Fue escuchar esas palabras y hacer que la mirada alegre de Marjorie se convirtiera en una de terror que la hizo soltarse del brazo de George y correr a la salida, no sin antes voltear hacia atrás para ver si él la seguía, viendo por un momento una cara conocida, una cara que no debía de estar ahí.Pero eso era imposible, por lo que volvió a voltear hacia adelante antes de volver su cabeza y darse cuenta de que ya no estaba ahí.Aun así, no ver a esa persona no hizo que su temor se hiciera menos, sino que se incrementará aún más.—¡George! ¡George! — le llamó al ver qué se entretenía hablando con el chico del parking de esa noche.—Tenemos que ir a casa, ver qué ellos se encuentran bien.Todo pasó tan rápido que en un momento se encontraba alimentando a su pequeño hermano, sonriendo por la forma que este parecía gustarle su presencia.Siempre había querido un hermano, más su padre le dijo que eso sería imposible. Su madre, tras tenerlo había perdido la capacidad de volver a tener hijos
Marjorie le sonrió a George, aun así no perdió el tiempo corriendo hacia el interior de la casa, subiendo las escaleras en busca del pequeño, tenía que cerciorarse que se encontraba bien, casi le da un infarto al subir a la habitación del bebé y no verlo ahí.—Ian, ¿Dónde está Ian?— dijo volviendo a salir en busca de la niñera, quien en ese momento se percataba de la llegada del señor y la futura señora de la mansión.— ¿Evan salió o se encuentra en casa?— preguntó también preocupado por su hijo.—Señores han vuelto— dijo la niñera haciendo una ligera inclinación con su cuerpo en señal de respeto — no sé preocupen, tanto el joven como el pequeño Ian, se encuentran bien, es más…— les indicó que la siguieran hasta la habitación de Evan.Marjorie se sorprendió al escuchar a la mujer y más ante la indicación de esta para que la siguieran y no hicieran ruido.—El pequeño Ian tuvo una noche muy rebelde y solo se calmó cuando su hermano mayor lo tomó en brazos, estaba con él alimentándolo, j
Marjorie se sentó frente al espejo, para desmaquillarse, pero sobre todo, para conversar con ella misma, con la mujer reflejada en el espejo.Esa mujer radiante y sonriente que le regresaba el espejo, esa sonrisa deslumbrante que era a causa de George Anderson.El hombre que le ofreció un amor de contrato y que no podía hacerla más feliz a pesar de las dudas iniciales, estaba segura de que haber aceptado era lo mejor que pudo hacer.—No temas, pase lo que pase, confía en que George seguirá haciendo que conserves esa sonrisa — se dijo a sí misma, terminando de desmaquillarse.A partir de mañana empezaría un nuevo capítulo en su vida. Uno donde solo se permitiría conservar el recuerdo de su adorada hija y desecharía todo lo demás. Todo ese pasado doloroso, lleno de espinas, del cual no quería ni acordarse.—A partir de mañana solo seré Marjorie Anderson y nadie más. Ojalá hubiera encontrado a George antes de haberte perdido hija mía, pero descuida, haré que tu hijo sea feliz y jamás con
George sonrió al ver salir a la sirvienta y luego centró la atención en su hijo. La sonrisa que tenía en el rostro era radiante, se notaba que era feliz y ansiaba casarse.— ¿Cómo dormiste?— preguntó llevándose el café a los labios, a pesar de su apariencia tranquila, estaba tan nervioso que no podía comer nada más. — estoy seguro de que muy bien, dormir junto a un bebé siempre da mucha tranquilidad ¿Verdad?Otra cosa por la que el patriarca Anderson tenía para estar más feliz. Era por la cercanía que sus hijos empezaban a tener, sobre todo por las sospechas de que ese bebé quizá no era tan ajeno como pensaba, pero eso era algo que ya tendría tiempo de investigar en su luna de miel. Tampoco le quitaba el sueño, aunque si llenaba ciertas lagunas que no había podido evitar encontrar en la procedencia de Ian, como por ejemplo ¿Quién era el padre? Sin embargo, no era el día de pensar en eso.Evan creyó que se molestaría ante las palabras de su padre, ante la mención de la interacción qu
