Tomé un taxi con mucho temor por el peligro que asechaba de noche esa inmensa ciudad, mi vida empezaba a ser totalmente distinta, antes no me hubiese permitido estar fuera de casa a esa hora. Mientras el hombre conducía pensaba en lo que vendría de ahora en adelante, y la forma en que debía enfrentarlo. Llegué al hotel y aunque ya era noche, por suerte me dejaron pasar nuevamente, el estómago me dolía, estaba demasiado nerviosa, era un secreto que debía guardar, ni siquiera podía contárselo a Lucrecia, pues sabía que a pesar de su cariño sincero hacia mí, mantener comunicación con esa mujer era algo inentendible y no quería ser juzgada.Ni siquiera yo era capaz de comprender por qué mi corazón corría tras Eduardo, por qué mi alma siempre lo suplicaba, todo era una terrible batalla entre mi pensamiento razonable y lo que mi ser me obligaba a realizar, solo deseaba mirar sus ojos todas las noches, sentir su olor, que fueran solo sus manos las únicas que tocaran mi cuerpo y que solo s
“El CEO de la empresa BerryMex Eduardo Villarreal, después que en repetidas ocasiones se le viera acompañado de prostitutas y sobre todo, del buen ron, esta mañana ha sido encontrado en deplorables condiciones, debido a una sobredosis de alcohol, según informó el también empresario Páter Smith, quien también reveló que desde anoche se encuentra bajo supervisión médica en el hospital Scripps Green, en donde están haciendo todo lo posible por salvarle la vida” — Citaba el escrito del periódico Latinocalifornia, el cual por su nombre era publicado para personas de habla hispana.Tras que terminé de leer, sentí que cada parte del piso de la habitación se deshacía en pedazos pequeños y me hundía cada vez más, no pude evitar llorar, y tirarme encima de Lucrecia para encontrar un consuelo, un alivio al dolor inmenso que sentía, solo estaba intentando no justificar a Eduardo, conocer de su vida terrible, de todo lo malo que pudiera estar haciendo luego de nuestra despedida, pero saber ahora,
Entré al inmenso hospital, pensando en cómo haría para buscar a Eduardo, para saber en qué sala estaba, pues yo no hablaba inglés, y ahí entendí cuán importante era estudiar, cuánto necesitaba aprender ese idioma para establecer mi vida en California, sin embargo, lo que debía hacer era apresurarme en búsqueda de Eduardo, y lo hice de la misma forma que me había aventurado en otras ocasiones.— Busco a Eduardo Villarreal ¿Puede indicarme en dónde encontrarlo? — dije en admisión, la mujer me miró confundida, luego me sonrió y se levantó haciendo una seña con su mano, demostrándome que debía esperarla, el frío del hospital me calaba los huesos, yo miraba a todos lados en busca de esas respuestas que ni yo misma tenía. Después de unos minutos, regresó, acompañada de un hombre.— Mucho gusto, soy Javier Martínez, voy a ayudarte, traduciendo lo que digas — se presentó el joven, yo asentí sonriendo para agradecerle, y entonces repetí la pregunta. Ellos a lo inmediato buscaron entre sus arch
— Habla ya que solo me dieron media hora — dije tan fuerte que pareció un grito horrible— Intento decírtelo para que no me veas como la mala del cuento, sé que amas a Eduardo, si no no estarías aquí, pese a todo lo que ya te he dicho – señaló conteniendo sus lágrimas—Sí, lo amo– afirmé con tristeza — Pero antes que eso, importa más apoyarnos entre mujeres, creo que es lo único imprescindible para esta sociedad, así que habla ya – dije, pues yo había sufrido demasiado por el machismo de mi padre, como para venir a juzgar a una mujer que no tenía nada de culpa en medio de todas las situaciones que Eduardo estaba provocando, ella era solo una víctima más de sus delirios.Fabiana me vio con miedo y desesperación, su maquillaje estaba corrido y sus lágrimas eran negras por el rímel en sus pestañas. Apretó sus labios para no llorar y dio un suspiro largo, antes de hablar — Mi padre abusó de mí cuando era una niña, mi madre nunca quiso creerme y se quedó con él, o más bien, todos nos qu
