Capítulo 38

— Lucrecia debe estar con Páter, le había ordenado que la tuviera en casa mientras nosotros nos casábamos, dado que no le avisé que el contrato no se llevó a cabo, debe tenerla consigo, olvidé decírtelo el día que te marchaste – Dijo finalmente

— Eres un imbécil – Le grité correspondiendo a su mirada absorta, pero decirle eso me dolió mucho, porque nunca antes se lo había dicho con tanta sinceridad, esa expresión salió desde el fondo de mi alma, desde el fondo de todo el dolor que sentía.

— Lo soy – Afirmó, como si mis ofensas no le lastimaran

— Dónde encuentro a Páter – Dije luego de rechinar mis dientes por la molestia que sentía

— Puedo llevarte hacia él – Se ofreció con amabilidad y eso me sorprendió más, no era capaz de concebir en mi mente la idea de subirme a su carro y recorrer un camino largo con él, estaba demasiado alcohólico como para manejar

— No, no es necesario, solo dame la dirección e iré a buscarlo – Dije confundida

— No, es mejor que llegue yo y le pida que la
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