Bueeeenoooo, hoy tuvimos doble actualización para compensar que ayer no subí!! Espero que la historia les esté gustando, muchas gracias por leer, besooooos
La estaba besando… Aurora en un inicio no pudo hacer más que quedarse totalmente quieta debido a la impresión, sin embargo, en el momento en que la mano grande y varonil de Benjamin sostuvo la parte trasera de su cabeza y sus dientes mordieron su labio inferior, ahí ya no pudo contenerse. Sus labios correspondiern a los del rubio con timidez y un poco de trastedad, ella no era una experta besadora, sin embargo, poco a poco fue tomando el ritmo hasta que la timidez fue quedando atrás. Debía admitir que Ben sí era un experto en el tema. Sus labios se movían con pericia sobre los suyos despertando cada fibra de su ser y haciendo que un escalofrío le recorriera el cuerpo entero, al tiempo que lo que parecía ser un gemido saliera de ella. Benjamín no se consideraba un hombre impulsivo, de hecho cada aspecto de su vida era perfectamente planeado y estudiado, odiaba los errores y por eso le gustaba tener todo controlado, sin embargo, ahí en la sala de su casa, mientras sus labios se apode
Benjamin estaba contrariado. Luego de lo ocurrido la noche anterior con la habladora ni tuvo valor para presentarse en el parque la mañana siguiente, pues lo último que quería era tener que enfrentarse a la mirada de la chica, esa que lo había visto con tanta rabia y dolor.Luego de que ella se fuera había tenido que aguantarse las burlas y regaños de Max por lo que se le hizo una m*****a eternidad y eso solo hizo que se sintiera peor, sin embargo seguía pensando que alejarla había sido lo adecuado. Él no podía involucrarse con una mujer como ella, eran totalmente distintos. Una relación así solo está destinada al fracaso. Sin embargo, no puede negar que en ese preciso momento mientras se prepara para salir a buscarla en la nueva dirección que le dio para ir a la gala, tiene los nervios de punta pensando en si estará o no usando el regalo que le envío. Al final no le quedaba más nada que hacer que ir ahí y averiguarlo, aunque no podía negar que una parte de él deseaba que hubiera ac
Con cada paso que daba sentía como los latidos de su corazón iban en aumento, en especial porque el rubio no había soltado su mano en ningún momento y obviamente los reporteros no habían demorado en darse cuenta de ese pequeño detalle. —¡Señor Reed, puede decirnos ¿quién es la señorita!?—los gritos y la algarabía llenaban la entrada del hotel, pues aunque ahora viéndolos bien, no eran más de cuatro o cinco reporteros, todos gritaban al tiempo consiguiendo aturdirla. Nada más escuchar las insinuaciones y las preguntas que la prensa lanzaba, Aurora llevó los ojos hacia su jefe e intentó zafarse de su agarre, sin embargo el rubio giró el rostro y con la advertencia en sus ojos le indicó que no lo hiciera. Por lo que sosteniendo su mano y siendo custodiados por la vigilancia de Benjamin, consiguieron pasar a los periodistas hasta que finalmente ingresaron en el lobby del hotel. Sólo entonces sintió que podía respirar con tranquilidad, sin embargo una sensación de vacío se instaló en ell
Benjamin se estaba muriendo por acercarse a donde Aurora se encontraba y arrancarla lejos del idiota aparecido, pero enfrente suyo, Megan parecía que tenía otros planes, pues con esa sonrisa traviesa y mirada controladora le dijo: —Nunca pensé que te harías cargo de ese montón de chatarra, tu odias los parques, siempre me lo dijiste. Megan era tal vez, aparte de Max, la persona que más sabía de su pasado y las razones por la que guardaba tanto rencor a los malditos parques y de paso no soportaba a los niños. Ellos habían pasado su adolescencia juntos, pues el padre de la rubia era el dueño de uno de los parques competencia en Nueva York. —Las cosas han cambiado— le dijo, apartando sutilmente el cuerpo de Megan de él. Debía admitir que la mujer estaba igual de despampanante que siempre y el hecho que fuera igual de seria y meticulosa que él lo había hecho pensar en el pasado que sería la indicada, sin embargo ella terminó yéndose de la ciudad y todo se acabó. —Bueno, espero que no
