Caleb.—Creo que lo primordial sería que te transformes, así me explicas luego si te sientes diferente —le recomendé a Laia.Ambos nos habíamos adentrado un poco al bosque para explorar más acerca de su nuevo poder. Ella necesitaba poder explicarlo y darme respuestas para entender cómo podíamos mejorarlo.—De acuerdo... Aunque en pleno sol me sentiré sofocada —respondió, con una mano cubriendo su frente.—Acá hay sombra, Laia. No pongas excusas —indiqué, haciéndome a un lado.Ella vino hacia mí a regañadientes. Tal vez porque quería quedarse hablando con Zoé y el tal Ashton, pero yo le recordé sobre nuestro objetivo principal.—Bien.—No me veas como el villano, sabes que ya Payton salió en la búsqueda de Eris —Me crucé de brazos—. Es cuestión de tiempo para que nos dé noticias.—Lo sé, solo quería relajarme un poco —bufó.Ella se acomodó e invocó a su loba interior, la cual poco a poco empezó a presentarse. No me cansaría de ver ese hermoso y brillante pelaje amarillo que rebosaba de
Caleb.Después de haber tenido el encuentro con Laia, me dispuse a ir a mi oficina en la mansión porque me parecía extraño que Payton haya dado respuestas en tan poco tiempo.Entré y ya estaban tanto Xavier como Eliezer esperándome, junto a una radio en mano. Tenían una expresión seria, y por un momento escuché la voz de Payton salir estática.—Cuéntenme, ¿qué es lo que sucede? —cuestioné, caminando hacia el escritorio.Me senté, dispuesto a escuchar. Primero, Eliezer me entregó la radio por donde se comunicaba con la alfa.—Payton, ya Caleb está con nosotros —avisó el señor, con tranquilidad.—Hasta que por fin apareces, o sea que yo me muero y tú metido en quién sabe dónde —reprochó la mujer.Rodé los ojos.—No seas dramática y vayamos al grano. ¿Dónde te encuentras? ¿Estás en peligro? —interrogué, con las cejas inclinadas.—No. Estoy oculta y monté un pequeño campamento para descansar antes de continuar —resopló, sonando como si tuviera algo metido en la boca.Por eso no me gustaba
Laia.—¿C-casarnos? —balbuceé.Las palabras de Caleb me habían dejado en el limbo porque jamás me imaginé que él me pediría algo así.En el mundo de los hombres lobo, era normal que las parejas se casaran por la obligación del vínculo que poseían, pero casarse iba mucho más allá que el amor que ambos pudiéramos sentir.Unirnos en un matrimonio implicaba tener hijos, sernos fiel hasta la muerte, porque cualquier infidelidad sería castigada por la luna misma ya que era un compromiso más serio. Claro que yo estaba dispuesta a aceptarlo, ¿por qué no?Mis dudas eran generadas por mis propios nervios.—Eso dije —afirmó, mirándome con interés—. Es un trato justo, ¿no crees?—No pensé que un tipo como tú estaría interesado en casarse —bromeé, cruzada de brazos.—Deja de ofenderme, Laia —se quejó, arrugando la boca con dramatismo—. Te recuerdo que ya no soy el mismo de antes.—Muy bien, Caleb. Acepto tu propuesta —Le ofrecí mi mano como tributo—. Me casaré contigo si logras ayudarme a dominar
Laia.Había pasado un día desde que pude controlar el agua del río, o por lo menos hice el intento. Después de eso, seguí esforzándome para hacerlo con el grifo del lavabo, y sorprendentemente lo estaba manejando mejor al ser una pequeña cantidad.El problema era que me cansaba muy rápido al hacerlo. Moví mi mano, guiando a la poca agua que pude contener en el aire y la deslicé hasta que la lancé hacia la puerta.Me quedé en shock porque no esperaba que alguien la abriera justo en el momento en que lancé el pequeño proyectil.—¡Laia! —exclamó Zoé.Le había mojado todo su cabello y cerró sus puños con enojo. Tuve que regalarle una sonrisa nerviosa porque no esperaba que ella apareciera de repente.—L-lo siento, no sabía que estarías ahí —dije, rascándome la nuca.—Y eso que ya me bañé —bufó, tomando una toalla para secarse—. Hay alguien que quiere verte.—¿Quién?—Una sirvienta, me ha dicho que tiene información importante para ti —Bostezó—. Fuera, fuera, me estoy cagando.Me empujó co
