Amelia sintió frío. Su presión dio un ligero bajón mientras se apoyaba en el arco de la puerta de la cocina y miraba a Helena y la caja vacía de vitaminas para la gestación que había sobre la encimera.- I.. - Amelia se frenó y pronto Helena se acercó a ella, cogiéndole la mano y guiándola hasta uno de los taburetes para que se sentara.- Amelia, no pasa nada. - Helena trató de tranquilizarla. - Puedes contármelo si quieres. Pero necesito saber si te estás cuidando bien.- Helena, yo... - Amelia simplemente no podía hablar.- Amy, llevo unas semanas notando tus cambios. - dijo Helena, tendiéndole una taza de té. - Náuseas constantes, no has querido hablar de tu cita con mi médico, tienes el pelo brillante y sedoso y has estado comiendo demasiada sal. - comentó mientras sonreía. - Sé cuando una mujer está embarazada. Tengo dos hijos, ¿lo has olvidado?Amelia se sentía cada vez más tensa, pero mientras Helena sonreía complacida, los ojos de Amelia se llenaron de lágrimas cuando Helena s
- ¿Por qué no? - preguntó Helena claramente confundida.- Helena, se decepcionaría de mí si lo supiera. - Amelia intentó restarle importancia, pero Helena ya se daba cuenta en el acto.- Creo que eso es muy poco probable, Amelia. Siente verdadera adoración por ti. - replicó la señora Smith. - ¿Qué más ocultas?Aquella pregunta cogió a Amelia por sorpresa. Helena era una mujer muy perspicaz y no sería tan fácil engañarla.- Helena, le quiero. - Respondió ella, respirando hondo mientras miraba hacia el mar. - Lo amo con todo mi corazón.La señora Smith guardó silencio unos segundos, luego se encogió de hombros y apoyó la mano en el regazo de Amelia.- Y él te quiere a ti. Todos en esa casa lo saben. - replicó Helena, comprendiendo lo que Amelia quería decir.- Yo también lo sé. Y después de lo que pasó con Megan y Henry, no puedo volver a hacer sufrir a Alexander. - Explicó Amelia con tristeza. - No puedo hacerle daño así. - Pero ¿no crees que le haces aún más daño ocultándole este emb
A medida que pasaban las semanas, Amelia contaba con más ayuda de Helena, que la ayudaba en todo lo posible con el embarazo, pero seguía manteniéndolo en secreto para Alexander. Alexander por su parte, se involucraba cada vez más con el trabajo de la empresa que iba llegando poco a poco. Fue un proceso largo el que le propuso su terapeuta, pero era notable como poco a poco iba recuperando parte de su vida.Cuando no estaba en la oficina trabajando y Amelia le hacía compañía, estaba con Adam a puerta cerrada y siempre salía chorreando sudor, pero aparentemente satisfecho.La barriga de Amelia empezaba a mostrar sus primeros signos. Era alta y delgada, no sería difícil darse cuenta enseguida de que estaba embarazada y eso le preocupaba mucho.Pronto ya no podría ocultar su embarazo a Alexander y necesitaba prepararse para el día en que se lo contaría todo. Aquella mañana, Amelia fue a la oficina donde Alex ya estaba trabajando. A diferencia de su pijama de lactancia, esta vez llevaba
Alexander miró a Helena completamente sorprendido, sintiendo cómo su rostro se calentaba de inmediato por la frustración y la furia.- No... No es posible. - Dijo mientras mil cosas pasaban por su mente.- ¡Me ha engañado! ¡Me ha mentido! - Gritó furioso, agarrando el vaso que estaba sobre la encimera y lanzándolo contra la pared.Helena se escudó temerosa de él.- ¡Alexander! - Ella le advirtió, nunca le llamó por su nombre.- Helena, se acercó a mí, ¡¡¡me enamoró de ella para engañarme!!! - Gritó. - ¡Igual que Megan lo intentó!- ¡Estás siendo injusta! - Le replicó ella. - Amelia no es como Megan, nunca lo fue. - Afirmó ella. - Amelia no sabía que estaba embarazada, ¡por el amor de Dios!- ¿Cómo puedes decir eso? ¡No sabemos nada de ella! Sobre su vida, ¡siempre la ha ocultado! - gritó, completamente alterado.- ¡Porque tenía sus razones! No tienes ni idea de lo que ha tenido que pasar esta chica para llegar a esta casa y no voy a permitir que saques conclusiones precipitadas. - Dij
