del patio, respira profundamente. Aprieta los labios para evitar que las lágrimas fluyan.

En ese momento, Lía siente que algo dentro de ella se resiente. Aunque es una Omega, se promete a sí misma no volver a permitir que él o nadie más la haga sentir de esa forma.

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