Laia.—¿Olvidaste nuestro acuerdo? —me preguntó Caleb.Yo estaba apretando los labios y la parte inferior de mi camisa porque los nervios me tenían descontrolada.Habían pasado exactamente seis días desde el aviso de Payton, en los que con su ayuda, logré controlar los cuatro elementos sin mucho esfuerzo. Solo tuve que acoplarme a ellos como si fueran parte de mí.Y claro que jamás se me olvidaría el trato que hicimos. Él me tomó de la mano con la intención de sacarme de la habitación, así que ahogué un suspiro sorpresivo.—Hey, ¿a dónde me llevas? —refuté, con los labios temblorosos.—Haremos una última prueba para ver si puedes controlarlos a todos como ayer —respondió.Me estaba arrastrando, pero ver su ancha espalda era una delicia para mis ojos. No paraba de imaginarme a Caleb desnudo ya que no habíamos vuelto a tener relaciones desde aquella vez en el bosque.Todavía Payton no daba señales por la radio que compartía con Eliezer, por lo que ya todas las manadas se estaban prepara
Caleb.Los labios de Laia me quitaban la poca cordura que tenía. La pegué más a mi cuerpo hasta que nuestras pelvis chocaron, pero para eso tuve que inclinarme por mi altura. Tenerla así de dispuesta para mí, me hacía enloquecer.Me separé por falta de aire, ya que si seguía, sabía que no iba a poder detenerme.—No sabes lo bien que me siento ahora, Laia —confesé, con sinceridad.—T-tonto... —Se cubrió las mejillas como pudo—. Deja de jugar conmigo, me pones muy nerviosa.Sonreí.Era satisfactorio ver las reacciones de Laia cada vez que yo le hacía algo. A pesar de que habíamos hecho y deshecho a tal punto de que ya deberíamos tener más confianza, ella seguía actuando con timidez.Solo era cuestión de que se acostumbrara.—Felicidades, has superado la prueba que te puse —hablé, con una mano en la cintura.—¿De qué hablas ahora?—Dominaste la Ecomancia en menos de una semana, aunque debes tener en cuenta que vas a usarla para acabar con tus enemigos y no para mostrarles un espectáculo
Laia.Hice lo que me pidió y mi corazón estaba desesperado porque ya sabía lo que Caleb quería. Estaba muy nerviosa porque nunca antes había hecho algo así.¿Y si lo hacía mal? ¿Y si lo lastimaba?—N-no sé hacerlo —dije, una vez que estaba casi arrodillada y con su miembro muy cerca de mi rostro.Era aterrador verlo desde esa perspectiva porque se veía grande y no sabía si me iba a caber completo. Tragué saliva, con mi mano temblorosa empecé a hacer leves movimientos a su alrededor.—Solo no vayas a pegar los dientes y todo estará bien —recomendó, cubriendo su rostro.¿Estaba avergonzado? ¿O mi mano le estaba causando algo?—Bien... Haré lo que pueda.Inhalé hondo para prepararme mentalmente y dejé salir todo el aire. Saqué mi lengua para humedecer un poco la rosada punta que parecía palpitar con esa acción.Las piernas de Caleb se tensaron y eso solo me confirmó que lo estaba disfrutando. Introduje su miembro con lentitud dentro de mi boca, hasta donde me entró. Fue más o menos la mi
Caleb.***¿Estaba soñando?Mi cuerpo se sentía liviano, muy liviano... A parte, estaba flotando en medio de la nada. Todo era oscuridad y no había ni un alma cerca. Nada.Me giré en todas direcciones, tal vez solo tenía que buscar la forma de despertarme, hasta que una risa malévola me erizó los vellos.—Mmh, no pensé que Luna me serviría para darme la oportunidad de comunicarme contigo —habló, me volteé sintiendo el peligro que emanaba de ella.Una mujer de cabello negro justo como la describió Laia, estaba de pie frente a mí, con una mano en su mejilla para aparentar verse inofensiva.—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, mirándola con molestia.Por su culpa habían pasado tantas cosas... Le tenía un rencor grandísimo porque ella acabó con muchas manadas inocentes que no tenían la culpa de nada.—Ah, no seas cruel conmigo —chilló, fingiendo drama—. Odio que me traten con indiferencia.Su voz cambió y sonó más gruesa de lo que era realmente. Sus ojos intimidaban, no lo podía negar. Ese