Después de aquella intensa discusión, la vida de Yadira y Guillermo tomó rumbos diferentes. Un mes entero, treinta largos días en que la ausencia de conversaciones, caricias y miradas compartidas se hizo notar. Pero la distancia física no significaba desconexión total. Yadira, con su talento y su carisma arrollador, comenzó a escalar vertiginosamente en la industria de la música. Las redes sociales se llenaban de sus canciones, era la chica no normativa que enloquecía a todos porque a pesar de no tener la figura que se esperaba de una cantante ella brillaba en el escenario, el público la adoraba y su voz resonaba en casi todos los rincones de la ciudad. Con cada nueva actuación, cada nuevo sencillo, su popularidad crecía. Y aunque ella lo atribuía a su esfuerzo y al amor de sus fans, había una figura en la sombra que jugaba un papel crucial en su éxito.Guillermo, aún herido por la despedida y la sensación de desprecio que sintió, no podía abandonarla por completo. Cada concierto de
Yadira se encontraba en ese momento con el semblante frío. El hombre de Guillermo no sabía si sus palabras o las pruebas que le había hecho llegar habían llegado al corazón de ella.Lo cierto es que se encontraba en ese momento lidiando con un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, ella sabía que Guillermo no podía ser responsable del atentado, lo sabía. Aún así, se había obligado a creerlo con el fin de poner distancia entre ellos.Yadira volvió su mirada al hombre con el rostro serio, sin dejar entrever ninguna expresión en este antes de responderle al hombre de Guillermo.—Está bien, iré a hablar con él.Fue todo lo que dijo antes de caminar con todos sus guardaespaldas tras ella hasta su camerino.Fue dentro del camerino donde ella dio rienda suelta a todas esas emociones que la estaban asfixiando, sobre todo por la forma tan abrupta y cruel con la que había juzgado a Guillermo, quien a pesar de todo, todavía la protegía. Las palabras del hombre solo le dieron la ce
Lo curioso era que si le había dolido la traición de Enrique con ella, pero no había sentido ni la mitad de la decepción y rabia que en ese momento sentía al verla colgado del brazo de Guillermo.“Deja de pensar en ellos Yadira” se dijo a si misma estacionando a un lado de su casa en busca de su hija.—¡Mami, ya estás aqui!La emoción de la pequeña Sofía al ver a su madre hizo que saliera corriendo a la calle, donde de inmediato los flashes de las cámaras de los paparazzis se hicieron presente, llevando a Yadira a correr con su pequeña —¿Qué tal te fue mi pequeña en la escuela?— le preguntó Yadira una vez su auto logró salir de ahí y perderse en el tráfico de la ciudad escapando con éxito. Era incomprensible como no podían dejarla en paz ni siquiera cerca de su casa.Sin embargo la pequeña se encontraba sería sin responderle a su madre.—Sofia ¿Ocurre algo?La pequeña negó, tras un par de minutos, para después aspirar profundamente volteando a ver a su madre: — Lo siento mami— dijo
Yadira se encontraba en ese momento en los pasillos de la sala de espera, moviéndose nerviosamente de un lado a otro. Cada segundo que su pequeña permanecía en el área de emergencia le resultaba una insoportable agonía.Había esperado la llegada de Guillermo como una especie de consuelo en medio de este caos, y aunque él le había prometido que estaría allí, aún no hacía acto de presencia.La mente de Yadira, pese a estar sumida en la preocupación, fue invadida por la imagen de Rosalba, colgada del brazo de Guillermo, lo que desató un breve arrebato de celos.“¡Qué tonta soy!”, se regañó mentalmente.Estaba perdida en sus pensamientos cuando una enfermera y un joven médico emergieron del área de urgencias.—¿Familiares de la pequeña Sofía Meza?De inmediato, Yadira se acercó a ellos, pero no fue la única. Guillermo, quien había llegado justo a tiempo, se unió a ella. Antes de que Yadira pudiera decir algo, sintió una mano familiar apretando la suya, y al levantar la mirada, se encontró
