Nathaniel estaba a punto de tener un ataque, no entendía cómo era posible que el mocoso se haya ido de su casa y nadie se hubiese dado cuenta. De Derrick no le sorprendió, pues el tipo no miraba al niño si no era para gritarlo o darle un golpe, pero Milly, su madre, debía estar como loca buscándolo. Llevaba al mocoso agarrado del cuello de la camisa mientras entraban al parque. A su lado la habladora caminaba con los ojos muy abiertos por la impresión, aunque milagrosamente había mantenido la boca cerrada. Los guió hasta la sala de empleados que a esa hora estaba vacía y solo cuando entraron soltó al muchachito y con una mirada insondable le dijo: —Tienes tres minutos para explicarme por qué carajos te has ido de la casa. Al escucharlo el rostro del chico se puso rojo y un gesto de rabia se apoderó de su cara, en el instante en que, con la mirada brillante, de lo que parecían ser lágrimas contenidas le decía. —¿En serio me preguntas por qué me fui? ¿Necesito recordarte como son las
Aurora sentía que tenía la energía a mil mientras entraba al vestuario de empleados. La conversación con su jefe había sido, hasta el momento, la más profesional y tranquila que había tenido. Y después de escuchar que el parque estaba en riesgo de ser cerrado un ímpetu de protección enorme había crecido dentro de ella, ese parque significaba todo para ella. —Vaya, hoy si que llegaste temprano— La voz de Josh, uno de sus compañeros de turno la hizo dar un respingo. Josh era uno de los empleados más recientes del parque, de hecho él fue el causante del incio de sucesos desastrosos que pasaron entre ella y Benjamin Reed, pues se suponía que era él quien debía llegar disfrazado de príncipe ese día, pero no llegó a la hora y ella, siendo como era, había terminado besando a un extraño que terminó siendo el dueño del parque. Increíble, pero cierto. La suerte no fue un ingrediente generoso en ella al momento que la crearon, pues toda su vida era una constante tragedia cómica. —Eso te puedo
Benjamin no sabía que era lo que le pasaba con esa niña del demonio, en cualquier otro momento ya se hubiese encargado de despedirla sin dudarlo siquiera, pero con Aurora había algo que hacía que, a pesar de que lo hacía salir de quicio, también conseguía que la buscara en cada ocasión, así sea para discutir, tal como estaba pasando en ese momento.—¿Con qué te parezco un ogro, eh? Parece que se te ha quedado de costumbre llamarme así. Por un instante, Aurora no pudo hacer más nada que no fuera mirar, avergonzada y asustada al imponente hombre frente a ella. No sabía por qué siempre se le tenía que ir la lengua cuando se trataba del CEO.—No, no señor, para nada—le dijo y por el rabillo del ojo fue consciente de como Logan se alejaba de ahí dejándola a su suerte, sin embargo, antes de poder pensar en algo más que decir, cayó en cuenta de las palabras del hombre—Un momento, ¿Qué quiere decir con que se me ha quedado de costumbre?Benjamin no tenía en sus planes hablarle a la Aurora sob
Mudarse era algo que Aurora sinceramente no pensaba que fuera posible, al menos no en la situación en la que ella estaba con su madre, sin embargo debía aceptar que pese a la opresión en su pecho y el malestar que sentía, haberse despertado sin gritos ni humillaciones se sintió de maravilla. —¿Cómo te sientes? —Emily estaba viendo detenidamente a su amiga, tenía miedo de que esta estuviera reprimiendo sus emociones como solía hacer. No podía negar que estaba preocupada, de hecho llevaba mucho tiempo estándolo, sabía que la madre de Aurora la maltrataba, pero la chica nunca había querido hacer nada al respecto, por esa esa decisión tan repentina la tenía un poco desconcertada. —Bien, me siento… ligera. Emily le regaló una sonrisa a su amiga y es que Aurora no mentía. Pues aunque estaba preocupada pensando si su madre estaría bien, la paz que sentía esa mañana era algo que, desde que su padre estaba con vida, no había vuelto a sentir. No tenía que tener miedo de hablar o hacer algo
