Ella asintió como una niña a la que han ofrecido dulces y tiene tanta prisa por responder que, aunque todavía no haya llegado a abrir la boca para pronunciar una sola palabra, ya ha respondido con su expresión corporal, como tres veces.— Sí, sí quiero, claro que quiero — aseguró ella con una sonrisa tan radiante y amplia que casi parecía que podía salirse de su rostro.Después le tocó el turno a él, cuando el ministro lo observó y volvió a pronunciar las mismas palabras.—¿George Anderson acepta a Marjorie como su legítima esposa en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarla y respetarla todos los días de su vida hasta que la muerte los separe?—Por supuesto que acepto—respondió con voz firme y casi de inmediato, lo que dio como resultado que todos los presentes celebrarán, haciendo voltear a los dos novios y al juez, quién tras eso no tardo en decir las palabras que ningún novio quiere escuchar, en especial la novia no quería escuchar en esos momentos.— Si
El corazón de la pelirroja latía con fuerza sabiendo lo que eso significaba, George no solo le pedía que se casara con él por amor, él mismo lo hacía y la muestra de su amor por ella, era ese hermoso jardín con sus flores favoritas. Eliminando por completo la sombra o mejor dicho el fantasma de Leticia, la exmujer de George.—¡George!— exclamó ella aferrándose al cuello de su esposo, y así poder besarlo. Necesitaba hacerlo, para poder controlar los latidos de su corazón, los cuales amenazaban con hacerlo estallar de felicidad—. ¡No sabes lo feliz que me has hecho!Él la atrajo contra su cuerpo para besarla, era lo único que quería, no quería estar en el banquete de su boda ni guardar la compostura, quería a su esposa ya, en ese mismo lugar, en ese preciso instante.El besó se volvió mucho más intenso, George metió la lengua entre los labios de Marjorie reclamando su boca con necesidad, una necesidad que había sido muy difícil contener durante un mes entero.— Las puse todas rojas — mu
George no tardó nada en sacar los dedos del interior de su esposa, observando maravillado esa escena tan erótica en la que se introducía los dedos en la boca para chuparlos y luego masajeaba su miembro erecto.Tuvo que contenerse para no correrse en ese simple instante, aunque varias gotas de líquido pre seminal coronaron su glande.Dejó que ella lo guiara hasta el centro de su intimidad mientras él le acariciaba los muslos y se aferraba a ellos y luego, sin perderse ni un ápice de su expresión, la penetró de en solo embiste.Sintiendo como la acogía hasta la base misma de su polla, como su interior se aferraba al duro mástil con el que la penetraba.Marjorie llevó su cabeza hacia atrás justo en el momento que lo sintió entrar en su interior, presa de mil estímulos y sentimientos que no hacían más que hacerle perder la razón. Sus manos se aferraron de inmediato a las sábanas bajo de ella en puños que se abrían y cerraban dependiendo de la intensidad de lo que sentía.—¡George!— gritó
La música seguía sonando y la gente seguía bailando en los jardines de los Anderson, iluminados por luces de colores y antorchas, mientras las mesas se encontraban repletas de comida y bebida para que todos pudieran disfrutar. La celebración había sido cuidadosamente planeada y la pareja de recién casados se veía feliz y radiante mientras recibían felicitaciones y buenos deseos de todos sus invitados.Pero a medida que la noche avanzaba, los recién casados comenzaron a retirarse de la multitud para disfrutar de un poco de intimidad. No era un secreto que tenían planes de retirarse para pasar la noche juntos, pero nadie los juzgaría por ello, después de todo, era su noche especial.A pesar de que sabían que debían descansar para el viaje que les esperaba al día siguiente, la emoción del momento los mantenía despiertos y no podían resistirse a la tentación de estar juntos. A la mañana siguiente George y Marjorie ya estaban de pie en el recibidor, con sus maletas y las de Ian dispuestas
