En silencio dentro del despacho, Alexander pensó en todo lo que le había dicho Amelia. No podía aceptarlo. No podía creer de verdad que Amelia no le quisiera. No después de todo lo que habían pasado en aquellas semanas. Tenía que haber alguna explicación. Algo había sucedido en esos dos días que ella no estuvo.Mirando por la ventana, el tiempo empezaba a cambiar mientras Alex intentaba procesar todo lo sucedido. Sabía que era mentira, la forma en que Amelia lo besó esa noche, no era un beso falso. Ella sentía algo por él. Pero algo pasó para que Amelia renunciara a ellos dos, él no sabía qué.Se quedó mirando un rato los trozos de cristal del vaso que había tirado contra la pared.Dijo que tenía un problema familiar y sabía que el único pariente más cercano de Amelia era su hermano mayor Benjamin. También sabía que Benjamin y Ethan tenían algún tipo de relación más allá de la amistad. Inmediatamente, Alex cogió el móvil que tenía sobre la mesa y llamó a Ethan, que contestó al cabo d
Habían pasado tres semanas desde que aquella tarde Amelia había roto con Alexander en su despacho. Él seguía intentando entender por qué, e incluso con los esfuerzos de Ethan por ayudarle, no había conseguido absolutamente nada. Benjamin se negó a contarle lo que había pasado con Amelia, y que era una decisión completamente suya y ninguno de los dos debía interferir, lo que enfureció a Alexander.Las náuseas de Amelia fueron remitiendo poco a poco a medida que pasaban las semanas, pero intentaba en la medida de lo posible mantener una distancia emocional con Alexander, por mucho que él hiciera todo lo posible por acercarse.Amelia lloraba todas las noches, martirizándose por sus propias decisiones mientras intentaba seguir adelante por el bebé que crecía poco a poco en su vientre.Intentaba cuidarse todo lo que podía. Comía bien y tomaba sus vitaminas. Benjamin la acompañaba a sus citas con el primer médico, el que se convirtió oficialmente en su obstetra. Y siempre que iba al centr
Amelia sintió frío. Su presión dio un ligero bajón mientras se apoyaba en el arco de la puerta de la cocina y miraba a Helena y la caja vacía de vitaminas para la gestación que había sobre la encimera.- I.. - Amelia se frenó y pronto Helena se acercó a ella, cogiéndole la mano y guiándola hasta uno de los taburetes para que se sentara.- Amelia, no pasa nada. - Helena trató de tranquilizarla. - Puedes contármelo si quieres. Pero necesito saber si te estás cuidando bien.- Helena, yo... - Amelia simplemente no podía hablar.- Amy, llevo unas semanas notando tus cambios. - dijo Helena, tendiéndole una taza de té. - Náuseas constantes, no has querido hablar de tu cita con mi médico, tienes el pelo brillante y sedoso y has estado comiendo demasiada sal. - comentó mientras sonreía. - Sé cuando una mujer está embarazada. Tengo dos hijos, ¿lo has olvidado?Amelia se sentía cada vez más tensa, pero mientras Helena sonreía complacida, los ojos de Amelia se llenaron de lágrimas cuando Helena s
- ¿Por qué no? - preguntó Helena claramente confundida.- Helena, se decepcionaría de mí si lo supiera. - Amelia intentó restarle importancia, pero Helena ya se daba cuenta en el acto.- Creo que eso es muy poco probable, Amelia. Siente verdadera adoración por ti. - replicó la señora Smith. - ¿Qué más ocultas?Aquella pregunta cogió a Amelia por sorpresa. Helena era una mujer muy perspicaz y no sería tan fácil engañarla.- Helena, le quiero. - Respondió ella, respirando hondo mientras miraba hacia el mar. - Lo amo con todo mi corazón.La señora Smith guardó silencio unos segundos, luego se encogió de hombros y apoyó la mano en el regazo de Amelia.- Y él te quiere a ti. Todos en esa casa lo saben. - replicó Helena, comprendiendo lo que Amelia quería decir.- Yo también lo sé. Y después de lo que pasó con Megan y Henry, no puedo volver a hacer sufrir a Alexander. - Explicó Amelia con tristeza. - No puedo hacerle daño así. - Pero ¿no crees que le haces aún más daño ocultándole este emb
