Tras que dije ese No, pasó frente a mí toda mi vida, la sumisión siempre había estado presente, y recordarlo solo me hizo reflexionar en que por muy duro que pareciera, tenía que empezar de cero, a luchar por mi propia cuenta y ya no depender de nadie más, ni permitir que nunca más me hicieran daño.— No nos iremos a España, al menos no hoy — advertí intentando contener mis lágrimas — ¿Y entonces? – preguntó encogiéndose de hombres y dejando caer el bolso, el cual recogí a lo inmediato porque sabía bien que ahí todavía llevaba dinero — Nos quedaremos aquí, trabajaremos aquí, y haremos una nueva vida aquí – afirmé sin comprender la trascendencia de mis palabras y la decisión tan apresurada que estaba tomando Lucrecia me miró impávida — Te has vuelto loca, solo somos unas aldeanas que ni siquiera sabemos inglés, no podríamos vivir en este inmenso país – gruñó molesta intentando convencerme, en verdad tenía razón, pero nada podía impedirme que luchara, quería algo distinto, ser una mu
Cuando iba en el auto no sentí ninguna señal de arrepentimiento, pero sí me sentía muy nerviosa, vi que el reloj marcaba las diez de la noche, era la hora precisa para llegar al club, pues Eduardo casi siempre llegaba a casa a las once, así que lo más seguro es que ya se encontraba ahí, pues recordaba bien la hora en que llegaba con Eduardo.Llegué finalmente, y como en un estado de alucinación, entré a ese sitio lleno de luces, mientras un buen grupo de hombres y mujeres hacían lo mismo, me colé en la enorme fila, el local era amplio, así que se me hizo fácil esconderme en un lugar que me permitiera observar con detenimiento la pista de baile en el tubo, en donde ya varias chicas hacían su debut, semidesnudas, pero con la cara cubierta por un antifaz o una máscara completa, pero sensual, había en el lugar demasiadas personas que se me hizo casi imposible identificar a Eduardo, quise creer que quizá esa noche no había llegado.Esperé en una de las esquinas, intentando ocultarme, temb
Tragué grueso para responder, para entenderme, para saber por qué mi impulso me había llevado a ese lugar, o qué pretendía con hacerlo.— ¿Qué sabes de Eduardo? — pregunté de golpe— Es tu novio, tú deberías saberlo — gruñó ella con indiferencia mientras masticaba chicle con rapidez y la boca abierta— No, nos separamos — dije rápidamente recordando que le había mentido, y que ella no sabía con exactitud quién era yo, realmente. Fabiana puso su boca en o, por el asombro, y dejó de masticar chicle por un momento, en el que guardó silencio y yo dirigí mi mirada hacia otro lugar.—!! QUEÉ!! ¿Qué sucedió? No, no, no me hagas saber que soy la culpable — dijo ella en seguida, y un escalofrío recorrió mi cuerpo, yo tenía frente a mí a la mujer que me había hecho daño sin saberlo, la mujer con la que Eduardo tenía sus encuentros pasionales, y sin embargo estaba ahí, como si nada de eso fuera parte de mi vida, como si no doliera, como si ya no pudiera sentir nada. Me quedé pensando en silencio
Tomé un taxi con mucho temor por el peligro que asechaba de noche esa inmensa ciudad, mi vida empezaba a ser totalmente distinta, antes no me hubiese permitido estar fuera de casa a esa hora. Mientras el hombre conducía pensaba en lo que vendría de ahora en adelante, y la forma en que debía enfrentarlo. Llegué al hotel y aunque ya era noche, por suerte me dejaron pasar nuevamente, el estómago me dolía, estaba demasiado nerviosa, era un secreto que debía guardar, ni siquiera podía contárselo a Lucrecia, pues sabía que a pesar de su cariño sincero hacia mí, mantener comunicación con esa mujer era algo inentendible y no quería ser juzgada.Ni siquiera yo era capaz de comprender por qué mi corazón corría tras Eduardo, por qué mi alma siempre lo suplicaba, todo era una terrible batalla entre mi pensamiento razonable y lo que mi ser me obligaba a realizar, solo deseaba mirar sus ojos todas las noches, sentir su olor, que fueran solo sus manos las únicas que tocaran mi cuerpo y que solo s
