Dorian.Habíamos llegado a la mansión ShadowMoon y tenía que admitir que me sorprendió lo enorme que era. Solo había visto leído de ella en los antiguos libros, esa manada siempre estuvo dominada por alfas millonarios que tenían una buena cantidad de contactos en el mundo humano.No me separé de Alanna, pero evité tomar su mano ya que habían varias personas caminando de un lado a otro, seguro haciendo su trabajo del día a día.—¡Alanna, hija! —Su padre la estaba esperando en la entrada con los brazos abiertos y una amplia sonrisa.Por fin iba a conocer a Caleb, ese hombre que ayudó a cumplir con la profecía en el pasado. El único alfa ajeno que conocía mi secreto.Estaba un poco nervioso.—¡Papá! Cuánto tiempo sin verte, ¿te dejaste la barba? —rio ella, llegando a sus brazos.El cabello de Caleb estaba más corto de lo que imaginaba, pensé que le gustaba conservarlo largo. Era castaño, al igual que el de su hija. Pude darme cuenta de que Alanna era una copia exacta de él, con los mismo
Alanna.—¡Sorpresa! —Cubrí los ojos de Marta—. Adivina quién soy.Ella estaba de espaldas hacia mí, sentada en una mesa en el patio y hablando con su madre. Zoé me vio con ternura.—¡Alanna! ¡¿Por qué no me dijiste que volvías?? —chilló, levantándose y tumbando la silla.Se giró y lanzó entre mis brazos, casi nos caímos al suelo por la fuerza que usó. Sus lágrimas salieron como si nada y yo palmeé su cabeza para que se calmara.—Es agradable volver a verte, Alanna —habló Zoé, con una mano apoyada bajo su mentón.—Quería darte la sorpresa —me excusé.—No sabes cuánto te he extrañado, ninguna niña me cae tan bien como tú —refutó, en un puchero.—Ay, que linda.—Bueno, las dejo solas para que se pongan al día, tengo trabajo que hacer —Se despidió su madre, con una sonrisa.—Hasta luego, Zoé.—Siéntate y cuéntame todo, ¡todo por lo que pasaste! —exigió, llevándome a la silla.—Hay cosas que es mejor omitir, una niña no puede escucharlas —Acomodé mi trasero en el asiento.—No soy ninguna n
Alanna.—Vendré luego, papá quiere mostrarme algo y siento que es importante —le avisé a mamá.Verla sonriente y hablando me daba tanta paz, era como si todo se estuviera arreglando poco a poco.—Creo saber de qué se trata... Pero deberías comprobarlo tú misma —expresó.Ya yo estaba en la puerta, preparada para bajar al comedor.—¿Me das una pista?—Un consejo, mejor... —resopló, pensándolo un poco—. No te sientas mal al ver al enemigo debilitado. A veces existen personas tan malas en este mundo que no merecen el perdón de nosotros.Su mirada profunda y sus cejas hundidas solo lograron confundirme ante sus palabras. Yo era una persona bastante rencorosa, quería acabar con todo lo que alguna vez me hizo daño, ¿por qué debería de sentirme mal?—Madre, si hablas por el espíritu que secuestró a Bryan, tranquila, no pienso perdonarlo —aclaré.—No lo decía por eso. Cuando vayas con tu padre, lo entenderás —Curveó una sonrisa—. Espero podamos recuperar los años perdidos.—De acuerdo, para mí
Alanna.Ver a Kayn siendo prisionero como alguna vez lo hizo conmigo, me dio cierta satisfacción y paz porque no tendría que preocuparme por él.¿Tal vez mi madre lo sabía y por eso su consejo?—Y creíste que te saldrías con la tuya, ¿verdad? —dijo Dorian, con ironía—. No sabes cuántas personas respaldan a Alanna, Kayn.—Cállate —Escupió a su hermano, cosa que me trajo recuerdos—. ¿Y qué es lo que vas a hacer? ¿Matarme? Porque sería de cobardes hacerlo mientras estoy preso.—Yo ya cumplí con mi parte, les dejo la decisión que tomarán en su vida —informó papá, sentándose en una silla.—¿Por qué lo buscaste? ¿Fue por mí? —cuestioné, llena de nostalgia.No pensé que mi padre fuera capaz de hacer algo así, pensé que había dejado esas mañas en el pasado, después de lo que sucedió con Bryan y mamá.—Hija, te he fallado tantas veces que esta vez me dije a mí mismo que haría algo bien para protegerte —expresó, mirándome con los ojos chinitos—. Pude haberte perdido por culpa de este infeliz. A
