Omnisciente. Tres años atrás. En el momento en que Edgar conoció al Marqués enseguida, este le desagrado por un tiempo. Porque viendo la vida que el Marqués llevaba a comparación de la suya, creyó que no iban a llevarse bien por lo alejado de la realidad en la que vivía Ian. Dado que mientras Edgar tenía que trabajar duro por su futuro y el de su hermana, el joven solo tuvo la suerte de esperar el día en que le dieron el poder de ser Marqués. Aunque no teniéndolo solo decir que deseaba algo, ya lo tenía porque no había mayor cosa que le satisficiera a su familia que darle lo que el joven quería en bandeja de oro. Ian jamás había conocido lo que era pasar hambre o siquiera que le dijera que no a algo o alguien. Para él en la vida no podía haber nada que no pudiera tener. Sin embargo, al pasar noches en vela con su nuevo amigo se daba cuenta de que lo único que no tenía era ese anhelo que desprendía su amigo al hablar de su amiga Evelyn. —¿Cómo es ella físicamente? Siempre dices q
Evelyn. Mi pierna no para de moverse en todo el trayecto de la casa donde me estoy quedando a la de los Rose. Ian, luego de buscarme y llevarme a Elinor me rogó unos días para hablar con su familia, puesto que siendo importantes no debía perderse ciertas reglas de formalidad si quería ganármelos. Lo menos que deseaba era que mi futura familia me despreciara, bastaba con estar casada, por eso le cedí los días sin rechistar. No obstante, hoy por fin era el día en que los conoceré y, por tanto, mis nervios son enormes, sabía cómo tratar con personas complicadas, pero me era inevitable no sentir algo de nervios. Al llegar el lacayo me ayuda a bajar del carruaje y una mujer llega enseguida a mi lado pidiendo que la siga hasta la entrada, ya que extrañamente no se encuentra nadie para recibirme y darme la bienvenida. —¿Dónde está la familia? —me atrevo a preguntar. —La están esperando en el jardín. —se limita a decir apresurado el paso para no preguntar más. Lo poco que logro ver de l
Ian. Observando a mi madre tomar el té, la importancia de casarse pasa por mi cabeza. Para ser sincero sé que no es un juego y que si lo hago tengo que cumplir con mi rol como esposo. Sé que puedo cumplirlo, pero ¿Evelyn será capaz? Algo en mí me grita que ella no será capaz y, por tanto, mi vida se volverá un desastre. Quiero ayudarla, pero mentiría si dijera que no lo hago para esperar algo a cambio. Todo amenaza con que será un matrimonio catastrófico, pero ante mis ojos con quien sea que me termine casando, el resultado será siempre el mismo. —¿Eres consciente de con quién te vas a casar? —inquiere mi madre regresándome de vuelta a la realidad. —Sé lo suficiente de ella como para saber que sí la quiero en mi vida. Fui a Arneira por una prometida y es lo que tengo ahora. —Sus ojos iguales a los míos me miran metódicos. —No es la mujer perfecta, en Elinor puedes encontrar mejores y más jóvenes. —Ellas no son Evelyn. —Esa mujer tiene la reputación más nefasta que he oído en
Omnisciente.El resonar de unas botas despertó a la mujer en su celda, su melena negra cayó a cada lado de su rostro y sus ojos morados fueron a la entrada del lugar. Poco a poco su figura se fue haciendo más visible ante sus ojos, la penumbra estaba presente, pero aun así pudo ver y distinguir al individuo en la habitación.—Tiempo sin verte Agnes. —Aquella sonrisa macabra erizo su piel.—¿Qué haces aquí? ¿¡¡Por qué no me dejas en paz!!? —desesperada Agnes retrocedió.—¿Irme? ¿Cómo podría irme si esto apenas comienza? —Luego de aquellas palabras el intruso soltó una carcajada.—¿Qué piensas hacer? ¿Hasta dónde consideras llegar para destruirme? ¿¡Por qué los Dioses no me dejan hacer lo que quiero!? —las preguntas le parecieron patéticas a aquella criatura.—¿Qué pienso hacer…? Destruirte y todo aquello que has construido ¿Hasta dónde considero llegar…? Yo ya no tengo que hacer nada, tu sola ya has cavado tu tumba y respecto a la última, pues… eso tú ya lo sabes, saber mejor que nadie
