42. No necesitamos un mesero.

— Podría, aunque yo prefiero no presumir, no quiero que nadie intente llevarte de mi lado y me conozco, sé que no solo presumiré que me has traído a la torre Eiffel, sino que eres el hombre más maravilloso que he conocido — mencionó ella ya sin lágrimas en lo ojos y agradeciendo que su amigo Jean-Paul le hubiera recomendado usar maquillaje a prueba de agua para su luna de miel.

Marjorie llevo su mano hasta donde se encontraba la mano de su esposo, sentado enfrente de ella en la mesa, entrelazando sus dedos.

—Yo también me esforzaré por ser la mejor esposa del mundo para ti —Marjorie por un momento dudo en terminar su frase antes de continuar —. George, eres el primer hombre al que amo, y al que temo perder.

Ella ya no pudo decir nada, al llegar la única compañía que ambos tendrían esa noche durante la cena.

Él dio la vuelta para sentarse frente a su esposa, nunca había tocado el tema por el que quería preguntarle, por pensar que podría hacerle daño o hacerla pensar en su hija pero en
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