Adeliza sabía bien las consecuencias de sus acciones de destruir por completo un matrimonio y peor aún a todo una familia, que antes de su llegada a la vida de Aarón era perfecta. Y fue precisamente el hecho de que fuera perfecta la que la llevó a aceptar sin rechistar aquel trato que le ofreció su líder.Tal vez para muchos era muy cruel de su parte, pero como todos ella quería poder, y una familia que fuera parte de aquellos que controlaban cada aspecto de su vida. El mayor pecado que albergaba en cada Nirvanences sin dudas era la avaricia; la ambición de tener poder para destruir o ser parte de aquellos que para muchos eran considerados dioses. Ella no era diferente, había una codicia insaciable en su ser que la llevó a su porción esperando pacientemente la hora de su reinado.En su cabeza, luego de la muerte de la reina, realmente pensó que la corona se le concedería. Sin embargo, no podía estar más equivocada, los hermanos no estaban dispuestos a cederle el cargo que una vez fue
Reina de Hélido. Dos años después. Desde mi trono observó a mi hija danzar al compás de la música, sus pies se mueven con una delicadeza con la que solo ella puede. Su vestido se eleva al dar giros perfectos, su cabello tapa parte de su hermoso rostro angelical. Sus facciones me recuerdan tanto a su padre que sonrió sin siquiera notarlo, adoración es una palabra muy vana para el sentimiento que tengo hacia mis pequeños. Daría todo por ellos, y aun así no me bastaría. -¿Qué le parece el baile, su alteza? -pregunta mi más fiel amigo a mi lado. -Estupendo cómo siempre, Emir. -digo con sinceridad, observó a los invitados bailando con alegría y emoción. Cada mes se hace un baile en el reino para la princesa. Mi hija menor. Su capricho por los bailes ha hecho que tengamos que hacer uno cada cierto tiempo para complacerla. —Por cierto, ¿Dónde está el príncipe Azariel? Hace varias horas que no lo veo. -inquiero recordando a mi otro bebé. -Temo que sea escapado nuevamente, alteza, ¿desea
Evelyn.Tres días, tres días han pasado desde el caos que se volvió mi vida. Yo había viajado por varios pueblos y ciudades del mundo junto a mi padre, a él le encantaba viajar y de vez en cuando con la insistencia de mi madre porque aprendiera más de política y nuevos lugares me llevaba.Por lo que no era novedad para mi Elinor de hecho había ido aproximadamente unas dos veces y en esas dos mi padre había comprado una pequeña casa para los tres. Elinor no era una ciudad fea, puesto que allí vivía el rey junto a su reina. Se podría decir que Elinor para muchos era el punto más importante al estar tantas personas de alcurnia. Pero para mí me daba igual, ya que me encantaba Arneira, sin embargo, dadas las circunstancias, yo tendría que dejarla atrás.Mi vida y todo lo que conocía.—Prima ¿Cómo te sientes? No te ves bien Estás muy pálida. —Estoy bien, solo que estoy algo nostálgica. No es fácil pensar en siquiera dejar toda mi vida atrás y estar “casada” para salvar mi vida. —explicó
Omnisciente. Tres años atrás. En el momento en que Edgar conoció al Marqués enseguida, este le desagrado por un tiempo. Porque viendo la vida que el Marqués llevaba a comparación de la suya, creyó que no iban a llevarse bien por lo alejado de la realidad en la que vivía Ian. Dado que mientras Edgar tenía que trabajar duro por su futuro y el de su hermana, el joven solo tuvo la suerte de esperar el día en que le dieron el poder de ser Marqués. Aunque no teniéndolo solo decir que deseaba algo, ya lo tenía porque no había mayor cosa que le satisficiera a su familia que darle lo que el joven quería en bandeja de oro. Ian jamás había conocido lo que era pasar hambre o siquiera que le dijera que no a algo o alguien. Para él en la vida no podía haber nada que no pudiera tener. Sin embargo, al pasar noches en vela con su nuevo amigo se daba cuenta de que lo único que no tenía era ese anhelo que desprendía su amigo al hablar de su amiga Evelyn. —¿Cómo es ella físicamente? Siempre dices q
