30. ¡Habla!

Después de mandarle la ubicación a Yadira, Enrique se vistió con uno de sus trajes más caros y elegantes. Se perfumó con la fragancia que sabía que a Yadira le gustaba, no porque quería agradarle, sino porque sabía que cada pequeño detalle podía jugar a su favor.

Mientras conducía al restaurante, ideaba su estrategia. Sabía que tenía que ser astuto, jugando con las emociones de Yadira y recordándole los buenos tiempos. El restaurante al que la había invitado era uno de los lugares más románticos de la ciudad y había sido su favorito cuando eran novios.

Llegó antes que ella y eligió una mesa en un rincón apartado, perfecto para una conversación íntima. Ordenó una botella del vino favorito de Yadira y se acomodó, ensayando sus palabras, buscando las frases y recuerdos que pudieran ablandar su corazón y ponerla en una posición vulnerable.

Cuando la vio entrar, se sintió confiado. Yadira lucía bien, más bien de lo que él la recordaba, pero Enrique solo veía una oportunidad. Se puso de pie
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