Mientras tanto, en la oficina de Vanessa…Vanessa revisaba diseños en su escritorio cuando la puerta se abrió sin previo aviso.—¿Siempre entras así sin tocar? —dijo sin mirarlo, manteniendo su concentración en las telas que tenía frente a ella.Pero lo sintió. Su presencia. Su perfume. Su energía.Alexandro cerró la puerta con un clic suave y se acercó sin prisa, hasta quedar justo a su lado. Apoyó una mano en el escritorio, inclinándose ligeramente sobre ella, lo suficiente para que el calor de su cuerpo la envolviera.—Solo cuando muero por verte —murmuró con voz grave.Vanessa alzó la mirada y se encontró con esos ojos oscuros que la devoraban con descaro. Su aliento quedó atrapado en su garganta.—¿Qué necesitas, Montenegro? —logró decir, intentando sonar indiferente.Él sonrió con arrogancia, inclinando la cabeza un poco más, casi rozando su mejilla.—A ti.Vanessa sintió un escalofrío recorrerle la espalda.Antes de que pudiera responder, Alexandro tomó su mano con suavidad y l
En el almuerzo con Alexandro... Vanessa y Alexandro se encontraban en su restaurante favorito, compartiendo una mesa junto a la ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. El ambiente era relajado, y ambos disfrutaban de la compañía mutua. —¿Sabes? Me encanta pasar tiempo contigo —dijo Alexandro, rompiendo el silencio con una sonrisa sincera. Vanessa levantó la mirada de su plato, sorprendida por la franqueza de su comentario. —No tienes que decírmelo, Alex. Ya lo sé —respondió con una sonrisa juguetona. Él soltó una risa suave y negó con la cabeza. —Siempre tan segura de ti misma. Pero quiero que sepas que me gustas muchísimo. Vanessa sintió un calor agradable en sus mejillas y desvió la mirada por un momento antes de volver a encontrar sus ojos. —Tú también me gustas, Alex. Más de lo que imaginaba. La tensión entre ellos se disipó con una risa compartida, y el resto del almuerzo transcurrió entre anécdotas divertidas y miradas cómplices. De regreso en la ofici
Los días habían pasado desde el desfile de pasantes, y la rutina en Montenegro Luxe volvía a tomar su ritmo. Sin embargo, la presión aumentaba, pues la colección de verano debía estar lista en apenas dos meses. Alexandro no estaba dispuesto a dejar nada al azar y convocó una reunión con todos los pasantes para alinear los objetivos.En la sala de conferencias, los jóvenes diseñadores presentaban sus avances. Vanessa, con su creatividad desbordante, captaba la atención de todos, en especial la de Alexandro, quien no podía evitar mirarla con esa intensidad que la hacía estremecer. Entre bocetos, telas y estrategias, los ojos de ambos se encontraban en un juego silencioso, un lenguaje privado entre ellos.Al finalizar la reunión, Alexandro se puso de pie y miró a su equipo con seriedad.—Sofía, Mariana, Pablo y Vanessa, necesito que se queden un momento. Hay algo más que quiero discutir con ustedes.Las miradas curiosas se cruzaron mientras los demás pasantes se retiraban. Unos minutos d
La noche era perfecta para una cena importante. Vanessa bajó las escaleras de la casa con un vestido que realzaba cada curva con elegancia, su cabello caía en suaves ondas y sus labios tenían un sutil brillo. Nico, su fiel compañero, empezó a ladrar emocionado al verla, como si quisiera anunciarle a Alexandro lo espectacular que se veía.Alex, que esperaba junto a la puerta, se quedó sin palabras. Su mirada recorrió a Vanessa con una intensidad que la hizo estremecer. Respiró hondo, intentando recuperar la compostura, pero la sonrisa traviesa de Vanessa le dejó claro que ella sabía exactamente el efecto que tenía sobre él.—¿Nos vamos? —preguntó ella con fingida inocencia.—Sí… —Alex carraspeó y se acercó a abrirle la puerta del auto—. Te ves… increíble, nena.El trayecto hacia la cena estuvo lleno de miradas furtivas y comentarios casuales que ocultaban la creciente tensión entre ellos. Alex manejaba con la mandíbula apretada, intentando no perder el control con cada gesto coquetamen
