Capítulo 11: Juegos Peligrosos

La tormenta afuera golpeaba con fuerza contra las ventanas, pero dentro de la casa, la verdadera tormenta estaba en la sala.

—¡No, Nico, suéltalo! —Vanessa corrió tras el perro, que había robado una de sus telas y la sacudía como si fuera su juguete favorito.

Alexandro, aún con la camisa a medio abrochar tras la sesión de medidas, se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados, disfrutando del caos con una sonrisa arrogante.

—Bueno, técnicamente, es un modelo en movimiento —comentó, divertido.

Vanessa le lanzó una mirada fulminante antes de girarse hacia Nico.

—¡Dámelo, bebé, no es para jugar!

Nico, lejos de ceder, salió disparado con la tela en la boca, corriendo en círculos como si se tratara de un juego de persecución.

—Por Dios… —Vanessa suspiró, agotada.

—Déjame intentarlo —dijo Alexandro, avanzando con seguridad. Se agachó frente a Nico, le rascó detrás de las orejas y, con un tono de voz bajo y persuasivo, ordenó—: Suelta, campeón.

Para sorpresa de Vanessa, Nico obed
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