Aidan Desmond.
Las hermanas del destino.Había llegado a un punto donde me cuestionaba muchas cosas sobre el futuro, sobre mi destino.Y para resolver esa duda no me queda otra cosa más que recurrir a las Moiras, a las mismísimas deidades más temidas por los hombres, criaturas e incluso Dioses.Para hacer aquello tuve que sacrificar mucho, puesto que aquello no era permitido y al ser parte del cosmos era casi imposible hablar con ellas, sin embargo, al parecer ellas tenían la misma urgencia de hablar conmigo.Me encontraba ansioso por lo que fueran a decir y no quería que nadie nos interrumpiera, por lo que me había encerrado en lo más recóndito del palacio con solo la iluminación de la chimenea y un círculo de velas encendidas.Sentado en la silla, esperé durante un par de horas su llegada.Tenía miles de preguntas, pero las más importantes por supuesto era las que iba a hacer, después de todo ellas eran diosas que no se podían tomar a la ligera como simples mortales. Debía ser precavido si no quería ser despreciado antes de obtener respuesta.Un ligero temblor en el suelo me alertó seguido de una niebla espesa salida de la nada, esparciéndose por el suelo sin reparo.Esperando verlas frente a mí me llevó una sorpresa al ver cómo con un estruendo la niebla oscura se alza para luego subir por el techo y bajar con fuerza justo en el círculo de velas.La niebla al hundirse por completo está se convierte en una especie de agua negra que no refleja más que una oscuridad absoluta… o al menos así es hasta que las estrellas se comienzan a ver dentro del agua densa.—¿Son ustedes? —hablo acercándome más.—Dios Érebo. —Una melodiosa voz sale del charco de agua negra.—¿Con cuál de ustedes estoy hablando? —cuestiono con autoridad.—Con todas. —responden al unísono—. Es un gusto verlo después de tanto tiempo, Dios Érebo.—Ese no es mi nombre. —Corrijo confundido.—Por supuesto que lo es, que usted aún no lo quiera reconocer, es otra cosa, señor. —Su voz era igual a la de una adolescente dulce e indefensa.—No, yo soy Aidan Desmond… en fin. No las llame para que discutamos eso. —Intento calmarme para no arruinar las cosas.—Lo sabemos, nos llamaste para revelar tu futuro. —esta vez la voz es un poco mayor que la anterior y podía sentir la paz en ella.—Así es, quiero saber si ganaré esta guerra contra Agnes. —admito tajante.—Sabe perfectamente que eso va en contra de las reglas, así no funcionan las cosas Dios Érebo. —Doy un paso atrás inconsciente por el tono de voz de la mujer. Esta era certera, tajante e irrefutable.—Lo sé, ¿podrían dejar de llamarse así? o ¿explicarme por qué lo hacen? —inquiero irritado, pero sin dejar el miedo de lado.—Sabiendo eso ¿Por qué cree que alteraríamos las cosas por usted? Y respecto a su pregunta no veo porque debería decir lo que usted ya sabe. —no tenía idea de que hablaba.—Supongo porque tengo la idea de que ustedes han aceptado porque algo a cambio quieren, de otra forma jamás me hubiera respondido ¿Me equivoco? —El silencio de su parte es todo lo que recibo en lugar de respuestas —. Y no tengo ideaPorque me relacionan con un Dios.—No te equivocas, aceptamos tu llamado porque así quise que fuera en primer lugar… además hacemos esto como un favor a Veranes para el futuro —volvió a hablar la segunda voz —. Te relacionas dado que eres él… en parte.—¿Soy él? —dando un paso atrás me pierdo un segundo en mis pensamientos — ¿Responderán mis preguntas?Cambio el tema para no pensar en ellos, no quería saber nada de lo que vivía dentro de mí.—No. —sentencian al unísono.—Entonces, ¿qué van a decirme? —me frustro, rápidamente había sacrificado tanto que no podía quedarme con las dudas.—Lo único que puedo y quiero decirte es que para asegurar el futuro que deseas la necesitarás a ella. —mi ceño se frunce —. Ella será tu amuleto de la suerte por muchos años…—Pero si la pierdes, tu destrucción llegará con su partida…—Ella te dará mucho, por tanto, tienes que protegerla cuando llegue a tu vida.—¿De quién están hablando?