Rosalba se despertó con dolor de cabeza, no recordaba nada de lo que había pasado con ella tras Guillermo dejarla sola en el bar.El pánico se apoderó de ella justo en el momento que se dio cuenta que no se encontraba en algún lugar conocido para ella y peor aún se encontraba completamente desnuda y con marcas en su piel, marcas que le hacían saber que estuvo con alguien y no eran marcas que hubieran sido hechas de manera consexual.Ella había sido abusada sexualmente de eso no le cabía ninguna duda lo que hizo que el dolor de su cabeza aumentará más y que se mezclará con el asco y la repugnancia que le hacía sentir el saber que alguien más había tocado su cuerpo y hecho cosas que ella no había deseado, por lo que se levantó corriendo directamente al baño donde vacío todo el contenido de su estómago, hasta que el sabor de la bilis en su garganta se hizo presente.Tras un par de minutos y tomando toda la fuerza que aún le quedaba se levantó del piso junto al inodoro y caminó hasta el
Pese al consejo de Enrique Rosalba se negaba a ir a suplicarle a Yadira. ¿Cómo podría rebajarse a pedirle ayuda a una mujer como ella?Rosalba todavía se negaba a aceptar que Yadira pudiera tener las cosas que ella deseaba. Una mujer gorda como lo era su ex mejor amiga no podría tener encantado a alguien como Guillermo.Los recuerdos de ella conversando con Guillermo de la tarde anterior se hicieron nítidos en su mente, había sido una lástima que alguien de la oficina le hubiera hablado, pero estaba segura que una vez ella le explicará la situación él entendería.Con una nueva determinación, Rosalba se irguió caminando con entereza hasta la orilla de la calle haciendo la parada a un taxi.No tardó en darle la dirección de la compañía de Guillermo al chófer mientras ella pensaba en cómo abordar el tema de su tío con él.Yadira entro de la mano de Guillermo esa mañana y aunque causaron cuchicheos al verlos llegar de esa manera. Todos de algún modo agradecieron que Yadira y su jefe estuv
Se culpaba a ella misma por querer enseñarle a su hija a matar sus preocupaciones y tristeza comiendo.No dejo de pensar en eso hasta que el chófer abrió de nuevo su puerta e informando que ya habían llegado al hospital. Yadira bajo del auto, despidiéndose del chófer para casi correr hasta la habitación de su hija.—Hija ya estoy aqui, lamen…— la frase de Yadira quedó incompleta ya que jugando con su hija se encontraba Rogelio su abogado.—Mami, el abogado Rogelio también se encuentra en el hospital como yo, pero él ha sufrido un accidente.Yadira sonrió ante la explicación de su hija y entendió la súplica en los ojos del abogado de no revelar que no había sido un auto el que lo había golpeado de esa manera.Ella siguió el juego un par de minutos más hasta que el hombre se despidió para dejar que las enfermeras monitorean el progreso de la pequeña Sofía.—Mami, porque no acompañas al abogado él viene a una consulta con su doctor, yo estoy bien, pero a él le han recomendado caminar par
Rogelio vio la dificultad con la que ella pronunciaba cada palabra, sabiendo que pesaban tanto en su lengua como las piedras en el fondo de un río, sabiendo que esa era una posibilidad pero almenos se había arriesgado y había confesado sus sentimientos.—Yo no puedo mentirte, mucho menos mentirme a mi misma, ya no puedo hacerlo. Si algo aprendí de mi matrimonio es que el soportar algunas cosas es una manera de autoengañarse y es algo que no volveré a hacer jamás. Ella también prefería que le dijeran la verdad, aunque doliera, en lugar de que le mintieran para no herirla. Al final, la herida causada por la omisión resulta ser mucho más profunda que la que se produce al decir la verdad, por más cruda que esta sea.—No eres "una mujer desesperada y gorda". Eres una mujer increíble, fuerte y hermosa, y cualquier hombre que haga latir tu corazón con intensidad sería tremendamente afortunado —dijo él, su voz suave pero firme, mientras una sonrisa triste se dibujaba en su rostro—. Yo... sol