Los días habían pasado desde el desfile de pasantes, y la rutina en Montenegro Luxe volvía a tomar su ritmo. Sin embargo, la presión aumentaba, pues la colección de verano debía estar lista en apenas dos meses. Alexandro no estaba dispuesto a dejar nada al azar y convocó una reunión con todos los pasantes para alinear los objetivos.En la sala de conferencias, los jóvenes diseñadores presentaban sus avances. Vanessa, con su creatividad desbordante, captaba la atención de todos, en especial la de Alexandro, quien no podía evitar mirarla con esa intensidad que la hacía estremecer. Entre bocetos, telas y estrategias, los ojos de ambos se encontraban en un juego silencioso, un lenguaje privado entre ellos.Al finalizar la reunión, Alexandro se puso de pie y miró a su equipo con seriedad.—Sofía, Mariana, Pablo y Vanessa, necesito que se queden un momento. Hay algo más que quiero discutir con ustedes.Las miradas curiosas se cruzaron mientras los demás pasantes se retiraban. Unos minutos d
La noche era perfecta para una cena importante. Vanessa bajó las escaleras de la casa con un vestido que realzaba cada curva con elegancia, su cabello caía en suaves ondas y sus labios tenían un sutil brillo. Nico, su fiel compañero, empezó a ladrar emocionado al verla, como si quisiera anunciarle a Alexandro lo espectacular que se veía.Alex, que esperaba junto a la puerta, se quedó sin palabras. Su mirada recorrió a Vanessa con una intensidad que la hizo estremecer. Respiró hondo, intentando recuperar la compostura, pero la sonrisa traviesa de Vanessa le dejó claro que ella sabía exactamente el efecto que tenía sobre él.—¿Nos vamos? —preguntó ella con fingida inocencia.—Sí… —Alex carraspeó y se acercó a abrirle la puerta del auto—. Te ves… increíble, nena.El trayecto hacia la cena estuvo lleno de miradas furtivas y comentarios casuales que ocultaban la creciente tensión entre ellos. Alex manejaba con la mandíbula apretada, intentando no perder el control con cada gesto coquetamen
Vanessa llegó a la oficina con un brillo especial en los ojos, algo que ni siquiera intentó ocultar. Sofía y Mariana la estaban esperando con café en mano y una mirada llena de sospechas.—Buenos días, señora de Montenegro —canturreó Sofía con una sonrisa traviesa.Vanessa rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse mientras dejaba su bolso en el escritorio.—¿Por qué esa cara de felicidad? —preguntó Mariana, entornando los ojos—. A ver, suéltalo de una vez.Vanessa tomó su café con calma, disfrutando del momento antes de soltar la bomba.—Bueno… digamos que anoche fue… intensa.Mariana y Sofía se inclinaron hacia ella al mismo tiempo.—¡¿Intensa cómo?! —exclamó Sofía con los ojos brillando de curiosidad.Vanessa se mordió el labio y dejó escapar una sonrisa traviesa.—Alex y yo… bueno, ya saben.Hubo un segundo de silencio antes de que ambas estallaran en gritos ahogados de emoción.—¡¿En serio?! —Mariana la agarró del brazo—. ¡Sabía que ese hombre no iba a aguantar mucho más sin lanza
Vanessa estaba sentada en el sofá de la casa, rodeada de papeles, fotos antiguas y el misterioso diario que Alex le había mostrado. La caja de madera con las iniciales “M.M.” estaba abierta frente a ella, revelando cartas y una pequeña llave envejecida que parecía contener secretos de otro tiempo.Mientras pasaba los dedos por la gastada tinta de una de las cartas, un sonido repentino la sacó de su concentración: el timbre de la casa sonó con insistencia.Nico, que hasta ese momento estaba echado tranquilamente cerca de la chimenea, levantó la cabeza con alerta y salió disparado hacia la puerta con emoción.—Nico, espera… —Vanessa intentó detenerlo, pero ya era demasiado tarde.Al abrir la puerta, una figura elegante y altiva se encontraba en el umbral: Victoria Montenegro.—Ah, estupendo… —murmuró Vanessa para sí misma justo antes de que Nico, en su entusiasmo, saltara hacia Victoria, apoyando sus patas en su costoso abrigo de diseñador.—¡¿Pero qué demonios?! —exclamó Victoria, tamb
