Yadira no podía creer lo que le decía Rogelio, su abogado, al teléfono a la mañana siguiente.—Por favor, repíteme lo que me acabas de decir. Una vez más.—Enrique acaba de enviar los papeles del divorcio firmados y no solo eso. Su abogado ha dicho que no desea nada. Te cederá toda la custodia de la pequeña Sofía y te dará lo que te corresponde tanto por ley como por los daños morales que te pudo haber ocasionado.—No lo puedo creer —murmuró Yadira, sintiendo que, en ese momento, todas sus preocupaciones parecían haber desaparecido."Por fin era libre". Enrique por fin había firmado, y eso la llenaba de una enorme alegría y, por supuesto, satisfacción.—Solo necesito que venga a mi oficina, por favor, para entregarte tu copia del divorcio firmada y notariada, así como todo lo que te corresponde.—Por supuesto, estaré ahí a la mayor brevedad posible —respondió Yadira a su abogado antes de colgar.Pese a la felicidad que se reflejaba en el semblante de Yadira, su mirada se endureció y o
Yadira se abrió paso entre la multitud de reporteros que la esperaban a la salida de la escuela. Con una mano sujetaba a su hija Sofía, que se aferraba a su falda con miedo. Con la otra mano empujaba los micrófonos y las cámaras que intentaban acercarse demasiado.—¿Es cierto que su esposo la engañó con su mejor amiga? — le preguntó una voz.—¿Cómo se siente al saber que su matrimonio ha terminado? — interpeló otra.—¿Qué planea hacer ahora que está sola? — cuestionó una tercera.Yadira no respondió a ninguna de las interrogantes. Su único objetivo era alejarse de ese lugar y llevar a su hija a un refugio seguro. Estaba consciente de que los reporteros solo buscaban un titular jugoso, una noticia escandalosa, un momento de vulnerabilidad. No les preocupaba el sufrimiento que tanto ella como Sofía estaban padeciendo.Sofía observaba el caos a su alrededor con ojos vidriosos y llenos de lágrimas. No comprendía por qué había tantas personas gritando y desordenando todo. No lograba entend
La cocina se impregnó del aroma del café recién hecho y las tostadas. Guillermo, buscando una forma de disculparse con Yadira, quien no le dirigía la palabra, sirvió los huevos revueltos y las salchichas en un plato. Desde donde estaba, pudo ver a Yadira en la sala, sentada junto a Sofía, ambas aún en pijamas y jugando juntas. Parecía el momento ideal para acercarse y pedir perdón.No obstante, justo cuando estaba por dar el primer paso, el teléfono de Yadira sonó. Guillermo contuvo un gruñido y se quedó paralizado, esperando a que ella atendiera la llamada.Detestaba esos imprevistos que interrumpían sus planes, especialmente cuando implicaban dejar a un lado su orgullo y disculparse, lo cual siempre le resultaba difícil.Yadira, por su parte, se sentía un tanto perdida y prefería centrarse en Sofía para evitar cruzar miradas con Guillermo. No quería que él detectara la confusión reflejada en sus ojos. La llamada de su teléfono llegó en un momento oportuno, brindándole una excusa par
—Hola, Yadira. Te he traído algo muy importante, pero por favor tráteme de manera informal— le respondió Rogelio, entregándole la carpeta.—¿Es lo que creó que es? — preguntó Yadira, abriendo la carpeta con curiosidad.—Si. Son los papeles que no te había dado. Los que constan que tienes la patria potestad de tu hija —le explicó Rogelio.—¡Gracias, no sabes lo mucho que me hace feliz tener estos papeles! — exclamó Yadira, emocionada.— Sí. Hemos ganado el caso. Tu exmarido no podrá volver a acercarse a ti ni a tu hija. Ahora eres libre — le dijo Rogelio, con una sonrisa.—¡Oh, Rogelio! No sé cómo agradecerte esto. Es lo mejor que me ha pasado en la vida — dijo Yadira, abrazando al abogado con fuerza.—No tienes que agradecerme nada, Yadira. Lo hice por ti y tu pequeña hija— respondió Rogelio, correspondiendo al abrazo y al mismo tiempo callando lo que realmente quería decirle a ella: "También porque me gustas Yadira y quiero verte feliz" más eso lo callo y se conformó con el abrazo da
