Alanna.—Y por eso necesito ir a mi hogar... —dije, mordiéndome el labio inferior.Le estaba contando a Dorian sobre la última llamada de mi padre. Necesitaba decirle que él ya sabía sobre todo, porque tenía el poder de la telepatía y se metió en mi cabeza sin permiso.—¿Dices que tu padre puede leer mentes? —cuestionó, un poco consternado.Ambos estábamos sentados en una banca que quedaba en la mini plaza de su pueblo, donde los niños corrían de un lado a otro con inocencia.El viento sopló y movió su cabello.—Te juro que no fue mi intención, pero él prometió no volver a leer mi mente —Me sentí fatal.Me regaló una sonrisa.—Alanna, no estoy enojado porque tu padre sepa sobre nuestro secreto, si dices que no se lo dirá a nadie, confiaré en tu palabra y en la suya —Su voz me dio la paz que necesitaba—. Después de todo, él una vez salvó al mundo entero, ¿no? Es obvio que no querrá destruirlo.—No sabes lo aliviada que me siento.Mis manos estaban entrelazadas con las suyas. Por lo men
Alanna.—¿No tienes más nada que hacer, Lorena? —La rubia rodó los ojos.—Para ser sincera, no —Arrugó la boca—. Sabes muy bien lo que eres, no aparentes ser otra cosa porque ese papel no te queda.¿Qué tenía en contra de Sofía? Tuve que levantarme y hacerle frente porque no iba a permitir que alguien la insultara frente a mí.—Oye, no es por nada, pero tus palabras están siendo muy crueles —le dije, sin miedo.Ella me inspeccionó de pies a cabeza como si yo fuera una mosca a la que podía aplastar. Su mirada maliciosa me lo decía todo.—¿Y quién se supone que eres? —indagó, con fastidio en su tono—. Porque no te recomiendo ser amiga de Sofía, te puede bajar al novio.Fruncí el ceño.Mi querida amiga se posicionó a mi lado para apoyarme en su defensa. No entendía por qué trataban así a Sofía si ella no había hecho nada malo.—Lorena, ¿en serio no sabes con quién estás hablando? —La rubia se hizo la sorprendida—. Porque esta de aquí —Me señaló—. Es Alanna, la luna de nuestro querido alf
Alanna.Era hora de irnos y ya le había avisado a mi padre, por lo que se encargó de todos los preparativos para que nadie sospeche de Dorian.—Te voy a extrañar —sollozó Sofía, con un trapo en su nariz para los mocos.Me abrazó con tanto cariño que no se me olvidaría. Y eso que nos volveríamos a ver pronto, me preocupaba que Lorena siguiera haciendo de las suyas para perjudicarla.—No será mucho tiempo —Palmeé su espalda.—Cuídense mucho, últimamente se dice que hay más cazadores que de costumbre, pero se han ido más por el lado de cazar demonios —comentó Jhon, estrechando la mano de Dorian.—Estaremos bien, te recuerdo que soy un alfa.—Hijo, te empaqué varios remedios medicinales con mi magia por si sucede algo —informó Krista, dándole una mochila.—Te lo agradezco, mamá —La abrazó.—Prometo cuidar de su hijo, Krista —Ella tomó mis manos con sutileza.—Sé que ya lo salvaste una vez, no dudo de tus capacidades, querida —expresó.—Bien, nos veremos pronto entonces... Estaré avisando
Dorian.Habíamos llegado a la mansión ShadowMoon y tenía que admitir que me sorprendió lo enorme que era. Solo había visto leído de ella en los antiguos libros, esa manada siempre estuvo dominada por alfas millonarios que tenían una buena cantidad de contactos en el mundo humano.No me separé de Alanna, pero evité tomar su mano ya que habían varias personas caminando de un lado a otro, seguro haciendo su trabajo del día a día.—¡Alanna, hija! —Su padre la estaba esperando en la entrada con los brazos abiertos y una amplia sonrisa.Por fin iba a conocer a Caleb, ese hombre que ayudó a cumplir con la profecía en el pasado. El único alfa ajeno que conocía mi secreto.Estaba un poco nervioso.—¡Papá! Cuánto tiempo sin verte, ¿te dejaste la barba? —rio ella, llegando a sus brazos.El cabello de Caleb estaba más corto de lo que imaginaba, pensé que le gustaba conservarlo largo. Era castaño, al igual que el de su hija. Pude darme cuenta de que Alanna era una copia exacta de él, con los mismo