—De tu esposa. A diferencia de ti, Nix no tendrá la capacidad de despertar por sí sola, por lo que si ella está dormida dentro de su nuevo cuerpo, la victoria te será asegurada…—Pero si despierta y sale de tus manos, ten por seguro que cortaré tu hilo.Para ser sincero yo no estaba entendiendo una jodida palabra, pero algo en mi cabeza retumbaba asegurándome muy en el fondo que algo de sentido le encontraba a las advertencias de las deidades.—Esa mujer de la que hablan ¿Cuándo llegará? —me atrevo a preguntar tentando la suerte.—Dentro de dos siglos. —una mueca de disgusto se extendió por mi rostro.—¿Dos? Es demasiado tiempo. No lograré estar en batalla tanto tiempo.—¿Y quién dijo que estarás en batalla todo ese tiempo?—¿Quiere decir que ganaré?—No lo estoy dando por hecho, pero tampoco lo estoy negando del todo. —suspiro en frustración.—Si dicen que será mi amuleto, ¿Cómo sobreviviré todo este tiempo? Y ¿Cómo sabré quién es?—Lo sabrás por tu cuenta, ustedes están atados de por vida. Su destino en la tierra siempre será el mismo: encontrarse más, no amarse. —sus palabras atacan mi pecho como un puñal.—¿Por qué no? Si es mi esposa, ¿por qué no puede haber sentimientos de por medio?—Ese fue el precio a pagar por reencarnar en un cuerpo físico para ambos. Se los advertimos de muchas maneras, pero su ambición por ser parte de este mundo pudo más, el universo y todas aquellas deidades que complementan el equilibrio en este mundo se rehusaron a dejarlos juntos porque sabían que eso solo causaría un desequilibrio abismal en Veranes.—En pocas palabras no pueden amarse simplemente porque su amor no tiene cabida en este ni en ningún mundo donde puedan coexistir ambos.—Su amor jamás va a ser soportado en un plano terrenal.—¿Qué pasaría si ella y yo llegáramos a amarnos a pesar de sus intentos? —pregunto intrigado queriendo descartar todas las posibles variables.—Una fuerza aún mayor que ustedes tendrían que intervenir.—¿Fuerza? ¿Te refieres a otro Dios?—Exacto, el Dios por encima de todos nosotros por excelencia.—Caos. —concluyó.—Si rompen su juramento, Caos bajará a restaurar todo mal que hayan hecho y con ello sus vidas y toda posibilidad de volver a reencarnar. —trago grueso.—Tengo una última pregunta relacionada.—Adelante.—¿Erebo de verdad coexiste conmigo en este cuerpo? O ¿Somos la misma persona?—Por ahora coexisten, pero existe la probabilidad de que en algún momento en el tiempo los tres dejarán de cohabitar para dejar vivir al Dios que llevan dentro solos en sus cuerpos. Si esa posibilidad llegará a pasar su esencia mortal se eliminaría por completo y con ello todo sentimiento que llegaron albergar y experimentar en esta vida.—¿Por qué me dicen todo esto?—Porque si algo saliera mal, tú serías el primer responsable y me parece sensato que lleves la carga emocional de tus errores. Aunque para ser sinceros se dice que: todo aquel que no sabe de su pasado está condenado a repetirlo. Las deidades quisieron reducir riesgos contándote lo que podría pasar para que seas consciente de las consecuencias.—Supongo que creyeron que al ser parte mortal, los sentimientos ayudarían a prevenir riesgos.—Sin embargo, estamos de acuerdo en que aun así harás lo que quieras y tomarás decisiones equivocadas. Porque a fin de cuentas esa es la esencia de una vida mortal, muy pocos se detienen a tomar buenas decisiones para su vida pese a las advertencias que el universo les brinda.—¿Y qué hay de Agnes? ¿Por qué está haciendo todo esto? ¿Acaso también coexiste con un Dios? —Mis preguntas salen una tras otra sin pensarlo previamente.—Lo que ella es o hace no es algo que debería ser de tu interés.—¿No? Estamos en una guerra, considero conveniente que sepa todo si quiero ganar.—Lo único que diremos es que te asegures de ganar. Todo se derrumbaría si esa bruja terminara ganando este juego.—¿Y cómo debo hacer eso?—Por ahora quédate y actúa como lo estás haciendo hasta ahora. En el futuro esas acciones darán su fruto y le quitarás todo lo que posee y supone valioso.Para mi sus palabras no hacía mucho sentido, más que darme respuestas me estaban confundiendo más de lo que ya estaba, pero les haria caso en todo si eso me garantiza que venceré al final.Aunque aún en mi cabeza rondaban las dudas: ¿Quién eres ella? ¿Sería capaz de controlarme? ¿Érebo me consumirá en el futuro?Para todas aquellas preguntas lastimosamente no tendría respuesta por ahora y eso me abrumaba, el futuro sonaba peligroso y lleno de riegos abismales.