El hombre en cuestión sonrió, mostrando una hilera de dientes amarillentos. —Eso es lo que crees. Hace un tiempo, representaste a alguien que me debía mucho dinero. Gracias a ti, ese tipejo evitó la cárcel y aún no me ha pagado.Rogelio se tomó un momento para pensar. Recordaba el caso, pero no estaba seguro de cómo eso le involucraba personalmente con el gangster. —Yo solo hice mi trabajo, defendiendo a mi cliente en el tribunal. Si tienes un problema con él, deberías tratarlo directamente. Mi despacho y yo no tenemos nada que ver con sus asuntos personales.El hombre se acercó peligrosamente a Rogelio, sacando una pequeña navaja de su bolsillo y jugueteando con ella. —Tú hiciste que ese hombre evadiera la justicia, y ahora, por tu culpa, no he recibido mi dinero. Así que pensé que quizás podrías compensarme... de una forma u otra.Rogelio tragó saliva, tratando de mantener la calma. —No tengo tu dinero, pero puedo ayudarte a llegar a un acuerdo con él. No es necesario que destro
El gangster y su pandilla decidieron no esperar más tiempo y atacaron el bufete de abogados de Rogelio esa misma noche.Mientras Rogelio se encontraba trabajando hasta tarde en su oficina, el silencio del edificio fue abruptamente roto por el sonido de cristales rompiéndose. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, varios hombres encapuchados irrumpieron en su despacho. Empezaron a destruir todo a su paso: documentos, muebles, computadoras y todo tipo de objetos de valor. El caos y la destrucción se apoderaron del lugar en cuestión de minutos.Rogelio intentó enfrentarse a ellos, proteger su lugar de trabajo y sus años de esfuerzo, pero estaba en clara desventaja numérica. Uno de los matones lo agarró por detrás y le dio un fuerte golpe en la cabeza con una barra metálica, dejándolo semiinconsciente en el suelo. Mientras Rogelio yacía aturdido, los hombres continuaron su destrucción, asegurándose de que no quedara nada intacto.Luego, con el bufete destrozado y
Después de aquella intensa discusión, la vida de Yadira y Guillermo tomó rumbos diferentes. Un mes entero, treinta largos días en que la ausencia de conversaciones, caricias y miradas compartidas se hizo notar. Pero la distancia física no significaba desconexión total. Yadira, con su talento y su carisma arrollador, comenzó a escalar vertiginosamente en la industria de la música. Las redes sociales se llenaban de sus canciones, era la chica no normativa que enloquecía a todos porque a pesar de no tener la figura que se esperaba de una cantante ella brillaba en el escenario, el público la adoraba y su voz resonaba en casi todos los rincones de la ciudad. Con cada nueva actuación, cada nuevo sencillo, su popularidad crecía. Y aunque ella lo atribuía a su esfuerzo y al amor de sus fans, había una figura en la sombra que jugaba un papel crucial en su éxito.Guillermo, aún herido por la despedida y la sensación de desprecio que sintió, no podía abandonarla por completo. Cada concierto de
Yadira se encontraba en ese momento con el semblante frío. El hombre de Guillermo no sabía si sus palabras o las pruebas que le había hecho llegar habían llegado al corazón de ella.Lo cierto es que se encontraba en ese momento lidiando con un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, ella sabía que Guillermo no podía ser responsable del atentado, lo sabía. Aún así, se había obligado a creerlo con el fin de poner distancia entre ellos.Yadira volvió su mirada al hombre con el rostro serio, sin dejar entrever ninguna expresión en este antes de responderle al hombre de Guillermo.—Está bien, iré a hablar con él.Fue todo lo que dijo antes de caminar con todos sus guardaespaldas tras ella hasta su camerino.Fue dentro del camerino donde ella dio rienda suelta a todas esas emociones que la estaban asfixiando, sobre todo por la forma tan abrupta y cruel con la que había juzgado a Guillermo, quien a pesar de todo, todavía la protegía. Las palabras del hombre solo le dieron la ce