A medida que pasaban las semanas, Amelia contaba con más ayuda de Helena, que la ayudaba en todo lo posible con el embarazo, pero seguía manteniéndolo en secreto para Alexander. Alexander por su parte, se involucraba cada vez más con el trabajo de la empresa que iba llegando poco a poco. Fue un proceso largo el que le propuso su terapeuta, pero era notable como poco a poco iba recuperando parte de su vida.Cuando no estaba en la oficina trabajando y Amelia le hacía compañía, estaba con Adam a puerta cerrada y siempre salía chorreando sudor, pero aparentemente satisfecho.La barriga de Amelia empezaba a mostrar sus primeros signos. Era alta y delgada, no sería difícil darse cuenta enseguida de que estaba embarazada y eso le preocupaba mucho.Pronto ya no podría ocultar su embarazo a Alexander y necesitaba prepararse para el día en que se lo contaría todo. Aquella mañana, Amelia fue a la oficina donde Alex ya estaba trabajando. A diferencia de su pijama de lactancia, esta vez llevaba
Alexander miró a Helena completamente sorprendido, sintiendo cómo su rostro se calentaba de inmediato por la frustración y la furia.- No... No es posible. - Dijo mientras mil cosas pasaban por su mente.- ¡Me ha engañado! ¡Me ha mentido! - Gritó furioso, agarrando el vaso que estaba sobre la encimera y lanzándolo contra la pared.Helena se escudó temerosa de él.- ¡Alexander! - Ella le advirtió, nunca le llamó por su nombre.- Helena, se acercó a mí, ¡¡¡me enamoró de ella para engañarme!!! - Gritó. - ¡Igual que Megan lo intentó!- ¡Estás siendo injusta! - Le replicó ella. - Amelia no es como Megan, nunca lo fue. - Afirmó ella. - Amelia no sabía que estaba embarazada, ¡por el amor de Dios!- ¿Cómo puedes decir eso? ¡No sabemos nada de ella! Sobre su vida, ¡siempre la ha ocultado! - gritó, completamente alterado.- ¡Porque tenía sus razones! No tienes ni idea de lo que ha tenido que pasar esta chica para llegar a esta casa y no voy a permitir que saques conclusiones precipitadas. - Dij
Alexander estaba en su habitación cuando Amelia regresó de "comer" con su hermano mayor. Pasó gran parte de la tarde pensativo con toda la información que Helena le había dado. ¿Cómo podía alguien tan joven como ella pasar por tanto terror a lo largo de los años? Más que nunca, quería protegerla del mundo. Y más que nunca, la amaba. Era una mujer excepcional, tan llena de valor a pesar de todo, y aún llevaba esa carga. El bebé del hombre al que odiaba. Pero si Amelia estaba dispuesta a criar y amar a ese niño, él haría lo mismo. No sólo la protegería a ella, sino también a su futuro hijo.- ¿Puedo pasar? - preguntó Amelia al llamar a la puerta, sacando a Alex de sus pensamientos.- Sí, Amy. Pasa. - respondió, volviendo a centrar su atención en la puerta.Miró a Amelia, intentando notar algún signo de embarazo, pero sin éxito. Pero no podía negar que Amelia parecía más radiante, más hermosa. Más que de costumbre.- ¿Qué tal el almuerzo? - preguntó, resignándose al hecho de que ella
Amelia contempló encantada la decoración del vestíbulo. Era todo paredes blancas con muebles de madera. Una escalera central conducía a los pisos superiores y las ventanas iban del suelo al techo, mostrando todo Central Park. Amelia recorrió el lugar completamente asombrada. Era la casa más bonita en la que había entrado en su vida.- ¿Qué te ha parecido? - preguntó Alexander, fijándose en los ojos brillantes de su mujer.- Es maravillosa, Alex. - Contestó ella, caminando hacia él.- Ven, quiero enseñarte otro sitio. - Habló, guiando la silla de ruedas por el primer pasillo y deteniéndose frente a una puerta doble de caoba. - Ábrela. - ordenó.Amelia lo miró sin comprender, pero obedeció.Al abrir la puerta, Amelia se quedó boquiabierta al ver la biblioteca de la residencia.Con estanterías y más estanterías de libros perdidos, además de una chimenea y cómodos sillones con vistas a Central Park. Entró asombrada, como una niña en una juguetería. - ¿Qué te ha parecido? - Preguntó, cru