Alanna.—¡Sorpresa! —Cubrí los ojos de Marta—. Adivina quién soy.Ella estaba de espaldas hacia mí, sentada en una mesa en el patio y hablando con su madre. Zoé me vio con ternura.—¡Alanna! ¡¿Por qué no me dijiste que volvías?? —chilló, levantándose y tumbando la silla.Se giró y lanzó entre mis brazos, casi nos caímos al suelo por la fuerza que usó. Sus lágrimas salieron como si nada y yo palmeé su cabeza para que se calmara.—Es agradable volver a verte, Alanna —habló Zoé, con una mano apoyada bajo su mentón.—Quería darte la sorpresa —me excusé.—No sabes cuánto te he extrañado, ninguna niña me cae tan bien como tú —refutó, en un puchero.—Ay, que linda.—Bueno, las dejo solas para que se pongan al día, tengo trabajo que hacer —Se despidió su madre, con una sonrisa.—Hasta luego, Zoé.—Siéntate y cuéntame todo, ¡todo por lo que pasaste! —exigió, llevándome a la silla.—Hay cosas que es mejor omitir, una niña no puede escucharlas —Acomodé mi trasero en el asiento.—No soy ninguna n
Alanna.—Vendré luego, papá quiere mostrarme algo y siento que es importante —le avisé a mamá.Verla sonriente y hablando me daba tanta paz, era como si todo se estuviera arreglando poco a poco.—Creo saber de qué se trata... Pero deberías comprobarlo tú misma —expresó.Ya yo estaba en la puerta, preparada para bajar al comedor.—¿Me das una pista?—Un consejo, mejor... —resopló, pensándolo un poco—. No te sientas mal al ver al enemigo debilitado. A veces existen personas tan malas en este mundo que no merecen el perdón de nosotros.Su mirada profunda y sus cejas hundidas solo lograron confundirme ante sus palabras. Yo era una persona bastante rencorosa, quería acabar con todo lo que alguna vez me hizo daño, ¿por qué debería de sentirme mal?—Madre, si hablas por el espíritu que secuestró a Bryan, tranquila, no pienso perdonarlo —aclaré.—No lo decía por eso. Cuando vayas con tu padre, lo entenderás —Curveó una sonrisa—. Espero podamos recuperar los años perdidos.—De acuerdo, para mí
Alanna.Ver a Kayn siendo prisionero como alguna vez lo hizo conmigo, me dio cierta satisfacción y paz porque no tendría que preocuparme por él.¿Tal vez mi madre lo sabía y por eso su consejo?—Y creíste que te saldrías con la tuya, ¿verdad? —dijo Dorian, con ironía—. No sabes cuántas personas respaldan a Alanna, Kayn.—Cállate —Escupió a su hermano, cosa que me trajo recuerdos—. ¿Y qué es lo que vas a hacer? ¿Matarme? Porque sería de cobardes hacerlo mientras estoy preso.—Yo ya cumplí con mi parte, les dejo la decisión que tomarán en su vida —informó papá, sentándose en una silla.—¿Por qué lo buscaste? ¿Fue por mí? —cuestioné, llena de nostalgia.No pensé que mi padre fuera capaz de hacer algo así, pensé que había dejado esas mañas en el pasado, después de lo que sucedió con Bryan y mamá.—Hija, te he fallado tantas veces que esta vez me dije a mí mismo que haría algo bien para protegerte —expresó, mirándome con los ojos chinitos—. Pude haberte perdido por culpa de este infeliz. A
Alanna.Los labios de Dorian eran un deleite para mis hormonas, lo único que hacían era humedecerme más de lo que estaba. Tenía la necesidad de tocarlo, de inhalar todo su aliento fresco.Mis manos rodearon su cuello, estando ambos de lado en la cama. Mi pierna se subió por impulso sobre su cadera para que su miembro quedara a la par de mi intimidad.—Te necesito en mí... —pedí, jadeante.No sabía qué me estaba pasando, pero la adrenalina que me dominaba por no tener ningún tipo de protección, era increíble. Quería hacerlo, sin importar las consecuencias.¿Era parte del sentimiento que se generaba gracias a nuestra conexión?—Puede ser peligroso —susurró, cerca de mi boca.—Me encanta el peligro, ¿o te olvidas que he pasado por mucho? —bromeé, acariciando su nuca—. ¿Qué hay de malo en tener una mini yo?—Tenemos que salvar a tu hermano antes de que eso ocurra —comentó.Su mano bajó hasta meterse entre mi short y ese mínimo contacto que tuvo me hizo suspirar. Mordí mi labio con fuerza