Después de escuchar a Fabiana solo pensé en qué era lo que debía hacer para que Eduardo reflexionara, pero de lo único que estaba segura es que él se estaba hundiendo solo, y por su propio gusto, y que por mi parte lo mejor que podía hacer era estudiar y marcharme de ese hospital, pues él ya lo había dicho muy claro, que ya era demasiado tarde.Ante las palabras de su amiga, que estaban llenas de verdad, él me evadió la mirada, así que inmediatamente aparté mi mano de su cabeza y caminé.— No, no te vayas — me suplicó Fabiana — Ya no hay nada que pueda hacer, es claro que todo está acabado que como ya escuchaste él se niega a todo por su terrible cobardía para olvidar el pasado — Dije de espalda ante ambos— Sí tienes razón ¿Cómo le has hecho para soportar tanto? – preguntó mientras se acercaba a mí para colocar su mano en mi hombro, sin embargo no quise voltear— Ha sido un impulso en mi intento por recuperar nuestro amor, por no dejar morir todo lo bello que construimos hace años,
Justo cuando quise huir, Aiden, Noah y Páter, estaban atrás de mí — Mary — escuché decir a Páter con su acento ridículo y forzado.— Ahora qué quiere, por qué me persiguen — grité enfadada porque lo que menos quería era hacer un show ahí. Sé que Ana me estaba observando impávida, no era fácil para ella verme acompañada de esos hombres que a simple vista uno podía darse cuenta de que eran millonarios.— Mary — dijo con la voz temblorosa — Por cuidar el prestigio del hotel no aceptamos este tipo de discusiones dentro — agregó nerviosa— Te das cuenta, vete de aquí — le grité a Páter— Eduardo, necesita verte — dijo ya en voz baja— Acabo de verlo, y ha dicho que es demasiado tarde, así que se quede con su tiempo perdido y su pasado, yo ya me harté — le dije intentando no gritar— Mary, por favor — repitió Ana, así que caminé hacia afuera, ellos me siguieron— Qué quiere ahora — volví a preguntar— Solo acompáñanos, en verdad es lo último que va a suceder, es la decisión final — contestó
Me levanté rápido para abrir la puerta y ver quién era el que había llegado, pero como si supieran mis intenciones, cuando abrí solo escuché los pasos acelerados de alguien que bajaba por las escaleras.— Vamos a ver quién es — gritó Lucrecia desesperada, incitándome a darle persecución a quien hubiese llegado a dejar el sobre. Pero yo solo pude quedarme detenida en la puerta, sin decir ni una palabra, el corazón me latía rápidamente.— Espera — logré decirle cuando me agarró la espalda como intentando empujarme para que caminara o para cruzar ella la puerta — Ya sabemos de quién se trata— Te dije que Eduardo no va a descansar ahora, ya se ha dado cuenta de que va a perderte para siempre, y es claro que él no quiere eso — respondió ella regresando de nuevo a la cama. Levanté el sobre, sintiéndome completamente aturdida, y decidí bajar hasta la recepción.— Ana, voy a pagarte una noche más en el hotel, y mañana en cuanto puedas me das la información para conseguir un apartamento — le d
Después de leerlo comprendí, que para amar, primero debía sanar, después de todo, yo al igual que Eduardo, estaba herida, y llena de dolores que no me dejaban pensar ni actuar con razonamiento lógico. — ¿Cuál es tu decisión ahora? — Me interrogó Lucrecia mientras yo arrugaba la carta con mis manos. — La misma, trabajaré en mí, en mi autoestima, en mi dolor, buscaré un psicólogo, que me ayude a canalizar el dolor que todo este embrollo me ha causado — respondí segura, al compás de los brazos de Lucrecia que rodeaban mi hombro. — Bueno y con lo demás qué – preguntó — También estudiar y trabajar, ver qué hacemos aquí, iniciar de cero, hacer mejores cosas, lograr otras cosas — especifiqué intentando darle tranquilidad — Mary, te has detenido a pensar en qué pasará con la empresa – inquirió Lucrecia y la angustia volvió de nuevo, pues era algo que había olvidado en su totalidad — No sé, lo que importa es que ya no está endeudada, después de todo fue lo único que conseguí – comenté