Con un suspiro, George cerró los ojos y trató de dejar de lado sus pensamientos para disfrutar del momento presente, rodeado de su nueva familia en el avión privado. Tal vez Leticia sí tuvo razones para dejarlo, pero eso ya era pasado. George se sentía feliz en su nueva relación y, aunque sonara cruel, nada que ver con cómo se había sentido con Leticia, con esa forma de no poder pensar en nada más que en su esposa.Lo que estaba claro era que esa era su luna de miel y pensaba disfrutarla al máximo. George se apresuró a dejar a la niñera y al pequeño Ian en el hotel para mostrarle la romántica noche de París a su esposa, sintiéndose emocionado al poder compartir ese momento con ella. Aunque había viajado a esa ciudad muchas veces por negocios, nunca había tenido la oportunidad de disfrutarla con la persona que amaba. Marjorie era la esposa más feliz en esos momentos, George era la representación de su hombre perfecto. Tanto que no podía más que verlo y sonreír, sintiéndose profundame
De inmediato, las sombras de un pasado doloroso y lejano se apoderaron de Marjorie, nublando su mente y haciéndola sentir vulnerable e insegura. Sin embargo, se aferró fuertemente a la mano de su esposo George, sintiendo en ella la calidez y la seguridad que necesitaba para enfrentar cualquier obstáculo. Juntos caminaron hacia el parque, rodeados de la belleza de la ciudad y la majestuosidad de la Torre Eiffel, que se alzaba majestuosa en el horizonte.Marjorie se obligó a sí misma a dejar de pensar en el pasado y enfocarse en el presente, en el momento en que estaba al lado de su amado esposo George. Apretó su mano con más fuerza, sintiendo el contacto cálido y reconfortante de su piel contra la suya. Sus ojos se encontraron con los de George y, como si pudiera leer sus pensamientos, él le sonrió con dulzura, transmitiéndole un sentimiento de seguridad y protección. Marjorie suspiró, sintiendo cómo su corazón se calmaba ante la presencia de su esposo. *-*-*-*
Marjorie cerró sus ojos y se dejó llevar por la infinidad de sentimientos que le provocaba el beso de George. Él parecía tener la habilidad de hacer que sus preocupaciones fueran relegadas a un rincón muy alejado de su mente, mientras se sentía protegida por la presencia de su esposo.— Pero han dicho que… — justo en ese momento ella entendió todo. George no paraba de sorprenderla.— Vamos — dijo George, dejando un nuevo beso en los labios de su esposa, aunque esta vez fue fugaz —. Hice que cerraran el lugar solo para nosotros.— Si tu plan era enamorarme locamente cada día, lo has conseguido, George Anderson. No solo me has enamorado, has hecho que mi corazón te pertenezca casi por completo, ya que una parte de este corresponde a nuestro pequeño Ian — mencionó Marjorie con el rostro ruborizado y los latidos de su corazón cada vez más acelerados.Era imposible para Marjorie no enamorarse de George, un hombre que la sorprendía con detalles y gestos que la hacían sentir única y especial
— Podría, aunque yo prefiero no presumir, no quiero que nadie intente llevarte de mi lado y me conozco, sé que no solo presumiré que me has traído a la torre Eiffel, sino que eres el hombre más maravilloso que he conocido — mencionó ella ya sin lágrimas en lo ojos y agradeciendo que su amigo Jean-Paul le hubiera recomendado usar maquillaje a prueba de agua para su luna de miel. Marjorie llevo su mano hasta donde se encontraba la mano de su esposo, sentado enfrente de ella en la mesa, entrelazando sus dedos.—Yo también me esforzaré por ser la mejor esposa del mundo para ti —Marjorie por un momento dudo en terminar su frase antes de continuar —. George, eres el primer hombre al que amo, y al que temo perder.Ella ya no pudo decir nada, al llegar la única compañía que ambos tendrían esa noche durante la cena.Él dio la vuelta para sentarse frente a su esposa, nunca había tocado el tema por el que quería preguntarle, por pensar que podría hacerle daño o hacerla pensar en su hija pero en