32. No los escuché llegar.

George sonrió al ver salir a la sirvienta y luego centró la atención en su hijo. La sonrisa que tenía en el rostro era radiante, se notaba que era feliz y ansiaba casarse.

— ¿Cómo dormiste?— preguntó llevándose el café a los labios, a pesar de su apariencia tranquila, estaba tan nervioso que no podía comer nada más. — estoy seguro de que muy bien, dormir junto a un bebé siempre da mucha tranquilidad ¿Verdad?

Otra cosa por la que el patriarca Anderson tenía para estar más feliz. Era por la cercanía que sus hijos empezaban a tener, sobre todo por las sospechas de que ese bebé quizá no era tan ajeno como pensaba, pero eso era algo que ya tendría tiempo de investigar en su luna de miel.

Tampoco le quitaba el sueño, aunque si llenaba ciertas lagunas que no había podido evitar encontrar en la procedencia de Ian, como por ejemplo ¿Quién era el padre?

Sin embargo, no era el día de pensar en eso.

Evan creyó que se molestaría ante las palabras de su padre, ante la mención de la interacción qu
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