“El CEO de la empresa BerryMex Eduardo Villarreal, después que en repetidas ocasiones se le viera acompañado de prostitutas y sobre todo, del buen ron, esta mañana ha sido encontrado en deplorables condiciones, debido a una sobredosis de alcohol, según informó el también empresario Páter Smith, quien también reveló que desde anoche se encuentra bajo supervisión médica en el hospital Scripps Green, en donde están haciendo todo lo posible por salvarle la vida” — Citaba el escrito del periódico Latinocalifornia, el cual por su nombre era publicado para personas de habla hispana.Tras que terminé de leer, sentí que cada parte del piso de la habitación se deshacía en pedazos pequeños y me hundía cada vez más, no pude evitar llorar, y tirarme encima de Lucrecia para encontrar un consuelo, un alivio al dolor inmenso que sentía, solo estaba intentando no justificar a Eduardo, conocer de su vida terrible, de todo lo malo que pudiera estar haciendo luego de nuestra despedida, pero saber ahora,
Entré al inmenso hospital, pensando en cómo haría para buscar a Eduardo, para saber en qué sala estaba, pues yo no hablaba inglés, y ahí entendí cuán importante era estudiar, cuánto necesitaba aprender ese idioma para establecer mi vida en California, sin embargo, lo que debía hacer era apresurarme en búsqueda de Eduardo, y lo hice de la misma forma que me había aventurado en otras ocasiones.— Busco a Eduardo Villarreal ¿Puede indicarme en dónde encontrarlo? — dije en admisión, la mujer me miró confundida, luego me sonrió y se levantó haciendo una seña con su mano, demostrándome que debía esperarla, el frío del hospital me calaba los huesos, yo miraba a todos lados en busca de esas respuestas que ni yo misma tenía. Después de unos minutos, regresó, acompañada de un hombre.— Mucho gusto, soy Javier Martínez, voy a ayudarte, traduciendo lo que digas — se presentó el joven, yo asentí sonriendo para agradecerle, y entonces repetí la pregunta. Ellos a lo inmediato buscaron entre sus arch
— Habla ya que solo me dieron media hora — dije tan fuerte que pareció un grito horrible— Intento decírtelo para que no me veas como la mala del cuento, sé que amas a Eduardo, si no no estarías aquí, pese a todo lo que ya te he dicho – señaló conteniendo sus lágrimas—Sí, lo amo– afirmé con tristeza — Pero antes que eso, importa más apoyarnos entre mujeres, creo que es lo único imprescindible para esta sociedad, así que habla ya – dije, pues yo había sufrido demasiado por el machismo de mi padre, como para venir a juzgar a una mujer que no tenía nada de culpa en medio de todas las situaciones que Eduardo estaba provocando, ella era solo una víctima más de sus delirios.Fabiana me vio con miedo y desesperación, su maquillaje estaba corrido y sus lágrimas eran negras por el rímel en sus pestañas. Apretó sus labios para no llorar y dio un suspiro largo, antes de hablar — Mi padre abusó de mí cuando era una niña, mi madre nunca quiso creerme y se quedó con él, o más bien, todos nos qu
Después de escuchar a Fabiana solo pensé en qué era lo que debía hacer para que Eduardo reflexionara, pero de lo único que estaba segura es que él se estaba hundiendo solo, y por su propio gusto, y que por mi parte lo mejor que podía hacer era estudiar y marcharme de ese hospital, pues él ya lo había dicho muy claro, que ya era demasiado tarde.Ante las palabras de su amiga, que estaban llenas de verdad, él me evadió la mirada, así que inmediatamente aparté mi mano de su cabeza y caminé.— No, no te vayas — me suplicó Fabiana — Ya no hay nada que pueda hacer, es claro que todo está acabado que como ya escuchaste él se niega a todo por su terrible cobardía para olvidar el pasado — Dije de espalda ante ambos— Sí tienes razón ¿Cómo le has hecho para soportar tanto? – preguntó mientras se acercaba a mí para colocar su mano en mi hombro, sin embargo no quise voltear— Ha sido un impulso en mi intento por recuperar nuestro amor, por no dejar morir todo lo bello que construimos hace años,