Paralizado, así había quedado Benjamín al escuchar la pregunta de Aurora, él no se esperaba ni en un millón de años que le dijera algo como eso y fue ahí cuando se dio cuenta que sea lo que sea que le estuviera pasando con la habladora se le estaba saliendo de las manos. Sabía que lo correcto era alejarse, pero había algo en ella que impedía que lo hiciera. Un magnetismo guiado por su sonrisa y su maldito optimismo, tan distinto a él y su vida oscura y llena de amargura, que lo tenía como un perro detrás de un hueso. Mientras veía esos ojos expectantes a una respuesta, abrió y cerró su boca tratando de buscar las palabras indicadas para responder pero nada salía de él, era como si el maldito abecedario completo se hubiese borrado de su cabeza dejándolo totalmente en blanco. Ella no demoró en interpretar su silencio de la manera en que él menos quería y pudo ver como una capa de dolor apareció brevemente en su mirada antes de intentar disimularlo. —Vaya, supongo que si fue solo un j
Aurora nunca se había subido al auto de un desconocido. Con el rabillo del ojo miraba al pelinegro manejando a su lado. Debía admitir que el hombre era un sueño: Apuesto, amable, atento y caballeroso. Muy distinto al ogro de su jefe. Nada más tener el pensamiento se odió y se regañó internamente por estar comparando a Mike con Ben o peor aún, por estar pensando en el CEO en primer lugar. —¿Puedo hacerte una pregunta imprudente? La voz del pelinegro consiguió que abriera sus ojos nuevamente y al mirar hacía un lado se encontró con los lindos ojos mieles fijos en ella. —Claro, dime.— su voz dejaba ver a kilómetros lo nerviosa y disgustada que se encontraba. Mike la miró con duda y un brillo de interés que la hizo sonrojar, tal vez el que las cosas hayan salido tan mal con el ogro no sería del todo algo malo. —Benjamin Reed— le dijo y ella sintió cómo de inmediato su cuerpo se tensó ante la simple mención—¿Pasa algo entre ustedes? La pregunta lo único que había conseguido era term
El resto de la jornada se le había ido volando, mientras investigaba y pensaba en las mejores estrategias de marketing para implementar en el parque que ni siquiera se dio cuenta que se había hecho de noche hasta que sintió que abrieron la puerta de la salita de empleados a donde había ido a trabajar cuando vio al CEO salir. Sin embargo, para su absoluta sorpresa era el rubio quien acababa de entrar a la salita, se veía más cansado y malgeniado que de costumbre y para su mala suerte ese gesto solo empeoró cuando la vio. —¿Qué se supone que estás haciendo aquí? — le dijo y ella veía cómo el ceño del rubio solo se iba frunciendo cada vez más—¿Acaso no has visto la hora? Nada más escuchar aquello dio una ojeada a su celular en la mesa y por poco le da un yeyo al darse cuenta que ya eran casi las 10 de la noche y que tenía 4 llamadas perdidas de Emily. Llevó los ojos hacia el CEO y le regaló una sonrisa apenada mientras se ponía en pie. —Lo lamento jefe, es que el tiempo se me fue vol
La habladora parecía un corderito asustado mientras lo miraba con sus lindos ojos aguamarina muy abiertos, al tiempo que él la llevaba hacía donde se encontraba su camioneta, la que había llevado ese día, pues no quería tener choferes. La castaña terminó recostada al auto mientras que él se paraba enfrente de ella evitando que pudiera escaparse. —Estoy esperando que empieces a hablar, habladora. Normalmente se te da de maravilla. Aurora quería que se abriera un hueco en medio de la tierra para poder lanzarse en él y escapar de la conversación que estaba a punto de tener, pues lo que menos quería era tener que contarle a su jefe, ese mismo con el que se había besado, el enorme problema en el que estaba metida. Sin embargo, podía mirar en los ojos azules y profundos del rubio, que este no estaba dispuesto a dejarla ir sin una explicación, por lo que no tuvo más remedio que, retorciendo sus manos debido al nervio, empezar a hablar. —No hay nada que explicar, Jorge es un conocido y ve