Evelyn. Mi pierna no para de moverse en todo el trayecto de la casa donde me estoy quedando a la de los Rose. Ian, luego de buscarme y llevarme a Elinor me rogó unos días para hablar con su familia, puesto que siendo importantes no debía perderse ciertas reglas de formalidad si quería ganármelos. Lo menos que deseaba era que mi futura familia me despreciara, bastaba con estar casada, por eso le cedí los días sin rechistar. No obstante, hoy por fin era el día en que los conoceré y, por tanto, mis nervios son enormes, sabía cómo tratar con personas complicadas, pero me era inevitable no sentir algo de nervios. Al llegar el lacayo me ayuda a bajar del carruaje y una mujer llega enseguida a mi lado pidiendo que la siga hasta la entrada, ya que extrañamente no se encuentra nadie para recibirme y darme la bienvenida. —¿Dónde está la familia? —me atrevo a preguntar. —La están esperando en el jardín. —se limita a decir apresurado el paso para no preguntar más. Lo poco que logro ver de l
Ian. Observando a mi madre tomar el té, la importancia de casarse pasa por mi cabeza. Para ser sincero sé que no es un juego y que si lo hago tengo que cumplir con mi rol como esposo. Sé que puedo cumplirlo, pero ¿Evelyn será capaz? Algo en mí me grita que ella no será capaz y, por tanto, mi vida se volverá un desastre. Quiero ayudarla, pero mentiría si dijera que no lo hago para esperar algo a cambio. Todo amenaza con que será un matrimonio catastrófico, pero ante mis ojos con quien sea que me termine casando, el resultado será siempre el mismo. —¿Eres consciente de con quién te vas a casar? —inquiere mi madre regresándome de vuelta a la realidad. —Sé lo suficiente de ella como para saber que sí la quiero en mi vida. Fui a Arneira por una prometida y es lo que tengo ahora. —Sus ojos iguales a los míos me miran metódicos. —No es la mujer perfecta, en Elinor puedes encontrar mejores y más jóvenes. —Ellas no son Evelyn. —Esa mujer tiene la reputación más nefasta que he oído en
Omnisciente.El resonar de unas botas despertó a la mujer en su celda, su melena negra cayó a cada lado de su rostro y sus ojos morados fueron a la entrada del lugar. Poco a poco su figura se fue haciendo más visible ante sus ojos, la penumbra estaba presente, pero aun así pudo ver y distinguir al individuo en la habitación.—Tiempo sin verte Agnes. —Aquella sonrisa macabra erizo su piel.—¿Qué haces aquí? ¿¡¡Por qué no me dejas en paz!!? —desesperada Agnes retrocedió.—¿Irme? ¿Cómo podría irme si esto apenas comienza? —Luego de aquellas palabras el intruso soltó una carcajada.—¿Qué piensas hacer? ¿Hasta dónde consideras llegar para destruirme? ¿¡Por qué los Dioses no me dejan hacer lo que quiero!? —las preguntas le parecieron patéticas a aquella criatura.—¿Qué pienso hacer…? Destruirte y todo aquello que has construido ¿Hasta dónde considero llegar…? Yo ya no tengo que hacer nada, tu sola ya has cavado tu tumba y respecto a la última, pues… eso tú ya lo sabes, saber mejor que nadie
Agnes. A lo largo de mi vida he perdido a personas importantes; mi madre, mi esposo, mi hija, mis amantes... Muchos que lamentablemente no pude salvar a tiempo o siquiera conocer. El punto es que soy la persona que soy porque soy alguien carente de sentimientos, cuando me enteré de que la soberana no era mi madre enloquecí con todo a mi paso. Justo cuando tenía siete me lo confesaron, me contaron quién era mi verdadera mamá y como el bastardo se largó dejándola en su peor momento. La rabia que sentí en ese momento no era para nada normal, una necesidad loca de sangre me abarcó de una manera aterradora. ¿Quién diría que confesarle eso a una niña de siete haría que ella cometiera su primer asesinato a sangre fría? Porque estoy segura de que eso no era lo que pensaba que haría mi soberana al decirme la verdad de mi origen. Estaba furiosa y más que eso dolida, ¿cómo él en ese momento la dejó? Solamente podía considerar que si él no se hubiera ido tan vez, solo tal vez ella no hubiera f