¿Sería capaz de vencerlos y salir ileso?Dos siglos después. ¿Quiénes son los Bathory? ¿Qué hicieron realmente en medio de la guerra Dorada para ser parte del consejo, no siendo más que simples mortales? Esa clase de preguntas se hacían una que otra criatura que admiraba o aborrecía al consejo. Y es que si veíamos a profundidad a cada Bathory que tuvo la dicha de ser rey, no íbamos a encontrar más que avaricia, crueldad y perpetua putrefacción. Porque sí, cada uno de ellos representó con perfección esas palabras. Pese a ser mortales y no tener ni la cuarta parte de fuerza que sus enemigos no los limitó a ser los titiriteros del acto. Desde el comienzo hasta el final consiguieron ser más poderosos que cualquier otro en Nirvana al usar la lujuria que desprendían a su favor. Sin embargo, su función se dio por terminada una vez llegó Aarón Bathory a la vida de Agnes. Aunque para entender esa parte hay que saber que para Blagden fue muy fácil seducir y engañar la cabeza del grupo. Durante largos años los Bathory tuvieron el
-¿Crees que nos castiguen por esto? -Cuestionó Froilan a Kairon limpiando la sangre que quedó en la alfombra. -No lo sé, pero puedo decirte que no me arrepiento en lo absoluto. -Eso lo sé, sé que lo merecía. Él nos arrebató a nuestra madre -acotó el mayor exprimiendo la toalla llena de agua y sangre fresca. -¡Su majestad! Adelis está aquí y lo necesita -la voz de Davinia, una de las criadas más cercana a la familia; tenso a los hermanos. -¡Dile que espere! -pidió él mayor limpiando rápidamente la sangre en la alfombra. Sin perder tiempo busco con la mirada a todos lados pensado donde podía esconder toda la evidencia incriminatoria, pero sin darle tiempo a nada la puerta fue abierta de golpe. La figura exuberante de Adelis no tardó en aparecer, su mirada felina se clavó en los hermanos escaneandolos con suma cautela. -¿Dónde está su padre? -preguntó dando una mirada furtiva a las manos de Froilan. -No lo sé -se encogió de hombros restándole importancia a su presencia, él joven sin
-No la soporto, ¿¡Como carajos te terminaste cansando con ella!? -el grito de Kai hizo sobresaltar a Elizabeth en cuanto esté al entrar golpeó la puerta de la habitación. -¿¡Te puedes callar!? -Bramó el rey tomando una muñeca en sus manos para lanzarla justo a su cara. -¿No ves que la asustas? -Kai en ese momento notó a su sobrina en el suelo destrozando las muñecas en lugar de jugar con ellas. -¿Qué haces? -arrugó el entrecejo intercambiando la mirada entre ella y su hermano. -Intentó que juege pero al parecer le entretiene más arrancarles las cabezas, que jugar con ellas -comentó el rey viendo el desastre que hizo su pequeña. -Es pequeña, aún no tiene idea ni de su existencia. No creo que ese deba ser el mayor de tus problemas por ahora, de hecho hay asuntos que sí necesitan de toda tu atención -reprochó Kai. -¿Podrías dejar de ser tan maldito y saludar por lo menos a tu sobrina? -preguntó enojado Froilan desviando sus acusaciones. -¿Pará qué la voy a saludar si ni me presta at
Adeliza sabía bien las consecuencias de sus acciones de destruir por completo un matrimonio y peor aún a todo una familia, que antes de su llegada a la vida de Aarón era perfecta. Y fue precisamente el hecho de que fuera perfecta la que la llevó a aceptar sin rechistar aquel trato que le ofreció su líder.Tal vez para muchos era muy cruel de su parte, pero como todos ella quería poder, y una familia que fuera parte de aquellos que controlaban cada aspecto de su vida. El mayor pecado que albergaba en cada Nirvanences sin dudas era la avaricia; la ambición de tener poder para destruir o ser parte de aquellos que para muchos eran considerados dioses. Ella no era diferente, había una codicia insaciable en su ser que la llevó a su porción esperando pacientemente la hora de su reinado.En su cabeza, luego de la muerte de la reina, realmente pensó que la corona se le concedería. Sin embargo, no podía estar más equivocada, los hermanos no estaban dispuestos a cederle el cargo que una vez fue