Después de que Victoria se fuera, dejando una tensión palpable en el aire, Alex se dio cuenta de que Vanessa estaba un poco más callada de lo usual. La vio darle una última mirada a la puerta, como si esperara que algo más sucediera. Sin pensarlo, caminó hacia ella, con esa sonrisa que siempre hacía que su estómago se agitara.—¿Aún molesta por lo de antes? —preguntó Alex, acercándose lentamente a ella, notando cómo su cuerpo se tensaba ligeramente.Vanessa lo miró, tratando de ocultar su incomodidad con una sonrisa que no consiguió ocultar la ligera inquietud en sus ojos.—No estoy molesta... Solo... No me gustan las conversaciones con tu madre.Alex sonrió con comprensión, pero no dejó que la tensión se apoderara del momento.—Déjame distraerte —dijo mientras daba un paso más cerca. Aprovechó que Vanessa estaba cerca de la isla de la cocina para rodearla con sus brazos, atrapándola entre él y la encimera.—¡Alex! —protestó Vanessa entre risas, sintiendo cómo la situación cambiaba de
El día había sido agotador. Entre los preparativos para la graduación y los diseños que debían estar listos para el desfile, Vanessa sentía que apenas podía con todo. Cuando por fin llegó a casa, solo quería una ducha caliente y algo de comida que no fuera café y galletas.Pero lo primero que recibió fue el golpe del aroma delicioso que venía de la cocina.—¿Estoy en la casa correcta? —murmuró, dejando sus cosas en la entrada.Nico corrió a recibirla, moviendo la cola con emoción y empujándola con su cuerpo musculoso. Vanessa rió y le rascó la cabeza, pero justo cuando iba a seguir caminando, su perro decidió que el momento ameritaba más efusividad… y terminó tumbándola al suelo.—¡Nico! —se quejó, riendo desde el suelo.—Parece que alguien está más emocionado que yo de verte —la voz de Alexandro sonó divertida desde la cocina.Vanessa alzó la vista y lo encontró recargado en el marco de la puerta, con una sonrisa ladeada y los brazos cruzados sobre el pecho.—Podrías ayudarme en vez
El auditorio estaba lleno. Estudiantes con sus togas y birretes se acomodaban en sus asientos mientras los familiares y amigos tomaban fotos desde sus lugares. La emoción en el ambiente era palpable.Vanessa sentía los nervios en el estómago, pero no por la graduación en sí, sino porque sabía que Alex y sus padres estaban en la audiencia.—No puedo creer que este día finalmente llegó —susurró Sofía a su lado.—Después de todo lo que pasamos, sí, es un milagro —añadió Mariana, ajustándose el birrete.Vanessa sonrió, pero su mirada se movió automáticamente hacia el público. Y ahí estaba él.Alexandro Montenegro, sentado con una postura impecable, vestido con un traje perfectamente entallado y con esa expresión de orgullo que la hacía sentir mariposas. En otra fila se encontraban los padres de vanessa quienes conversaba animada mente con su hermana mayor y su cuñado . Cuando sus ojos se encontraron, Alex le guiñó un ojo, y Vanessa sintió que su corazón daba un vuelco.La ceremonia trans
Victoria Montenegro estaba sentada en un exclusivo café de la ciudad, con su postura elegante y su mirada calculadora. Frente a ella, una mujer rubia de ojos verdes removía su té con lentitud, sin disimular su interés.—Hacía tiempo que no me llamabas, Victoria —dijo la mujer con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿A qué se debe este encuentro tan… especial?Victoria le dedicó una mirada afilada antes de soltar la bomba.—Es Alexandro. Necesito que lo recuperes.La mujer dejó la cucharilla sobre el platillo con un leve cling y ladeó la cabeza con fingida inocencia.—¿Recuperarlo? Pensé que él ya había pasado página.Victoria apretó los labios.—Está ilusionado con una diseñadora… una advenediza que apareció gracias a mi suegro. Su herencia la metió en nuestra vida, y ahora cree que puede quedarse ahí.La rubia sonrió con diversión.—Interesante. ¿Y quién es la afortunada?Victoria dejó su taza sobre la mesa y se inclinó ligeramente hacia ella.—Vanessa. Su abuela fue una mujer a