Capítulo 35

Algo en mí me hizo pensar que en verdad Eduardo estaba tras esto. Busqué a Ana, era la única de las vecinas que se comunicaba con nosotras, caminé hasta su casa dando cada paso con terrible dificultad, habían sido días demasiados cansados y el cuerpo ya empezaba a manifestar los estragos de eso.

— Hola, Ana – dije intentando parecer amable, mientras ella se echaba a mis brazos, pero no quería ni el abrazo ni el saludo, solo ver a Lucrecia y por más que observé no la encontré ahí por ningún lado

— Disculpa, debo irme rápido, vine a saludarte y a saber si Lucrecia se encuentra aquí — Dije para no perder más tiempo

— Pensé que estaba contigo — Mencionó Ana, ella estaba al fondo de la sala y su voz fue como un grito que llegó hasta mis oídos, en forma de queja

— ¿Cómo así? – Interrogué dudando, pues en verdad no comprendía y no quería sacar conclusiones por mi desesperación

— Entra, Mary — Pidió Ana mirándome asustada

— Anda explícame — Supliqué todavía desde la puerta

— Es que Luc
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