Alexander estaba en su habitación cuando Amelia regresó de "comer" con su hermano mayor. Pasó gran parte de la tarde pensativo con toda la información que Helena le había dado. ¿Cómo podía alguien tan joven como ella pasar por tanto terror a lo largo de los años? Más que nunca, quería protegerla del mundo. Y más que nunca, la amaba. Era una mujer excepcional, tan llena de valor a pesar de todo, y aún llevaba esa carga. El bebé del hombre al que odiaba. Pero si Amelia estaba dispuesta a criar y amar a ese niño, él haría lo mismo. No sólo la protegería a ella, sino también a su futuro hijo.- ¿Puedo pasar? - preguntó Amelia al llamar a la puerta, sacando a Alex de sus pensamientos.- Sí, Amy. Pasa. - respondió, volviendo a centrar su atención en la puerta.Miró a Amelia, intentando notar algún signo de embarazo, pero sin éxito. Pero no podía negar que Amelia parecía más radiante, más hermosa. Más que de costumbre.- ¿Qué tal el almuerzo? - preguntó, resignándose al hecho de que ella
Amelia contempló encantada la decoración del vestíbulo. Era todo paredes blancas con muebles de madera. Una escalera central conducía a los pisos superiores y las ventanas iban del suelo al techo, mostrando todo Central Park. Amelia recorrió el lugar completamente asombrada. Era la casa más bonita en la que había entrado en su vida.- ¿Qué te ha parecido? - preguntó Alexander, fijándose en los ojos brillantes de su mujer.- Es maravillosa, Alex. - Contestó ella, caminando hacia él.- Ven, quiero enseñarte otro sitio. - Habló, guiando la silla de ruedas por el primer pasillo y deteniéndose frente a una puerta doble de caoba. - Ábrela. - ordenó.Amelia lo miró sin comprender, pero obedeció.Al abrir la puerta, Amelia se quedó boquiabierta al ver la biblioteca de la residencia.Con estanterías y más estanterías de libros perdidos, además de una chimenea y cómodos sillones con vistas a Central Park. Entró asombrada, como una niña en una juguetería. - ¿Qué te ha parecido? - Preguntó, cru
Ethan sacó champán de la bodega para que brindaran y llamó al Sr. y la Sra. Smith para que brindaran con ellos. Pidieron el almuerzo en el cercano restaurante del Hotel Plaza y todos se reunieron en el salón. La señora Smith regresó de la cocina con las copas y las distribuyó entre todos los presentes mientras Ethan empezaba a servirlas. Cuando le tocó a Amelia servirlos, ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando Helen, Alexander y Benjamin dijeron que no al unísono, sobresaltando no sólo a Amelia sino también al señor Smith.- Yo no bebo, señor Alderidge. - Contestó ella completamente imperturbable, sin entender por qué Alexander también había dicho que no.- Eres oficialmente mi cuñada, así que llámame Ethan. - Habló mientras sonreía, volviendo a centrar su atención en Helen. - Lena, ¿podrías traer zumo para que Amelia brinde con nosotros?Helena sonrió, alcanzando el vaso de Amelia y dirigiéndose a la cocina. La señora Smith regresó unos minutos después con un vaso lleno de zu
En cuanto amaneció, Amelia se preparó y bajó los pisos hasta la planta baja. Aprovechó que la mañana estaba fresca para ir a Central Park. Era la primera vez que iba desde que se mudó a Nueva York y luego a los Hamptons. Tras parar en una cafetería y comprar un Frappuccino de chocolate, se dirigió al césped y se sentó a disfrutar de la soleada mañana.Amelia aprovechó para leer un poco, pero pronto se distrajo cuando su atención fue robada por una madre y su bebé. Un precioso niño de pelo rubio y mejillas sonrosadas que corría torpemente con sus piernas regordetas por el césped. Se reía mientras corría hacia su madre, que lo abrazaba mientras le besaba las mejillas.Sin darse cuenta, Amelia apoyó la mano en su propio vientre mientras se lo alisaba. Podía sentir cómo crecía un poco más, preguntándose si dentro de un rato estaría ella allí, jugando con su bebé. Amelia se sentía cada vez más segura de aquel embarazo. Pero no sabía si podría seguir mintiéndole a Alexander como había est