La celebración tras el desfile había sido un caos alegre, con risas, aplausos y conversaciones sobre los éxitos de la noche. Vanessa estaba agotada, pero feliz. Se había dado cuenta de que todo el esfuerzo valió la pena cuando vio las sonrisas de los asistentes y los comentarios positivos sobre su trabajo. Mientras estaba en el vestuario, revisando algunos detalles finales, su teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Mariana: "¡Lo hiciste increíble! Ya te estamos esperando para la fiesta. ¡Nos vemos pronto!" Vanessa sonrió, pero antes de responder, su mirada se desvió hacia el ramo de flores que descansaba sobre la mesa. Era un arreglo impresionante de rosas rojas, lirios blancos y algo de verde ornamental. No era algo que esperara recibir esa noche. Se acercó, curiosa, y vio que venía con una tarjeta. La tomó y leyó la nota en letra cursiva: “Vanessa, mi más sincera admiración por tu talento y trabajo. Sería un honor poder conversar más sobre el futuro de la moda. Acepta
El ambiente en el bar estaba en su punto más alto. La música vibraba, las risas resonaban y Vanessa, con unas copas de más, estaba más desinhibida que nunca.—Sabes, Montenegro —dijo de repente, inclinándose hacia Alex y señalándolo con el dedo—. Eres… ridículamente sexy.Alexandro arqueó una ceja, divertido.—¿Ah, sí?Vanessa asintió con vehemencia, bebiendo otro trago.—Mmm sí… pero también eres un mandón… un gruñón… ¡y un celoso de mierda!Sofía y Mariana estallaron en carcajadas, mientras Damián y Pablo apenas contenían la suya.—Dios, amo cuando se emborracha —susurró Mariana a Sofía.—¡No estoy borracha! —reclamó Vanessa, pero en cuanto se movió, terminó cayendo directamente contra el pecho de Alexandro.Él la sostuvo con facilidad, sus manos firmes en su cintura.—Sí, claro, nena —murmuró con una sonrisa divertida—. Se nota.Vanessa lo miró fijamente, sus ojos brillando por el alcohol y algo más. Luego, sin previo aviso, se inclinó y le estampó un beso en los labios, uno espont
El sol se filtraba tímidamente por las cortinas de la habitación, iluminando el rostro de Vanessa, quien apenas comenzó a despertar con una punzada de dolor en la cabeza. Soltó un quejido y se removió entre las sábanas, pero algo en la mesita de noche llamó su atención.Parpadeó varias veces y sonrió al ver lo que Alexandro había dejado para ella: una pastilla para el dolor de cabeza, un vaso de agua, una rosa y una nota doblada con su letra elegante.Tomó la nota con curiosidad y la abrió."Buenos días, mi pequeña vampiresa. Espero que esto ayude con tu ‘no me embriagué tanto, Alex’. Ayer casi me dejas marcado de por vida. Por cierto, me debes un beso… pero sin mordidas esta vez.PD: Te veías hermosa durmiendo. Aunque Nico roncó más que tú.”**Vanessa se tapó el rostro con la nota, sintiendo cómo sus mejillas se encendían. Recordaba a medias la noche anterior, pero sí tenía un vago recuerdo de haberle mordido el cuello a Alexandro. —Ay, Dios… —murmuró, riendo entre dientes.Se sentó
El sonido de sus tacones resonó con elegancia en los pasillos de Montenegro Luxe, marcando su presencia con cada paso. Vanessa entró a la empresa sosteniendo su café con firmeza, mientras unas enormes gafas de sol ocultaban la ligera resaca que todavía sentía. La noche anterior había sido intensa, y aunque había dormido algunas horas, aún quedaban rastros del cansancio en su cuerpo. Sabía que el caos la esperaba apenas cruzara la puerta, y, como era de esperarse, no se equivocó.—¡Llegó la estrella de la noche! —exclamó Sofía con una sonrisa burlona en cuanto la vio.—Y la que se robó el show con cierto CEO —añadió Mariana, cruzando los brazos con una mirada pícara.Vanessa puso los ojos en blanco con dramatismo, intentando caminar directo a su oficina, pero sus amigas, anticipando su escape, bloquearon su paso con una sincronización impecable.—Ni lo pienses, Vane. Habla ahora o te sacamos la verdad a la fuerza —dijo Sofía, mirándola con diversión y cruzándose de brazos.Vanessa susp