Solo hicieron falta un par de minutos y un par de zarandeos de su amigo Jean-Paul para que Marjorie volviera en sí.Pero no estaba dispuesta a dar explicaciones, así que solo le sonrió y le dijo que no era nada, que solo eran los nervios de novia los que la tenían en ese estado.No obstante, era consciente de que su amigo no se tragaba su historia, sobre todo tras reaccionar de esa manera por recibir una llamada.—Marjorie ¿Hace cuánto qué nos conocemos?— le preguntó el estilista.La verdad es que se conocieron muchos años atrás, casi desde el momento en que ella pisó por primera vez suelo estadounidense, por lo que se le hizo un nudo en el estómago al ser consciente que, pese a ese largo tiempo de amistad, había una parte de ella que nadie conocía.—Está bien. Tienes razón, la llamada que he recibido es de algún fan de internet de la antigua pareja que formaban George y su exesposa— respondió por fin ella, esperando que eso hiciera que su amigo dejara de preguntar.Su respuesta parec
Rowan no podía sacarle la vista de encima al bebé que el heredero Anderson tenía en brazos, eran como dos gotas de agua, nadie dudaría que ese niño fuera realmente hijo de George, nadie, excepto el irlandés, quien sabía perfectamente que su esposa no podía tener más hijos que la inútil niña que le dio como heredera poco menos de 18 años atrás.— Siéntese en su lugar, por favor, la novia ya va a bajar— pidió amablemente la organizadora para luego alejarse e ir a pedir lo mismo a otros invitados, justo cuando estaba a punto de acercarse a hablar con el joven para intentar indagar un poco más en la situación y la posibilidad de que ese hijo, fuera en realidad su nieto, el heredero que tanto había deseado tener, tal vez esa hija suya si sirvió para algo y le dio lo que él merecía antes de morirse.Rowan caminó hasta una de las sillas del jardín, casi al final de todo, perfecta para el drama que estaba por crear cuando el juez de paz preguntara si alguien tuviera algo que decir y él salier
Ella asintió como una niña a la que han ofrecido dulces y tiene tanta prisa por responder que, aunque todavía no haya llegado a abrir la boca para pronunciar una sola palabra, ya ha respondido con su expresión corporal, como tres veces.— Sí, sí quiero, claro que quiero — aseguró ella con una sonrisa tan radiante y amplia que casi parecía que podía salirse de su rostro.Después le tocó el turno a él, cuando el ministro lo observó y volvió a pronunciar las mismas palabras.—¿George Anderson acepta a Marjorie como su legítima esposa en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarla y respetarla todos los días de su vida hasta que la muerte los separe?—Por supuesto que acepto—respondió con voz firme y casi de inmediato, lo que dio como resultado que todos los presentes celebrarán, haciendo voltear a los dos novios y al juez, quién tras eso no tardo en decir las palabras que ningún novio quiere escuchar, en especial la novia no quería escuchar en esos momentos.— Si
El corazón de la pelirroja latía con fuerza sabiendo lo que eso significaba, George no solo le pedía que se casara con él por amor, él mismo lo hacía y la muestra de su amor por ella, era ese hermoso jardín con sus flores favoritas. Eliminando por completo la sombra o mejor dicho el fantasma de Leticia, la exmujer de George.—¡George!— exclamó ella aferrándose al cuello de su esposo, y así poder besarlo. Necesitaba hacerlo, para poder controlar los latidos de su corazón, los cuales amenazaban con hacerlo estallar de felicidad—. ¡No sabes lo feliz que me has hecho!Él la atrajo contra su cuerpo para besarla, era lo único que quería, no quería estar en el banquete de su boda ni guardar la compostura, quería a su esposa ya, en ese mismo lugar, en ese preciso instante.El besó se volvió mucho más intenso, George metió la lengua entre los labios de Marjorie reclamando su boca con necesidad, una necesidad que había sido muy difícil contener durante un mes entero.— Las puse todas rojas — mu