Vanessa llegó a la oficina con un brillo especial en los ojos, algo que ni siquiera intentó ocultar. Sofía y Mariana la estaban esperando con café en mano y una mirada llena de sospechas.—Buenos días, señora de Montenegro —canturreó Sofía con una sonrisa traviesa.Vanessa rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse mientras dejaba su bolso en el escritorio.—¿Por qué esa cara de felicidad? —preguntó Mariana, entornando los ojos—. A ver, suéltalo de una vez.Vanessa tomó su café con calma, disfrutando del momento antes de soltar la bomba.—Bueno… digamos que anoche fue… intensa.Mariana y Sofía se inclinaron hacia ella al mismo tiempo.—¡¿Intensa cómo?! —exclamó Sofía con los ojos brillando de curiosidad.Vanessa se mordió el labio y dejó escapar una sonrisa traviesa.—Alex y yo… bueno, ya saben.Hubo un segundo de silencio antes de que ambas estallaran en gritos ahogados de emoción.—¡¿En serio?! —Mariana la agarró del brazo—. ¡Sabía que ese hombre no iba a aguantar mucho más sin lanza
Vanessa estaba sentada en el sofá de la casa, rodeada de papeles, fotos antiguas y el misterioso diario que Alex le había mostrado. La caja de madera con las iniciales “M.M.” estaba abierta frente a ella, revelando cartas y una pequeña llave envejecida que parecía contener secretos de otro tiempo.Mientras pasaba los dedos por la gastada tinta de una de las cartas, un sonido repentino la sacó de su concentración: el timbre de la casa sonó con insistencia.Nico, que hasta ese momento estaba echado tranquilamente cerca de la chimenea, levantó la cabeza con alerta y salió disparado hacia la puerta con emoción.—Nico, espera… —Vanessa intentó detenerlo, pero ya era demasiado tarde.Al abrir la puerta, una figura elegante y altiva se encontraba en el umbral: Victoria Montenegro.—Ah, estupendo… —murmuró Vanessa para sí misma justo antes de que Nico, en su entusiasmo, saltara hacia Victoria, apoyando sus patas en su costoso abrigo de diseñador.—¡¿Pero qué demonios?! —exclamó Victoria, tamb
Después de que Victoria se fuera, dejando una tensión palpable en el aire, Alex se dio cuenta de que Vanessa estaba un poco más callada de lo usual. La vio darle una última mirada a la puerta, como si esperara que algo más sucediera. Sin pensarlo, caminó hacia ella, con esa sonrisa que siempre hacía que su estómago se agitara.—¿Aún molesta por lo de antes? —preguntó Alex, acercándose lentamente a ella, notando cómo su cuerpo se tensaba ligeramente.Vanessa lo miró, tratando de ocultar su incomodidad con una sonrisa que no consiguió ocultar la ligera inquietud en sus ojos.—No estoy molesta... Solo... No me gustan las conversaciones con tu madre.Alex sonrió con comprensión, pero no dejó que la tensión se apoderara del momento.—Déjame distraerte —dijo mientras daba un paso más cerca. Aprovechó que Vanessa estaba cerca de la isla de la cocina para rodearla con sus brazos, atrapándola entre él y la encimera.—¡Alex! —protestó Vanessa entre risas, sintiendo cómo la situación cambiaba de
El día había sido agotador. Entre los preparativos para la graduación y los diseños que debían estar listos para el desfile, Vanessa sentía que apenas podía con todo. Cuando por fin llegó a casa, solo quería una ducha caliente y algo de comida que no fuera café y galletas.Pero lo primero que recibió fue el golpe del aroma delicioso que venía de la cocina.—¿Estoy en la casa correcta? —murmuró, dejando sus cosas en la entrada.Nico corrió a recibirla, moviendo la cola con emoción y empujándola con su cuerpo musculoso. Vanessa rió y le rascó la cabeza, pero justo cuando iba a seguir caminando, su perro decidió que el momento ameritaba más efusividad… y terminó tumbándola al suelo.—¡Nico! —se quejó, riendo desde el suelo.—Parece que alguien está más emocionado que yo de verte —la voz de Alexandro sonó divertida desde la cocina.Vanessa alzó la vista y lo encontró recargado en el marco de la puerta, con una sonrisa ladeada y los brazos cruzados sobre el pecho.—Podrías ayudarme en vez