Agnes. A lo largo de mi vida he perdido a personas importantes; mi madre, mi esposo, mi hija, mis amantes... Muchos que lamentablemente no pude salvar a tiempo o siquiera conocer. El punto es que soy la persona que soy porque soy alguien carente de sentimientos, cuando me enteré de que la soberana no era mi madre enloquecí con todo a mi paso. Justo cuando tenía siete me lo confesaron, me contaron quién era mi verdadera mamá y como el bastardo se largó dejándola en su peor momento. La rabia que sentí en ese momento no era para nada normal, una necesidad loca de sangre me abarcó de una manera aterradora. ¿Quién diría que confesarle eso a una niña de siete haría que ella cometiera su primer asesinato a sangre fría? Porque estoy segura de que eso no era lo que pensaba que haría mi soberana al decirme la verdad de mi origen. Estaba furiosa y más que eso dolida, ¿cómo él en ese momento la dejó? Solamente podía considerar que si él no se hubiera ido tan vez, solo tal vez ella no hubiera f
Antes de que la guerra dorada comenzará, todo era muy tranquilo en Veranes, incluso aquella noche cuando el reloj marcó las doce y un llanto de bebé resonó en una pequeña casa en el lugar donde habitaban las brujas. La noche era helada, tan oscura como nunca antes había estado y tan nublada por las espesas nubes grises, las cuales bajaron de los cielos sólo a presenciar lo que años después sería un problema para Veranes. Desgraciadamente esa noche mientras una vida surgía otra caía, la mujer no soportó el parto por más que sus compañeras las ayudarán tanto con magia como de la manera tradicional. Sus intentos fueron en vano, puesto que su compañera pronto se fue al salir el primer llanto de la bebé. La mujer como toda bruja fue consagrada para su descanso eterno, y sin más remedio sus compañeras criaron a la bebé para honrar la memoria de la que una vez fue su amiga y hermana. O al menos lo intentaron por un tiempo hasta que se rindieron. Para las brujas no era fácil, puesto que ni
Omnisciente. Crecer en la guerra en medio del caos mientras cada día contemplas cuerpos sin vida y un sin fin de tragedias te hace ser fuerte de corazón, carácter y sobre todo calculador.Así como el consejo peleaba por dividir su parte de Veranes en un reino independiente, mis padres hacían lo mismo con nuestra parte, no fue porque quisieran sino porque ellos querían todo el terreno posible y nosotros estábamos en su radar.Se podría decir que peleamos por honor o avaricia, sin embargo, creas cualquiera de las dos de igual forma, participamos y vencimos porque a diferencia de lo que diga el consejo, este logró únicamente hacer un trato con Helido y una enemistad eterna contra Urabia.A pesar de lo que digan los libros y personas, la guerra no comenzó por Agnes, ella no fue la rebelde principal, sino los humanos. Más exactamente el primer Bathory, el bastardo de Blagden fue más ambicioso que cualquiera en esos tiempos.Era un líder nato, eso no se podía negar, sin embargo, querer gobe
Aidan Desmond. Las hermanas del destino.Había llegado a un punto donde me cuestionaba muchas cosas sobre el futuro, sobre mi destino. Y para resolver esa duda no me queda otra cosa más que recurrir a las Moiras, a las mismísimas deidades más temidas por los hombres, criaturas e incluso Dioses. Para hacer aquello tuve que sacrificar mucho, puesto que aquello no era permitido y al ser parte del cosmos era casi imposible hablar con ellas, sin embargo, al parecer ellas tenían la misma urgencia de hablar conmigo. Me encontraba ansioso por lo que fueran a decir y no quería que nadie nos interrumpiera, por lo que me había encerrado en lo más recóndito del palacio con solo la iluminación de la chimenea y un círculo de velas encendidas.Sentado en la silla, esperé durante un par de horas su llegada. Tenía miles de preguntas, pero las más importantes por supuesto era las que iba a hacer, después de todo ellas eran diosas que no se podían tomar a la ligera como simples mortales. Debía ser p