Mientras tanto, en la oficina de Vanessa…Vanessa revisaba diseños en su escritorio cuando la puerta se abrió sin previo aviso.—¿Siempre entras así sin tocar? —dijo sin mirarlo, manteniendo su concentración en las telas que tenía frente a ella.Pero lo sintió. Su presencia. Su perfume. Su energía.Alexandro cerró la puerta con un clic suave y se acercó sin prisa, hasta quedar justo a su lado. Apoyó una mano en el escritorio, inclinándose ligeramente sobre ella, lo suficiente para que el calor de su cuerpo la envolviera.—Solo cuando muero por verte —murmuró con voz grave.Vanessa alzó la mirada y se encontró con esos ojos oscuros que la devoraban con descaro. Su aliento quedó atrapado en su garganta.—¿Qué necesitas, Montenegro? —logró decir, intentando sonar indiferente.Él sonrió con arrogancia, inclinando la cabeza un poco más, casi rozando su mejilla.—A ti.Vanessa sintió un escalofrío recorrerle la espalda.Antes de que pudiera responder, Alexandro tomó su mano con suavidad y l
En el almuerzo con Alexandro... Vanessa y Alexandro se encontraban en su restaurante favorito, compartiendo una mesa junto a la ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. El ambiente era relajado, y ambos disfrutaban de la compañía mutua. —¿Sabes? Me encanta pasar tiempo contigo —dijo Alexandro, rompiendo el silencio con una sonrisa sincera. Vanessa levantó la mirada de su plato, sorprendida por la franqueza de su comentario. —No tienes que decírmelo, Alex. Ya lo sé —respondió con una sonrisa juguetona. Él soltó una risa suave y negó con la cabeza. —Siempre tan segura de ti misma. Pero quiero que sepas que me gustas muchísimo. Vanessa sintió un calor agradable en sus mejillas y desvió la mirada por un momento antes de volver a encontrar sus ojos. —Tú también me gustas, Alex. Más de lo que imaginaba. La tensión entre ellos se disipó con una risa compartida, y el resto del almuerzo transcurrió entre anécdotas divertidas y miradas cómplices. De regreso en la ofici
Los días habían pasado desde el desfile de pasantes, y la rutina en Montenegro Luxe volvía a tomar su ritmo. Sin embargo, la presión aumentaba, pues la colección de verano debía estar lista en apenas dos meses. Alexandro no estaba dispuesto a dejar nada al azar y convocó una reunión con todos los pasantes para alinear los objetivos.En la sala de conferencias, los jóvenes diseñadores presentaban sus avances. Vanessa, con su creatividad desbordante, captaba la atención de todos, en especial la de Alexandro, quien no podía evitar mirarla con esa intensidad que la hacía estremecer. Entre bocetos, telas y estrategias, los ojos de ambos se encontraban en un juego silencioso, un lenguaje privado entre ellos.Al finalizar la reunión, Alexandro se puso de pie y miró a su equipo con seriedad.—Sofía, Mariana, Pablo y Vanessa, necesito que se queden un momento. Hay algo más que quiero discutir con ustedes.Las miradas curiosas se cruzaron mientras los demás pasantes se retiraban. Unos minutos d
La noche era perfecta para una cena importante. Vanessa bajó las escaleras de la casa con un vestido que realzaba cada curva con elegancia, su cabello caía en suaves ondas y sus labios tenían un sutil brillo. Nico, su fiel compañero, empezó a ladrar emocionado al verla, como si quisiera anunciarle a Alexandro lo espectacular que se veía.Alex, que esperaba junto a la puerta, se quedó sin palabras. Su mirada recorrió a Vanessa con una intensidad que la hizo estremecer. Respiró hondo, intentando recuperar la compostura, pero la sonrisa traviesa de Vanessa le dejó claro que ella sabía exactamente el efecto que tenía sobre él.—¿Nos vamos? —preguntó ella con fingida inocencia.—Sí… —Alex carraspeó y se acercó a abrirle la puerta del auto—. Te ves… increíble, nena.El trayecto hacia la cena estuvo lleno de miradas furtivas y comentarios casuales que ocultaban la creciente tensión entre ellos. Alex manejaba con la mandíbula apretada, intentando no perder el control con cada gesto coquetamen