Reina de Hélido. Dos años después. Desde mi trono observó a mi hija danzar al compás de la música, sus pies se mueven con una delicadeza con la que solo ella puede. Su vestido se eleva al dar giros perfectos, su cabello tapa parte de su hermoso rostro angelical. Sus facciones me recuerdan tanto a su padre que sonrió sin siquiera notarlo, adoración es una palabra muy vana para el sentimiento que tengo hacia mis pequeños. Daría todo por ellos, y aun así no me bastaría. -¿Qué le parece el baile, su alteza? -pregunta mi más fiel amigo a mi lado. -Estupendo cómo siempre, Emir. -digo con sinceridad, observó a los invitados bailando con alegría y emoción. Cada mes se hace un baile en el reino para la princesa. Mi hija menor. Su capricho por los bailes ha hecho que tengamos que hacer uno cada cierto tiempo para complacerla. —Por cierto, ¿Dónde está el príncipe Azariel? Hace varias horas que no lo veo. -inquiero recordando a mi otro bebé. -Temo que sea escapado nuevamente, alteza, ¿desea
Evelyn.Tres días, tres días han pasado desde el caos que se volvió mi vida. Yo había viajado por varios pueblos y ciudades del mundo junto a mi padre, a él le encantaba viajar y de vez en cuando con la insistencia de mi madre porque aprendiera más de política y nuevos lugares me llevaba.Por lo que no era novedad para mi Elinor de hecho había ido aproximadamente unas dos veces y en esas dos mi padre había comprado una pequeña casa para los tres. Elinor no era una ciudad fea, puesto que allí vivía el rey junto a su reina. Se podría decir que Elinor para muchos era el punto más importante al estar tantas personas de alcurnia. Pero para mí me daba igual, ya que me encantaba Arneira, sin embargo, dadas las circunstancias, yo tendría que dejarla atrás.Mi vida y todo lo que conocía.—Prima ¿Cómo te sientes? No te ves bien Estás muy pálida. —Estoy bien, solo que estoy algo nostálgica. No es fácil pensar en siquiera dejar toda mi vida atrás y estar “casada” para salvar mi vida. —explicó
Omnisciente. Tres años atrás. En el momento en que Edgar conoció al Marqués enseguida, este le desagrado por un tiempo. Porque viendo la vida que el Marqués llevaba a comparación de la suya, creyó que no iban a llevarse bien por lo alejado de la realidad en la que vivía Ian. Dado que mientras Edgar tenía que trabajar duro por su futuro y el de su hermana, el joven solo tuvo la suerte de esperar el día en que le dieron el poder de ser Marqués. Aunque no teniéndolo solo decir que deseaba algo, ya lo tenía porque no había mayor cosa que le satisficiera a su familia que darle lo que el joven quería en bandeja de oro. Ian jamás había conocido lo que era pasar hambre o siquiera que le dijera que no a algo o alguien. Para él en la vida no podía haber nada que no pudiera tener. Sin embargo, al pasar noches en vela con su nuevo amigo se daba cuenta de que lo único que no tenía era ese anhelo que desprendía su amigo al hablar de su amiga Evelyn. —¿Cómo es ella físicamente? Siempre dices q
Evelyn. Mi pierna no para de moverse en todo el trayecto de la casa donde me estoy quedando a la de los Rose. Ian, luego de buscarme y llevarme a Elinor me rogó unos días para hablar con su familia, puesto que siendo importantes no debía perderse ciertas reglas de formalidad si quería ganármelos. Lo menos que deseaba era que mi futura familia me despreciara, bastaba con estar casada, por eso le cedí los días sin rechistar. No obstante, hoy por fin era el día en que los conoceré y, por tanto, mis nervios son enormes, sabía cómo tratar con personas complicadas, pero me era inevitable no sentir algo de nervios. Al llegar el lacayo me ayuda a bajar del carruaje y una mujer llega enseguida a mi lado pidiendo que la siga hasta la entrada, ya que extrañamente no se encuentra nadie para recibirme y darme la bienvenida. —¿Dónde está la familia? —me atrevo a preguntar. —La están esperando en el jardín. —se limita a decir apresurado el paso para no preguntar más. Lo poco que logro ver de l