Alanna.Los labios de Dorian eran un deleite para mis hormonas, lo único que hacían era humedecerme más de lo que estaba. Tenía la necesidad de tocarlo, de inhalar todo su aliento fresco.Mis manos rodearon su cuello, estando ambos de lado en la cama. Mi pierna se subió por impulso sobre su cadera para que su miembro quedara a la par de mi intimidad.—Te necesito en mí... —pedí, jadeante.No sabía qué me estaba pasando, pero la adrenalina que me dominaba por no tener ningún tipo de protección, era increíble. Quería hacerlo, sin importar las consecuencias.¿Era parte del sentimiento que se generaba gracias a nuestra conexión?—Puede ser peligroso —susurró, cerca de mi boca.—Me encanta el peligro, ¿o te olvidas que he pasado por mucho? —bromeé, acariciando su nuca—. ¿Qué hay de malo en tener una mini yo?—Tenemos que salvar a tu hermano antes de que eso ocurra —comentó.Su mano bajó hasta meterse entre mi short y ese mínimo contacto que tuvo me hizo suspirar. Mordí mi labio con fuerza
Dorian.—Le agradezco por haber capturado a mi hermano.Estaba hablando con Caleb en su oficina. Me pidió ayuda en la planeación de la fiesta sorpresa de Alanna, al pedirme que me la llevara a cualquier lugar del bosque.—No tienes que hacerlo. Kayn también se vio involucrado con mi hija, por eso lo hice —comentó, anotando algunas cosas en su libreta—. Ahora, hablemos del plan importante, necesitamos que distraigas a Alanna ese día, por lo menos unas tres horas para tener todo listo.Faltaban dos días para su cumpleaños número veinte, y ella no estaba tan emocionada como su padre.—Cuente conmigo para asegurarme de ello —acaté.—Por otro lado, ¿crees que le gusten los globos rosados? Estaba pensando en contratar a una payasita para que entretenga también a los niños —debatió, sin estar seguro.Conociéndola, no le gustaría para nada esa idea.—Creo que lo mejor sería hacer una fiesta adecuada para una mujer adulta, sin pensar en los niños —sugerí, cruzado de brazos—. Alanna podría enoj
Alanna. El día de mi cumpleaños llegó en un abrir y cerrar de ojos. Dorian me había invitado a pasear un rato con la excusa de que le enseñara los alrededores del bosque.—Verás, en este lugar hay dos manadas vecinas: ShadowMoon y BloodMoon —conté con mis dedos—. El señor Eliezer fue el único que se quiso quedar cerca de mi padre. —Que sorpresa —murmuró, pateando una piedra—. Tengo entendido que los BloodMoon son muy buenos en las habilidades curativas. —Exacto, y mi manada en la ofensiva, se les da bien luchar en el frente —afirmé—. Más adelante, queda un arroyo donde solía ir con Bryan, ¿quieres acompañarme? —Lo que guste la cumpleañera, hoy seré todo tuyo y cumpliré todas tus órdenes —Se inclinó al igual que un caballero. Me reí ante su acción, pero le di mi mano ya que la estuvo esperando para darle un suave beso que me alegró. —Sabes, al principio no imaginé que fueras todo un romántico, Dorian —comenté, caminando en dirección al arroyo. —Yo tampoco conocía este lado de mí
Alanna. Entramos en la mansión con una sensación de cansancio después de un largo día en el arroyo. Necesitaba darme un baño urgente para refrescarme después de tanto sol. —Estás roja, es posible que tu piel se broncee luego de este día —comentó Dorian. —Tú no te quedas atrás —reí. Me extrañaba no haberme cruzado con nadie de camino a mi habitación, ni siquiera con algún sirviente. —¿No te parece todo muy silencioso? —indagué. —Para nada —Negó—. Por otro lado, iré a bañarme y te espero en el comedor, ¿vale? Te daré tu regalo —Se detuvo frente a mi habitación. Yo lo miré con diversión porque pensé que su regalo había sido pasar el día conmigo, pero me di cuenta de que tenía algo más en mente. Se inclinó para tomar mi mano y darle un suave beso que me pareció eléctrico. —Por supuesto, querido. —Nos vemos, entonces —Se despidió. (...) Al abrir la puerta del comedor, me encontré con un silencio inusual y las luces apagadas. ¿Qué había pasado, ¿dónde estaba Dorian? De repente,