Una gala. Por Dios ella nunca en su vida había asistido a un evento de gala, ni siquiera alcanzaba a tener un vestido de cóctel, cómo se suponía que iba a arreglarse para uno de tan alta categoría, y eso mismo fue lo que le hizo saber al hombre enfrente de ella. —Señor Reed… Yo… Yo no creo que yo sea la persona adecuada para acompañarlo— dijo e intentó no mirarlo a los ojos, le daba vergüenza decirle al hombre que no tenía nada que estuviera a la altura para ponerse, ni mucho menos dinero para comprar. Benjamin se quedó prendido en dos cosas en esa frase, la primera era que la habladora siempre lo llamaba “Señor Reed” él no sabía si eso le molestaba o lo calentaba y lo segundo era que la chica parecía avergonzada, lo cuál le hizo fruncir el ceño y llevando sus dedos a la quijada de la chica la instó a que lo mirara. —¿Y se puede saber por qué no serías la persona adecuada? Ben podía darse cuenta que su cercanía ponía nerviosa a la habladora, que a pesar de su lengua larga y su ale
La estaba besando… Aurora en un inicio no pudo hacer más que quedarse totalmente quieta debido a la impresión, sin embargo, en el momento en que la mano grande y varonil de Benjamin sostuvo la parte trasera de su cabeza y sus dientes mordieron su labio inferior, ahí ya no pudo contenerse. Sus labios correspondiern a los del rubio con timidez y un poco de trastedad, ella no era una experta besadora, sin embargo, poco a poco fue tomando el ritmo hasta que la timidez fue quedando atrás. Debía admitir que Ben sí era un experto en el tema. Sus labios se movían con pericia sobre los suyos despertando cada fibra de su ser y haciendo que un escalofrío le recorriera el cuerpo entero, al tiempo que lo que parecía ser un gemido saliera de ella. Benjamín no se consideraba un hombre impulsivo, de hecho cada aspecto de su vida era perfectamente planeado y estudiado, odiaba los errores y por eso le gustaba tener todo controlado, sin embargo, ahí en la sala de su casa, mientras sus labios se apode
Benjamin estaba contrariado. Luego de lo ocurrido la noche anterior con la habladora ni tuvo valor para presentarse en el parque la mañana siguiente, pues lo último que quería era tener que enfrentarse a la mirada de la chica, esa que lo había visto con tanta rabia y dolor.Luego de que ella se fuera había tenido que aguantarse las burlas y regaños de Max por lo que se le hizo una m*****a eternidad y eso solo hizo que se sintiera peor, sin embargo seguía pensando que alejarla había sido lo adecuado. Él no podía involucrarse con una mujer como ella, eran totalmente distintos. Una relación así solo está destinada al fracaso. Sin embargo, no puede negar que en ese preciso momento mientras se prepara para salir a buscarla en la nueva dirección que le dio para ir a la gala, tiene los nervios de punta pensando en si estará o no usando el regalo que le envío. Al final no le quedaba más nada que hacer que ir ahí y averiguarlo, aunque no podía negar que una parte de él deseaba que hubiera ac
Con cada paso que daba sentía como los latidos de su corazón iban en aumento, en especial porque el rubio no había soltado su mano en ningún momento y obviamente los reporteros no habían demorado en darse cuenta de ese pequeño detalle. —¡Señor Reed, puede decirnos ¿quién es la señorita!?—los gritos y la algarabía llenaban la entrada del hotel, pues aunque ahora viéndolos bien, no eran más de cuatro o cinco reporteros, todos gritaban al tiempo consiguiendo aturdirla. Nada más escuchar las insinuaciones y las preguntas que la prensa lanzaba, Aurora llevó los ojos hacia su jefe e intentó zafarse de su agarre, sin embargo el rubio giró el rostro y con la advertencia en sus ojos le indicó que no lo hiciera. Por lo que sosteniendo su mano y siendo custodiados por la vigilancia de Benjamin, consiguieron pasar a los periodistas hasta que finalmente ingresaron en el lobby del hotel. Sólo entonces sintió que podía respirar con tranquilidad, sin embargo una sensación de vacío se instaló en ell